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Por: Infobae | 03/01/23

Vacaciones con hijos: guía para disfrutar de los días de descanso en familia


Las vacaciones con los chicos pueden estar muy lejos de lo que usualmente se conoce como ocio. Especialistas compartieron consejos para que todos puedan relajarse y disfrutar este verano

La llegada de los hijos cambia la vida de las personas para siempre. En el mejor sentido de la expresión, ser padres es darse cuenta cómo el amor se multiplica hasta el infinito y descubrir que muchas veces las aspiraciones personales pueden posponerse.

No se trata de relegarse como individuo o como pareja —o tal vez un poco, sobre todo en los primeros años de vida de los hijos—. Más bien consiste en comprender que el deseo de formar una familia trae consigo un reacomodamiento de “piezas” en el juego de la vida y hacerse a la idea de que las expectativas deberán indefectiblemente adaptarse a la nueva realidad.

Y la llegada del verano y las vacaciones, suelen poner a las familias de cara con una situación que, salvo en plena pandemia en 2020 cuando todos debimos adaptarnos a una convivencia obligada, no suele ser la usual durante el resto del año. Y sucede justo cuando los adultos llegan con la reserva mínima de energía y paciencia a los tan ansiados y necesarios días de descanso.

Según cuál sea el plan, la dinámica podrá variar, pero lo cierto es que salvo en un all inclusive con sector exclusivo para niños donde personal especializado les organiza juegos y actividades, ya sea en la sierra, la playa o la montaña, pasar las 24 horas del día todos juntos durante varios días puede llevar a algunos momentos de tensión familiar.

“A lo largo de la vida todos vamos viviendo distintos roles en relación a los otros que nos harán prevalecer en diversas necesidades intelectuales, afectivas y comportamentales, por lo tanto no podríamos hablar de una única manera de vacacionar y que esta se mantenga estable en el tiempo y para siempre”. Pablo Lanzafame es licenciado en Psicología (MN 49.982) y ante la consulta de Infobae, continuó: “Apelando a un eufemismo podríamos afirmar que el cambio es lo más permanente que tiene la existencia del ser humano. Es decir que vacacionamos de una manera cuando somos niños, adolescentes, adultos, cuando lo hacemos en pareja, sin pareja, con hijos, sin hijos, con nuestros padres ya como abuelos o con amigos”.

En ese sentido, para el psicólogo del Departamento de Crianza y Orientación a padres de Halitus Instituto Médico, “sí cambian las vacaciones con la llegada de los hijos, pero también cambian los adultos al momento de ser padres o madres, y quizá se dan cuenta que comienzan a disfrutar de ciertas actividades que desconocían previamente en relación a las infancias”. “Como padres y madres se trata de estar receptivos a las necesidades que presentan nuestros hijos según los vaivenes de su edad, a que podamos distinguir cómo se encuentran este año respecto a las vacaciones. Una buena práctica es poder introducir la temática previamente en el hogar e irse preparando para las mismas, que no se encuentren con lo inesperado de irse de un día a otro”, ahondó.

Para el licenciado en Psicología y sexólogo Mauricio Strugo (MN 41.436), “cuando se vacaciona en familia lo primero que hay que hacer es bajar las expectativas con respecto al ideal de descanso”. “Cambiar el aire y compartir tiempo juntos puede ser el propósito y una hermosa propuesta pensando que durante la mayoría del tiempo estamos a las corridas y no compartimos tiempo de calidad para disfrutar de propuestas familiares donde nos conectemos de verdad”, sostuvo el especialista, para quien “los descansos serán momentos artesanales construidos cuando los hijos descansan y los adultos tengan un rato para tomar algo en el balcón contemplando el paisaje o para disfrutar de ese tiempo a solas como cada uno desee”.

En coincidencia con ellos, la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44.247) aportó que “a partir de la llegada de los hijos todos los momentos de ocio para el resto de la familia se modifican”. “En especial, aunque tratamos de cambiar socialmente, aún estamos en proceso y principalmente para las madres no es tan fácil hacer planes fuera de casa o incluso disfrutar de las vacaciones como si diera lo mismo estar con niños que no estarlo”, opinó la especialista, quien aclaró: “No pensándolo como una molestia, claro está. Sino en el sentido de que las vacaciones pasan a ser un espacio de compartir y a su vez de lidiar con 24 horas de demanda constante”.

