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Por: Diario La Nación | 27/08/00

Una nueva técnica para congelar tejido ovárico


En 5 o 10 años podrá utilizarse para maternidad diferida. Se aplica antes de las quimioterapias que reducen la fertilidad l Antes, estas
mujeres perdían la esperanza de ser madres l Sirve también en casos de niñas
y adolescentes
Aquellas mujeres que deban someterse a quimioterapia, que salva vidas, pero lesiona la fertilidad, de todos modos podrán intentar ser mamás.

La Argentina cuenta por primera vez con un programa de congelamiento de tejido ovárico para maternidad diferida. ¿Qué significa esto? Que aquellas mujeres —jóvenes, adolescentes o inclusive niñas— que deban someterse a tratamientos como la quimioterapia, que salvan vidas pero lesionan la fertilidad, de todos modos
podrán intentar ser mamás cuando estén curadas y decidan que es el momento.
La metodología es por ahora experimental —es decir, nunca se produjo un nacimiento humano de acuerdo con esta técnica— y se realiza en no más de siete centros especializados del mundo. Los doctores Johan Smitz y Rita Corvindt, especialistas del grupo que trabaja en Criopreservación de Tejido Ovárico y Maduración in vitro de la Universidad de Bruselas, Bélgica, estuvieron en la Argentina para dar a conocer sus trabajos de investigación. Fueron invitados por el Instituto Médico Halitus, afiliado a la Facultad de Medicina de la UBA, que realiza tareas de intercambio científico con el equipo europeo.

Una nueva esperanza
Los expertos belgas explicaron que las enfermedades como leucemia, linfomas, tumores de hueso, de riñón o de mama, que demandan la aplicación de quimioterapia, radioterapia o inclusive ambas tienen la gran ventaja de curar o aumentar la sobrevida, pero causan esterilidad, ya que afectan las células del ovario que contienen los óvulos inmaduros, imprescindibles para concebir.
“Por eso —explicaron— es necesario extraer uno de los dos ovarios de la mujer, que inclusive puede ser una niña con la autorización de sus padres, antes de comenzar la quimioterapia. Es apropiado dejar un ovario, para no quitarle la posibilidad de que vuelva a funcionar normalmente y se pueda lograr un embarazo. El ovario se extrae por medio de una cirugía laparoscópica, de mínimos cortes; es una intervención de bajísimo riesgo quirúrgico”.
Las laparoscopías, por cierto, no son una novedad en nuestro país, donde se realizan desde hace años. El siguiente paso del método, en cambio, sí es novedoso en la Argentina y es el Instituto Halitus, la primera institución médica local que tiene la tecnología para realizarlo.
“Se trata de la congelación del tejido ovárico —agregaron los expertos belgas—. Se trabaja con la corteza del órgano, que es donde se encuentran los 300 a 400 mil folículos primordiales, que son óvulos inmaduros. La técnica permite conservar trozos de esta corteza ovárica con todos sus folículos intactos en tubos que se disponen en tanques de nitrógeno líquido, a 196º grados bajo cero. Esto se llama criopreservación”.
Así las cosas, el tejido ovárico congelado puede permanecer durante años. “Este es el paso crucial, que aún no está resuelto en humanos —comentan los expertos belgas—. Se hicieron experimentos exitosos con ovejas y ratones, que permitieron lograr embarazos y nacimientos. Pero en los humanos todavía no hemos logrado madurar esos folículos primordiales para convertirlos en óvulos maduros, capaces de ser fecundados por un espermatozoide y transformarse en un embrión.”
Luego del descongelamiento, el método prevé dos opciones: una es el autotransplante del trozo del tejido ovárico en el organismo de la futura mamá; otro, la maduración in vitro. “El primero dio resultado entre las ovejas, pero reimplantar tejido ovárico en el cuerpo de la mujer es mucho más complejo y no da grandes posibilidades de fertilidad”, dijeron los belgas.
Los esfuerzos de los especialistas están centrados en los cultivos in vitro, es decir, lograr que los óvulos inmaduros se desarrollen en laboratorio hasta madurar, un lapso que puede demorar alrededor de 200 días.
“Sabemos poco, por ahora, de los estadíos iniciales del desarrollo de los folículos primordiales —admitió el doctor Johan Smitz—. Pero hay nuevas y poderosas técnicas de biología molecular y en los próximos cinco a diez años será posible en humanos lo que ya hemos logrado en ovejas y en ratones: congelar tejido ovárico, cultivar esos folículos, llevarlos a un estadio maduro y que puedan ser fecundados para convertirse en un embrión”.
Gabriela Navarra