En ese sentido, Beatriz Literat, del Departamento Sexología de Halitus Instituto Médico, advirtió que se observa «con creciente alarma» el aumento de una moda en los lugares en que se concentran los adolescentes y jóvenes: «la de consumir sustancias supuestamente potenciadoras de las sensaciones sexuales en forma de pastillas asociadas a bebidas energizantes, drogas que se inhalan y mezclando todas estas sustancias con alcohol».
Literat destacó que a pesar de las consecuencias que se ven cada año, de intoxicaciones, situaciones delictivas y aún muertes como resultado de estas mezclas, «esta necesidad de atreverse a más y más sin pensar en las consecuencias va en aumento».
Sobre el efecto real tienen estas bebidas y sustancias, la especialista explicó que quienes las consumen, «buscan promover el aumento de la excitación sexual, lo cual produce, al mismo tiempo, la disminución del control consciente y de la represión».
En ese sentido, añadió que el cuerpo y la mente funcionan en «piloto automático» en un ambiente «que favorece el descontrol por la aglomeración de pares en igual condición, la música frenética, ciertos mensajes subliminales manejados desde la cabina del DJ y una mentalidad general de que el boliche o la disco es el espacio adecuado para practicar en grupo todo tipo de experiencias, pensando tal vez, que entre muchos, estarán más protegidos».
Para Literat, los jóvenes continúan consumiendo estas sustancias a pesar de ser nocivas porque, por un lado, «las tienen a mano en el lugar donde se reúnen» y además, «están ciertos amigos que ofician de líderes del grupo y que dicen esto no te
va a hacer nada, dale que es cool «.
«Por supuesto si alguien se intoxica o sucede algo delictivo, el instigador desaparece y no se responsabiliza», manifestó la experta.
Entre los efectos producen estas sustancias o su mezcla, más allá de la intoxicación, la sexóloga subrayó que se destacan «la imposibilidad de pensar y de reaccionar ante una situación de emergencia, una especie de parálisis mental y muscular y una estupidización generalizada».
«De modo que la persona puede estar en medio de un incendio y no tendrá recursos para salvarse o, si intentan un juego de violación, se dejará hacer pasivamente. En algunos casos, a continuación existe una amnesia casi total de lo sucedido, por lo cual la víctima no puede quejarse o hacer denuncias», se explayó.
Para la especialista, «esta mezcla paralizante de sustancias también se utilizan en las despedidas de solteros/as en las cuales los/as «amigos» drogan al/la novio/a e inducen a la víctima a situaciones incontrolables».
«Obviamente, en estos casos, las medidas de precaución en el sexo son nulas», enfatizó.
Al ser consultada sobre por qué se están utilizando estos estimulantes con tanta ligereza, consideró que «desde la oferta, existe un comercio en el cual mucha gente gana dinero con esto», mientras que «desde la demanda, no existe educación sexual ni de valores, que les permita a los jóvenes evaluar si realmente necesitan gastar dinero y exponerse a problemas de salud ingiriendo estas drogas».
«En realidad no las necesitan, la sexualidad juvenil normal no requiere de «ayuditas farmacológicas». Tenemos que pensar en algo más profundo. Mi opinión, compartida con otros observadores de la realidad, es que la falta de un sistema de valores en la sociedad que sostengan la evolución de los adolescentes en la formación de su personalidad, la ausencia de proyectos viables que los alienten a estar construyendo su futuro con elementos importantes y trascendentes», puntualizó.
Además, puso de relieve sobre «la falta de metas posibles de concretar, por las cuales se deberían esforzar por vivir y trabajar, hace que los jóvenes se sientan vacíos, inseguros,
aburridos y frustrados».
«Como la libido es uno de los motores del ser humano que genera la energía para hacer cosas, para permanecer motivados con los propios ideales, no solo para la sexualidad genital, los jóvenes al no tener proyectos motivadores en los cuales canalizar su normal energía juvenil, para no «sentirse bajoneados», recurren a las fiestas de sexo, drogas y más, que les dan la ilusión por un par de horas, de estar activos, funcionando bien, igualándose al grupo y de olvidarse de que ese momento no es la vida toda», dijo.