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Por: Revista Caras | 20/11/01

Cáncer de mama: Alentadoras estrategias para el diagnóstico, pronóstico y tratam


Las mamografías anuales permiten detectar la enfermedad en sus comienzos,

permitiendo tratamientos conservadores y mejorando la calidad de vida.

Además nuevas investigaciones sobre factores pronósticos como la

angiogénesis y los oncogenes permiten identificar tumores más agresivos.

El cáncer de mama es la primera causa de muerte por cáncer en la mujer en nuestro país, donde se diagnostican aproximadamente 13.000 nuevos casos por año. Se estima que una de cada 10 mujeres va a desarrollar esta enfermedad a lo largo de su vida. Al mismo tiempo aumentó su aparición en mujeres menores de 45 años de edad. Sin embargo, gracias a los avances científicos actuales ha disminuido su mortalidad y mejorado la calidad y tiempo de vida de estas pacientes.

No todas las mujeres tiene el mismo riesgo de contraer la enfermedad. El antecedente de cáncer de mama en un familiar cercano (abuela, madre o hermana) puede aumentar las posibilidades de padecerlo. Se conocen actualmente dos genes (BRCA1 y 2) que están directamente relacionados con el desarrollo de cáncer de mama y de ovario, pero su alteración es muy poco frecuente, dado que la mayoría de las pacientes con cáncer de mama (80%) no poseen antecedentes familiares de la enfermedad.

El mayor impacto en la mastología en estos últimos años fue la mamografía. Su realización en forma periódica marcó un antes y un después en la detección de enfermedades mamarias no palpables. Asimismo, con el gran avance tecnológico en calidad de las imágenes mamográficas y ecográficas, y la posibilidad de efectuar punciones de imágenes no palpables (Core biopsy o mamotomme) entramos en la nueva era de la detección precoz: cuanto antes se diagnostica la enfermedad, mayores son las chances de curación y de tratamientos no mutilantes, conservando la mama y permitiendo una mejor calidad de vida.

Los tumores mamarios no son todos iguales, existen diferentes variedades de tipo y agresividad. Una de las metas es poder identificar aquellos tumores más invasores con capacidad de diseminar la enfermedad hacia otros órganos.

Para poder identificar los tumores agresivos, se están investigando en la Argentina y en el resto del mundo una serie de factores pronósticos de última generación como la angiogénesis, el oncogen c-erbB-2, oncogen p53, ploidía (cantidad de ADN de las células del tumor) etc., correlacionándolos con factores pronósticos tradicionales y bien conocidos como la edad, el tamaño y tipo tumoral, los ganglios axilares y otros.

La angiogénesis es la formación de nuevos vasos sanguíneos hacia y dentro del tumor y la medición del número de vasos nos da una idea de su agresividad. A más vasos, mayor la posibilidad de que las células tumorales migren y produzcan una siembra (metástasis) en otro órgano. El oncogen C-erbB-2 produce una proteína que regula el crecimiento y la división de las células. Cuando esta proteína está presente los tumores tienen un crecimiento más acelerado. Pero paradójicamente se observa que tienen una mejor respuesta a tratamientos con antraciclinas ( un tipo de quimioterapia). Lo último es el descubrimiento de un anticuerpo anti c-erbB-2 (trastuzumab), que se usa asociado a estas drogas para lograr una mayor eficacia conjunta.

Existe una falsa creencia de que la mastectomía (extirpación de la mama) es un fantasma del pasado. Desgraciadamente no es así. Solamente los tumores detectados en su etapa temprana son pasibles del llamado ‘tratamiento conservador‘ del cáncer de mama con buenos resultados estéticos.

Actualmente se está trabajando en una técnica llamada ‘biopsia del ganglio centinela‘ en tumores pequeños, para conocer el estado del primer ganglio axilar y compararlo con el resto de la axila, aunque todavía es un tema controversial.

Queda un largo camino por recorrer para poder decir que el cáncer de mama es ‘curable’. Tal vez la genética pueda conseguir nuevas armas para combatirlo en un futuro cercano, aunque en esta última década se han conseguido avances impensados poco tiempo atrás. Un control periódico por parte de un especialista y mamografías anuales a partir de los 40 años de edad son las herramientas ideales para detectar a tiempo este mal, haciendo posible un tratamiento precoz, más efectivo y con mejores resultados.

La Dra. Astrid L. Margossian es médica cirujana dedicada a las enfermedades mamarias. Está a cargo del Dpto. de Patología Mamaria del Instituto Halitus dirigido por el Dr. R.S. Pasqualini. Su Departamento ha recibido tres premios en el último año en distintos congresos de la especialidad por trabajos científicos de investigación realizados en el Instituto sobre factores pronósticos en cáncer de mama (angiogénesis y C-erbB-2).