Lo dijo en referencia principalmente a los primeros años de vida de los hijos, en los que sentarse a tomar sol o leer un libro de corrido es casi imposible. “Quizá antes no nos metíamos tanto al mar, pero ahora con los hijos chiquitos se hace necesario estar ahí -ejemplificó-. De pronto toca la hora de la siesta del bebé en plena playa y hay que encontrar la manera de resolverlo. Y así un sin fin de situaciones cotidianas que siguen estando presentes aunque estemos de vacaciones”.

Y continuó: “El señor qué pasa vendiendo helado, la chica de las pulseritas, el vendedor de choclos, el berrinche luego de algunos ‘no’ y diferentes escenas que generan situaciones que probablemente existan en casa pero que al convivir todos 24×7 se intensifican. No es que no podamos disfrutar las vacaciones en familia, pero sí hay que saber que ya no van a ser como eran y que para pasarlo bien hay que adaptarse y anticiparse a algunas situaciones para que todo pueda fluir más naturalmente”.

Para ella, “no está de más saber que a veces no todas las vacaciones se adaptan a lo que los niños pueden. Es decir, hay vacaciones más ‘child friendly’ que otras y se trata de elegir”. “Cada quien conoce a su hijo y sabrá hasta dónde y cómo. No hay regla general pero sí viajar con empatía y conciencia y no esperar que los chicos se comporten como adultos”, agregó.

-¿Cómo es posible que todos disfruten las vacaciones en familia?

– Lanzafame: Es cierto que las necesidades y deseos de las infancias y el mundo adulto son diferentes, sin embargo las vacaciones son momentos donde podemos pasar más tiempo con nuestros hijos y afectos, ya que no nos corren las obligaciones del mundo adulto, al menos no tanto como el resto del año. Esto puede reflejarse en vivencias inéditas que nos gratifican dentro de nuestro ámbito personal y familiar. En parte dependerá de la dinámica familiar, por ejemplo, si la pareja parental se encuentra ellos mismos sintonizados respecto de la crianza de los hijos es muy probable que cuenten con estrategias que sirvan a la dinámica familiar: alternándose al momento de los cuidados, estando ambos cuando son momentos que uno solo no puede, dividiéndose los roles de crianza según los momentos del día, no hay dos estrategias iguales que sirvan a dos familias, cada dinámica familiar es única.

Si hablamos que la pareja parental está en sintonía es altamente probable que también estén sintonizados con las necesidades de sus hijos, repercutiendo positivamente en la dinámica familiar. Por supuesto que puede darse la situación contraria, que al irse de vacaciones existan conflictos dentro de la pareja y esto ocasiones cortocircuitos en la comunicación entre los padres y entre los hijos. Por lo tanto, si detectamos que no la estamos pasando como quisiéramos los adultos o los niños, sería deseable poder registrar ese malestar que a veces se identifica con emociones relacionadas con el enojo o la ansiedad y se traduce en conductas oposicionistas o de aislamiento, y apelar al diálogo. La comunicación entre la pareja parental y de ellos hacia sus hijos, y de sus hijos hacia ellos será lo que realmente marque una diferencia en la experiencia de vacaciones o cualquier otra.

– Ruda: Tenemos que saber que los días de descanso son vacaciones para todos y todas. Los chicos en general son más demandantes con sus mamás y sobre todo si son más chiquitos. En este punto, es esperable que la pareja entienda que también son vacaciones para una y a veces esto implica que el otro pueda resolver situaciones y aliviane esta situación.

Incorporar cierta rutina, por supuesto más flexible y menos rígida que en el día a día, a veces ayuda a conservar la calma. Saber, por ejemplo, que para llegar a la playa a determinada hora hay que tener tiempo para prepararse, que estas tareas estén repartidas y evitar enojarse si no se dio el plan como se esperaba, son algunas cuestiones a tener en cuenta para hacer de las vacaciones un momento de disfrute más allá de los avatares propios de “las vacaciones con hijos”.

