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Por: Diario Clarín | 23/09/11

Ovodonación: Así me convertí en mamá


Susana Fantin no quedaba embarazada. Tras muchas frustraciones, ella y su pareja decidieron intentar con esta práctica. Hoy, Bruno, su hijo, tiene cuatro años.

“Yo quería un hijo en mi vientre, necesitaba sentir el estado de maternidad. El día que el doctor Sergio Pasqualini me dijo, por teléfono, que estaba embarazada corté y me puse a llorar. Hasta entonces había pasado por un sinfín de desilusiones. Con mi pareja, Basilio, decidimos ser padres al poco tiempo de vivir juntos. Habíamos formado pareja cuando yo tenía 33 y Bruno llegó diez años después, a los 43. Ahora, con 47, al recordar todo lo que vivimos desde que empezamos a buscar un bebé, es inevitable que me emocione porque fue una batalla inmensa la que tuvimos que dar, sobre todo en lo anímico”.

Ansiedad vs. paciencia
Susana Fanti evoca así sus esfuerzos para ser madre: “Cuando empezamos a buscar me quedaba un solo ovario y se me complicaba quedar embarazada por un problema de quistes. Durante seis u ochos meses lo intentamos en forma natural, a cada paso íbamos sintiendo una presión mayor y, no había nada que hacer, no quedaba embarazada”.
La situación hizo que la pareja se planteara, entonces, la posibilidad de hacer un tratamiento, lo que implicaba entrar en una nueva etapa de ansiedades. “Y decepciones, porque siempre puede pasar que los ovarios no estén en condiciones para fertilizar. Se necesita mucha paciencia para un tratamiento de fertilización asistida y muchos años de estudios. Son idas y venidas durante un largo tiempo”.

Nuevos intentos
“En 2000 empecé el tratamiento en el Hospital Rivadavia de Buenos Aires. (Yo vivo en Haedo). Lo que más tiempo nos llevó fueron los estudios previos. Me analizaron de pies a cabeza. Y también a mi pareja. Siempre estuvimos juntos y no teníamos la posibilidad de pensar en otra cosa. En ese momento yo no trabajaba. Fueron unos años de sufrimiento y tremendas desilusiones porque tuvimos dos intentos fallidos. Es difícil transmitir lo que se siente, todo lo que a una le pasa por la cabeza…”.
“En 2004, ya supe que no podían seguir estimulándome con mis propios óvulos y que el tratamiento había fracasado. Además nos habíamos gastado todos nuestros ahorros y realmente no teníamos dinero para encarar otro tratamiento, en otro lado. Estamos hablando de una suma que está entre los 15.000 y los 20.000 pesos. El tema económico era un determinante para no seguir adelante con las inseminaciones.”
“También considerábamos con mi pareja la posibilidad de la adopción, pero yo no me resignaba a ser madre, era algo muy fuerte dentro de mí. En 2005 mandé una carta de lectores a Clarín y una periodista me llamó. Ella me presentó al doctor Sergio Pasqualini. También me puso en contacto con el Laboratorio Organon, que junto con Pasqualini nos donó el tratamiento. En ese momento quedó en claro que el problema para no quedar embarazada era mío. Allí el doctor me habló de la ovodonación. Y fue muy claro. Me dijo que haríamos un solo intento. El corazón se me salió del pecho.”

Felicidad completa
“Un día, por fin, me llamó. Tuve una preparación previa de dos semanas tomando un medicamento y la donante anónima apareció. Eso fue el 30 de noviembre de 2006. Es una sensación rara la de saber que tenés una última oportunidad. Cuando me implantaron los óvulos donados lloré mucho. Me dije que tenían que fijarse. Tenía que llamar a los catorce días, pero por cábala llamé a los catorce más uno. Mi número era el 848. Cuando me dijeron que estaba embarazada, me puse a llorar.”
“Bruno es un nene muy especial, muy tranquilo, que nos transmite muchísima paz. Tiene empatía con todo el mundo. Es un nene que irradia algo”. El doctor Sergio Pasqualini (fundador de Halitus y uno de los más reconocidos especialistas en el área de fertilización asistida desde hace muchos años) nos aconsejó que entre los 3 y los 5 años empecemos a contarle cómo nacen los bebés y cómo fue su origen. Es importante que no lo sepa por otros. Ya le dije que hubo un doctor que lo puso a él en mi panza. Más adelante se lo explicaré con detalles. Quiero que sepa toda la verdad porque es parte de su identidad. Y por supuesto, lo irá haciendo con un terapeuta.”

Madre es la que pare
Cada vez son más las mujeres que, superados los 50 años, quieren ser madres. Pasqualini dice que la vida se ha vuelto más individualista y que son muchas las mujeres de esa edad e incluso de hasta 55 años que, con la vida hecha, se preguntan: “¿Y por qué no soy madre ahora?”
Pero lo que mantiene abierto el debate no son los tratamientos de fertilidad ya conocidos, sino la ovodonación que consiste en implantar óvulos de una mujer en otra, los que son fecundados con el semen de la pareja receptora, en cuya panza se implantan.
El doctor Pasqualini dice a Clarín Mujer: “La biología no ha cambiado, pero sí lo ha hecho la cultura. A corto plazo, cuando esté más al alcance de todos, la ovodonación va a ayudar a que muchas mujeres grandes puedan tener hijos. Como ya está creciendo la fertilización in vitro, porque están bajando los índices de fertilización natural”. Últimamente, son cada vez más las mujeres fértiles que congelan óvulos.
Un tema que genera alguna clase de dudas se resume en una pregunta que genera inquietudes, pero después pierde consistencia: ¿quién puede o debe arrogarse el nombre de “madre” cuando una mujer dona el óvulo que fecunda y la otra gesta el hijo durante nueve meses? Pasqualini no tiene ninguna clase de dudas: “Madre es la que pare”, sostiene.
Fin de la discusión.

Fuente: Entremujeres.com