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Por: La Nación | 08/11/15

Los swingers salen a la luz: otros lugares de encuentro


Aunque mantienen el bajo perfil, nuevos y sofisticados puntos de reunión les dan más visibilidad y confianza

La fiesta de Halloween, el último sábado, tuvo como plato fuerte «un secreto» que era sólo develado cuando la noche estaba avanzada y las primeras señales positivas de intercambio entre las parejas empezaban a asomar. Pero el velo de misterio que acompañó siempre al movimiento swinger puede que ahora esté corriéndose de a poco. Y aunque la reserva y el bajo perfil siguen caracterizando a su cada vez más numerosa comunidad, los swingers van ganado confianza y visibilidad, con nuevos y más sofisticados espacios de encuentro. ¿El último y más exclusivo reducto? El Spa Swinger, una novedad que fue muy bien recibida por los cultores de la práctica del intercambio. «Fue como una brisa fresca en un ambiente donde hacía rato no había muchas novedades», define Alex, uno de los asistentes a la reunión.

De día es un spa convencional. Pero algunas noches se convierte en el primer spa swinger de la Argentina. «Es una opción más relajada que un boliche, donde a veces por la música y la oscuridad no hay posibilidad de conocer a la pareja», explican en el spa mismo.

Hasta ahora, los puntos de encuentro de los swingers se concentraban en los boliches -no más de cinco o seis, entre Capital y el conurbano- y algunos departamentos y quintas alquiladas, donde se organizaban encuentros privados. Por eso el spa inaugurado el mes pasado es visto como una ola de «aire fresco» dentro de la movida que últimamente no ofrecía grandes novedades, salvo por la incorporación de parejas cada vez más jóvenes. Mientras que hace una década la iniciación en la práctica era a los cuarenta y pico, ahora se acercan parejas de veintipico.

«La comunidad swinger fue creciendo en cantidad, pero los lugares de encuentro, no. Siguen siendo los mismos que hace diez años -asegura un miembro de la comunidad-. Lo que sí se multiplicaron fueron los eventos en esos lugares: antes había uno por semana, hoy los hay prácticamente todos los días y para distintos públicos: gays, lesbianas y héteros.»

Lo cierto es que el spa, regenteado por Adults Entertaiment Group, (AEG) busca diferenciarse de los boliches no sólo en cuanto a la masividad -los eventos que se organizan convocan entre 15 y 20 parejas como máximo-, sino en cuanto a la onda de quienes asisten, que deben pasar primero un filtro telefonico que intenta corroborar que sean parejas pertenecientes a la comunidad para ahuyentar a los curiosos que abundan en las discos y ver si dan con el perfil deseado. «Es necesario que los organizadores tengamos una aproximación breve pero sincera con los participantes que nos permita, entre otras cosas, orientar a las parejas según cada evento en particular con su temática», explican elegantemente. Pero además de los eventos temáticos y mensuales organizados por AEG, sus instalaciones pueden alquilarse para fiestas privadas y despedidas de solteros swingers.

«El del spa es un ambiente muy sensual, de un estricto elegante sport que no es negociable. La intención es convocar a personas de buen nivel, profesionales. Como miembros de la comunidad que tuvimos posibilidad de viajar, pretendemos replicar algunas experiencias que vivimos en el exterior, donde las opciones para los swingers están mucho más extendidas con resorts y cadenas hoteleras all inclusive en lugares realmente paradisíacos.»

Jamaica, Cancún, Playa del Carmen, Riviera Maya, Ibiza, Lanzarote y California, sumados a los cruceros temáticos, son algunas de las propuestas top para la comunidad swinger. Es que el intercambio de parejas, más allá de una práctica sexual, se ha convertido en un negocio comercial. Según estimaciones de los propios miembros, hay unos 400 clubes de intercambio en los Estados Unidos y más de 600 en Europa.

Pero los argentinos cultores de esta práctica sexual no tienen que irse demasiado lejos para disfrutar de unas vacaciones swinger. En Punta del Este, el Chihuahua Resort, complejo que se encuentra a sólo 100 metros de la reconocida playa nudista del mismo nombre, promete «un entorno libre de prejuicios e instalaciones de lujo a 10 minutos en coche de la elegante localidad de Punta del Este». El establecimiento está cerca de un campo de golf y alberga un gimnasio, piscinas nudistas, así como terrazas privadas conectadas por canales de agua. El costo por dos noches en una habitación doble estándar es de 3000 pesos. La cuádruple superior, por el mismo período, se paga unos 5000 pesos en promoción.