Cuánto más los adultos se entregan a saber y entender que las vacaciones con chicos tienen otro timing, que existen otras situaciones a resolver y que tenemos la capacidad de adaptarnos a estos cambios y resolver, todo fluye mejor. Tener ideas anticipadas para los imponderables ayuda. Llevar propuestas para los días de lluvia y no improvisar suele apaciguar el momento de aburrimiento. No porque tengamos que ser animadores de fiestas en ese momento sino porque podemos ofrecer, al menos un rato, alternativas para pasar el día.

Es importante saber que aún en familias donde hay hermanos todos reclaman la mirada y atención del adulto, ya que no son tantas las veces que los tienen “a su entera disposición”.

Otro tema importante a la hora de priorizar las vacaciones como un momento de relax para todos es que las tareas domésticas que haya que realizar sean compartidas. Muchas veces alquilar una cabaña o una casa implica hacer compras y cocinar, tarea que realiza casi siempre la mujer -con excepción del asadito-. Con lo cual es común las mujeres sigan sintiendo que no descansan del todo. Es importante alivianar la carga mental y repartirla, pensar juntos qué se va a comer, qué se lleva a la playa o a las excursiones para picotear y que esta tarea sea compartida.

Es clave que todo lo que haya que preparar sea lo más “entre todos” posible, incluyendo a los niños cuando ya están en edad de colaborar por ejemplo en el armado de sus mochilas.

– Strugo: Lo recomendable es distribuir el tiempo para que todo sea un win win o lo más parecido a ello; esto sería que haya tiempo familiar, tiempo de pareja y también personal para que cada uno pueda reciclar energía y volver al encuentro recargados. Claro que todo esto requiere planificación y estabilidad en la pareja como base del proyecto vacacional. Eso sí, para que así sea será necesario también cierta flexibilidad cuando lo que tenemos planificado por diversos factores se tiene que modificar, como por ejemplo cuando llueve, si somos un buen equipo todos, sabremos salir creativamente de las situaciones adversas.

En conclusión, si bajamos las expectativas de lo ideal a lo posible, planificamos los tiempos familiares y personales y estamos dispuestos a ser creativos cuando algo no sucede como lo pensamos, el resultado de esa pausa de la rutina del año será una ganancia en recuerdos para toda la vida.

La sexualidad de la pareja en vacaciones con hijos

Se trata de un tema no menor, si se piensa que antes de la llegada de los hijos, los días de descanso eran un momento de mayor encuentro y ahora quizá se llega a esos días más agotados que antes.

Sin embargo, para Ruda, “dentro de algunas rutinas establecidas siempre llega el momento en el que los hijos se durmieron o aún no se levantaron”. “La sexualidad de las parejas en vacaciones con hijos va a depender de cómo sea en general la sexualidad de cada pareja -consideró-. Hay parejas que siempre encuentran el momento y otras que no. Algunos están más distendidos y logran quizá acostarse más tarde, dormir la siesta o quedarse un rato más en la cama a la mañana para poder encontrarse. Otras siguen muy atentos a los horarios de los chicos y todo gira en relación a la dinámica con los chicos y se dificulta el encuentro”.

Y tras asegurar que “esto depende también de las edades de los hijos”, Ruda aclaró: “No es lo mismo vacaciones con una mamá lactando, que se despertó varias veces de noche, que con un hijo de tres años que quizá también se despertó pero se pudieron turnar para ir a dormirlo de nuevo, o estar con hijos que ya duermen la noche de corrido. Todo dependerá de cuán autónomos sean nuestros hijos: están los que nos despiertan apenas se levantan para que les hagamos el desayuno, como los que se autogestionan. Con lo cual cada pareja tendrá su momento de encuentro si así lo desea, según su situación particular y en relación a cómo es esa pareja en general con su sexualidad”.

Sobre esto, Lanzafame concluyó: “En relación a la pareja, es real que la intimidad en ocasiones se encuentra postergada por las responsabilidades de la crianza, pero nuevamente hay que apostar al diálogo, que la pareja pueda trabajar su intimidad de a dos. Trabajar la intimidad es utilizar el deseo sexual como motivador de conductas que puedan conducir al momento del encuentro sexual efectivo, y esas conductas pueden estar presentes durante el día, como por ejemplo charlar, reírse juntos, encontrarse tomando un café y darse el momento de diálogo de pareja. El trabajo de la intimidad de la pareja comienza mucho antes del encuentro”.


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