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Por: Revista Viva | 22/03/15

Amor de madre, edad de abuela


Adriana Illiescu es la mujer que dio a luz con más edad. Rumana, jubilada como profesora de literatura, tiene 76 años y su hija cumplió 10.

La rumana Adriana Illiescu tiene una hija de 10 años. Le enseña piano, la lleva a las actividades escolares típicas y tiene un sueño: llegar a verla en su vestido de novia. Un sueño común de toda madre común. Pero en su caso cobra más fuerza. Illiescu tiene 76 años y figura en el Libro Guiness de los Récords como la mujer que dio a luz con más edad. Tuvo a la inquieta Eliza a poco de cumplir 66, en 2005, y fue tapa de diarios y revistas como símbolo del desafío al paso del tiempo. Hizo y hace ruido su decisión. Algunos la ven como la mamá bisabuela y otros como la madre coraje que le puso el cuerpo, con todas sus arrugas y años, a uno de los deseos más movilizadores de la humanidad. El de tener descendencia.

¿Cómo hizo para tener a su hija a esa edad? Se sometió a un tratamiento de fertilización asistida. Recurrió a una mujer donante de óvulos y a un hombre donante de esperma y con ese material genético logró varios embriones que le fueron implantados en el útero. No se precisó cuántos intentos hizo para quedar embarazada, sí se sabe que trató de lograrlo durante 9 años. En 2005, finalmente, tuvo gemelas, pero sólo sobrevivió Eliza. «El deseo siempre estuvo, pero no fue posible concretarlo a lo largo de la vida, y no quería perderme la oportunidad de experimentar esta sensación maravillosa de abrazar a un hijo», declaró cuando todos los flashes la apuntaron al hacerse pública su maternidad récord.

«Este tipo de casos récords son posibles gracias a la ovodonación, una técnica de fertilización asistida que llegó para ayudar a mujeres que no pueden tener hijos con sus propios óvulos. Esto se logra porque la vida útil del útero es más prolongada que la de los ovarios y si se prepara el endometrio -la capa interna donde anidará el embrión- con hormonas se puede conseguir incluso a edades avanzadas», explica Sergio Pasqualini, director científico de Halitus Instituto Médico, especializado en fertilización asistida.

El tema es si una mujer de más de 60, aunque su útero continúe «útil», puede someterse a esos procedimientos sin riesgos. «En la Argentina podría hacerse un tratamiento a una mujer mayor de 50 años porque la ley no establece límite de, edad. Como decisión médica, nosotros consensuamos hacer esos tratamientos en mujeres de hasta 50 porque hay reportes de que a esa edad una mujer podría embarazarse con sus propios óvulos. La Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva sugiere no realizar este tipo de procedimientos en mujeres de más de 50», explica Fernando Neuspiller, director de IVI Buenos Aires.

«A primera vista puede parecer arbitrario poner un límite de edad a este tipo de tratamientos, pero no lo es, sobre todo si tenemos en cuenta no sólo este límite de la naturaleza, sino también el mayor riesgo reportado de complicaciones durante un embarazo en edad avanzada: hipertensión, diabetes gestacional, bajo peso y parto pre término (antes de tiempo). Sumado a estos aspectos médicos deberíamos considerar otros como las demandas de maternidad, el acompañamiento del hijo durante la crianza y la presencia de los padres por lo menos hasta la mayoría de edad», agrega Susana Kopelman, directora científica de CEGYR, otro centro de fertilización asistida.

«Tenemos la suerte de que la ciencia haya avanzado tanto al punto de brindarnos alternativas muy positivas para lograr que una mujer infértil, por los motivos que sean, logre su sueño de ser madre. En el caso de una mayor de 50, a nivel psicológico y emocional hay muchas variables a tener en cuenta, como gestar un bebé con óvulos de una donante, la mirada crítica de la sociedad, el futuro del bebé cuando uno no esté presente, entre otros. Por eso, en estos casos, es fundamental el acompañamiento psicológico», señala María Villamil, psicóloga del instituto IVI.

Illiescu tuvo que enfrentar la «mirada crítica de la sociedad». Y todavía no se acostumbra a los paparazzi que quieren capturar el momento en que acompaña a su hija a la escuela. Esa postal de abuelita que no lleva de la mano a su nieta, sino a su hija. Con todos sus achaques, va feliz. Cuando era joven abortó dos veces y hasta pasó por una adopción que no llegó a consolidarse. Hoy, cerca de los 80, dio totalmente vuelta el tablero.