Relax… y algo más

Acá, en Buenos Aires, a falta de playa y del mágico entorno caribeño o esteño, las instalaciones del spa en microcentro (su dirección exacta es develada recién cuando se pasa el filtro telefónico) sirven para al menos lograr cierto relax.

«Obviamente están habilitados todos los espacios del centro: los hidromasajes, las duchas y los gabinetes de masajes. Es un ambiente más tranquilo que la disco, ideal para el que se está iniciando -cuenta uno de los organizadores-. Además, en los eventos hay dos asesoras que están ahí para ayudar y para hablar con la pareja en caso de tener alguna duda. Lo importante es que todos se sientan cómodos y sin presiones, si no quieren que haya intercambio, obviamente no lo hay.»

La música suave y el menor consumo de alcohol es otra de las diferencias que buscan marcar con las propuestas más conocidas. Los organizadores aseguran que si bien se les convida una copa de espumante al ingresar -incluida en el precio de $ 600 por pareja- y hay una barra que expende algunos tragos, el alcohol corre en menor medida que en un boliche.

«Está para hacer un brindis, romper el hielo, no para emborracharse. Esto permite relaciones más conscientes, donde sea posible charlar y encontrar otros intereses. Que no estén sólo motivadas por la pasión», dicen en el spa, donde también aseguran que a mitad de la madrugada se «invita» algo dulce como mousse de chocolate y maracuyá, y la gente deambula en bata por los pasillos, tal como sucede en un spa convencional. Los intercambios, de producirse, se realizan en lugares acondicionados para tal fin.

¿Prejuicios que caen?

Uno de los prejuicios instalados respecto de los intercambios swingers es que en general «es un todos contra todos» y que son acompañados por el descontrol. «Esto no es así, ni siquiera en los boliches. Obviamente el del spa es un ambiente más contenido, donde antes se puede hablar y después, si hay onda, pasar a la siguiente etapa. Pero en el boliche no existe descontrol.»

Lo mismo sostiene una de las encargadas de Anchorena, en famoso reducto swinger de Palermo. «No se trata de un ´todos contra todos´, a veces las mujeres creen que cuando entran al club se les van a tirar todos encima y no es así. Hay reglas que son estrictas y que se respetan.»

Otro prejuicio que cayó con los años es el que el swinger presenta una patología sexual. Sin entrar en cuestiones morales, los expertos coinciden en que sólo es una variante más de relacionarse sexualmente. «Las libertades sexuales han evolucionado mucho durante los últimos 20 años. El mundo cambió y algunos temas tabú han ido desapareciendo», dice el el sexólogo León Guindín, que dirige un centro que lleva su nombre. El reconocido especialista recuerda el curioso y casi desconocido origen de esta práctica. «El intercambio de parejas viene de la Segunda Guerra Mundial, en una base militar norteamericana alejada, en el Pacífico. Los pilotos de la fuerza aérea y sus mujeres, que también estaban instaladas allí, fueron los precursores, y luego la movida se propagó por Europa y los Estados Unidos», dice el reconocido sexólogo.

Por su parte, Beatriz Literal, sexóloga clínica del departamento de sexología del instituto médico Halitus, sostiene: «En la actualidad muchas conductas sexuales no tradicionales no son consideradas patológicas, como sucedía hace años -destaca-. Los movimientos de derechos humanos y políticos, que defienden la diversidad de los individuos, han logrado que conductas que antes estaban catalogadas como perversiones actualmente se consideren sólo diferentes».

Y aunque en la comunidad aseguran que ellos viven su sexualidad en libertad y la apertura es mayor, muchos admiten que de puertas hacia afuera, la sociedad no termina de aceptarlos. «Vamos logrando avances, pero seguimos percibiendo cierta resistencia. Si por mí fuera gritaría a los cuatro vientos que soy swinger porque estoy orgulloso de vivir mi sexualidad sin cadenas -reivindica Alex-. Pero para eso falta. Por lo pronto, disfruto de estos espacios de encuentro y libertad.»

http://www.lanacion.com.ar/1842963-los-swingers-salen-a-la-luz-otros-lugares-de-encuentro