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Por: Admin-Halitus | 23/03/18

Cómo impacta en la salud sexual y reproductiva de la mujer atravesar por una situación de acoso


En las últimas semanas se mencionó profusamente el tema del acoso sexual, la importancia que tiene la denuncia del hecho, la necesidad de mejorar el sistema institucional de protección a las víctimas y hasta se observó a unos cuantos hombres, con mucha inteligencia y criterio de realidad decir cosas como «tendremos que desaprender el machismo que nos enseñaron y aprender nuevas conductas, que sean más apropiadas y justas para con las mujeres».

«Esto es auspicioso, teniendo en cuenta un factor que poco se nombra pero que fue investigado en otras sociedades, como la de Canadá, Estados Unidos y la de los países nórdicos; es el efecto nefasto sobre la salud física que se genera como consecuencia de una situación de acoso o abuso sexual», destacó la médica sexóloga clínica Beatriz Literat (MN 50.294).

«Cuando hablamos de una agresión sexual, que se define como el acceso al cuerpo de una persona con violencia o de abuso, y se describe como el ejercicio del poder sobre otra persona, que puede ser sutil, engañoso y manipulativo, se pueden fácilmente entender las secuelas, en el primer caso psicofísicas y en el segundo psicológicas y sexuales que padecen las víctimas», enfatizó.

Las mujeres pueden llegar a tener serias alteraciones en su funcionamiento hormonal que compromete su vida sexual y reproductiva (Getty)
Las mujeres pueden llegar a tener serias alteraciones en su funcionamiento hormonal que compromete su vida sexual y reproductiva (Getty)
Y agregó: «En el caso del acoso, que es una actitud, una intencionalidad sexual manifiesta y reiterada hacia una persona que intenta evitarla y no lo logra y que puede o no llegar a materializarse, los estudios muestran que sus consecuencias son tan graves como en las variantes anteriores de atentados sexuales».

Para la especialista del Departamento Sexología Halitus Instituto Médico, «la situación de estrés crónico, la incomodidad y la imposibilidad de manejar o poder resolver una situación de acoso laboral, social, familiar o escolar provocan alteraciones en todo el sistema nervioso y cardiovascular que muchas veces se traducen en hipertensión arterial; en otros casos puede aparecer hiperglucemia, contracturas en la musculatura del cuerpo, insomnio, trastornos digestivos y a la larga, como consecuencia última, pueden desencadenarse enfermedades sistémicas y suicidios».

Antes se creía que las víctimas de acoso sexual podían caer en depresión, padecer ansiedad y un estado prolongado de estrés postraumático «pero ahora también se sabe -insistió Literat- que, al ser una unidad psiconeuroinmunológica, las mujeres pueden llegar a tener serias alteraciones en su funcionamiento hormonal que compromete su vida sexual y reproductiva».

En los países mencionados, el efecto negativo que se desencadena en la productividad laboral de estas mujeres como una de las consecuencias del acoso sexual, es motivo de preocupación y de implementación de políticas al respecto.

«En nuestra práctica sexológica específicamente, observamos la aparición de fobia al contacto físico, aislamiento social y descenso de la autoestima con sensación de impotencia extrema», puntualizó la experta, para quien «esta situación produce inhibición del deseo sexual y enormes dificultades para tener relaciones sexuales, por cuanto la mujer intenta consciente o inconscientemente evitar el recuerdo de las escenas temidas».

Y tras detallar que «la aparición de un vaginismo secundario situacional es otra secuela, en el cual la mujer manifiesta rechazo a realizarse los exámenes ginecológicos y/o a las relaciones sexuales», Literat resaltó: «De pronto su ginecólogo/a de confianza y su pareja se transforman en agresores en potencia y nuestro desafío como médicos es descubrir el motivo, ya que en muchas mujeres el acoso sexual es un secreto bien guardado, o bien ellas mismas no logran establecer el vínculo entre el síntoma y las situaciones de acoso que sufrieron».

Por fortuna, según la especialista, hoy es posible ayudar a estas mujeres y a sus parejas con tratamientos breves, seguros y no traumáticos, para que desaparezca la secuencia trauma – miedo – evitación que parece ser una constante estructura de este tipo de trastornos sexuales y que conduce al desgaste de la pareja o a la imposibilidad de constituirla.

«Si alcanzamos a entender también que, en muchos casos, las secuelas de los acosos pueden derivar en que una mujer no logre un embarazo, por imposibilidad de mantener relaciones con su pareja o por aterrorizarse ante la perspectiva de un examen ginecológico y porque su fisiología hormonal se alteró dificultando la concepción, entonces se podrá ver claramente por qué el acoso sexual es un gravísimo delito contra la persona», finalizó.


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