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Por: TN | 05/08/21

Preservar óvulos para planificar la maternidad: las consultas aumentaron el doble durante la pandemia


El miedo al coronavirus, el dinero disponible por las restricciones a los viajes y la idea de detener el tiempo que trajo la nueva normalidad, entre las razones del fenómeno. Valeria Serrano le contó su experiencia a TN.com.ar: “Hoy no estoy decidida a ser madre, pero no quería castigarme el día de mañana”.

Valeria Serrano, de 36 años, cuenta que no pensaba en la maternidad como un deseo desde muy joven. “Nunca fui muy ‘Susanita’”, dice. Sin embargo, aclara que aunque hoy no quiere ser madre, quizá cambie de opinión y por eso contempló la posibilidad de que se concrete en el futuro. Con esa premisa, decidió congelar óvulos hace casi un año.

El caso de Valeria refleja una tendencia: por distintos motivos, las consultas y realización de este tratamiento que permite preservar la fertilidad crecieron de manera significativa durante la pandemia. De acuerdo con un relevamiento de TN.com.ar, las solicitudes en clínicas e institutos médicos que realizan la práctica aumentaron entre un 60% y un 137%.

Técnicamente, la vitrificación o criopreservación de las células reproductoras u ovocitos, consiste en extraerlos del cuerpo para conservarlos. Es decir, se trata de una técnica de reproducción asistida, pero, en este caso, sin realizar inseminación ni fecundación.

El procedimiento, de la mano de los avances de la medicina reproductiva, otorga así una posibilidad de planificar para el largo plazo, algo impensado décadas atrás. Con la irrupción de la pandemia, y luego de un primer momento en el que se paralizó prácticamente todo, esa necesidad y la idea de “detener” el tiempo en este aspecto biológico tuvo su resonancia.

“Nunca fui muy de las que desde chicas quieren ser mamás. Pero siempre tuve claro que una cambia con el tiempo. Hoy no estoy decidida a ser madre”, relata Serrano, instrumentadora quirúrgica, a este medio. “Ahora estoy en pareja, pero en ese momento no y tampoco estaba decidida a ser madre sola. No quería el día de mañana castigarme por no haberlo hecho”, agrega.

En su caso, la pandemia la empujó a iniciar el tratamiento por una cuestión de tiempos. “Hacia julio o agosto en mi trabajo estábamos asistiendo de manera rotativa y como era algo que venía posponiendo , sentí que era el momento indicado”, detalla.

La expansión del coronavirus coincidió por diversos motivos con la determinación de avanzar con la práctica. El doctor Fernando Neuspiller, tocoginecólogo y director del centro de reproducción asistida IVI, confirmó la tendencia a TN.com.ar. Según su experiencia, son múltiples las razones, entre las que destacó varias que se repitieron en las consultas de los últimos meses. Por un lado, el factor económico. “Mucha gente, que puede acceder, tiene más disponibilidad que antes al destinar el dinero que utilizaba para viajar o salir. Por otro lado, la pandemia generó mucho miedo a la enfermedad y deciden preservar por eso, hasta que pase este momento”, enumeró. Otro de los puntos, según consignó, tiene que ver con aquellas mujeres que buscan estar en pareja para tener hijos.

En dicha clínica, durante el verano del 2021 la demanda del tratamiento de vitrificación creció en un 137%, en comparación con el mismo período del año anterior.

Desde la Fundación Repro (dedicada a la investigación y la docencia en reproducción) presidida por Sergio Pasqualini, médico ginecólogo y también director del instituto médico Halitus, coincidieron en la percepción. De acuerdo con sus estadísticas, las consultas subieron un 60% y los tratamientos efectivamente hechos aumentaron un 20%. “El comienzo de la pandemia coincidió con un tiempo en el que la temática de la vitrificación de óvulos se fue instalando cada vez más como una opción para la preservación de la fertilidad y la planificación reproductiva”, aclaró Pasqualini. “Es decir, coincidió y tal vez hizo que se generaran incertidumbres que motivaran”, agregó.

En este contexto, según aporta el médico ginecólogo Diego Griessi, director médico de la clínica especializada Fertilab, sobre todo el año pasado, se repitieron también dudas ante el desconocimiento del COVID-19 y el impacto que podría tener o no en la capacidad reproductiva. “Pasados los meses y observando los resultados de varios trabajos, no se pudo demostrar con la información disponible hasta ahora una influencia en estas variables”, aclaró Griessi.

El factor tiempo y el parate que implicó en muchos sentidos los meses de aislamiento y de pausa de actividades, fue determinante debido a que uno de los parámetros principales que se consideran para la criopreservación es la edad de la persona. Los profesionales de los tres institutos se explayaron en este punto.

Una vez que se preservó la mayor cantidad de posible según la reserva ovárica de cada paciente permanecen congelados hasta que decida utilizarlos o no. “Si bien los tiempos de los tratamientos se acotaron en los últimos años, la gran mayoría esperan menos de 5 años. Pero cuanto más jóvenes son, en general es más tiempo”, aportó Neuspiller.

Sin embargo, siempre aclaran que cada cuerpo es particular y es necesario explorar la reserva ovárica en todos los casos, de forma previa, debido a que juventud no siempre es garantía indefectible de fertilidad. “Puede haber mujeres de 40 años que estén dentro del grupo que mantiene una reserva satisfactoria, y a veces hay casos de personas más jóvenes que no califican para hacerlo porque la reserva ovárica no está en condiciones”, apuntó Pasqualini.

“Pasados los 40 años de edad biológica del ovocito, los resultados son pobres, ya que se observa un aumento de las alteraciones genéticas, sumado a la baja tasa de supervivencia una vez desvitrificados”, detalló Griessi. “Por lo tanto, lo ideal es hacerlo antes de los 30 años, aunque las estadísticas nos arrojan que más del 60% lo hacen entre los 35 y 39″, puntualizó.

En qué consiste el tratamiento

Los pasos a seguir, según explicaron los profesionales, son los mismos que los de un ciclo de fecundación in vitro. Primero se realiza una estimulación de la ovulación aproximadamente durante unos 10 días. “Se inicia en el día dos del ciclo, aproximadamente, y la aspiración folicular (método por el que se extraen los óvulos) se lleva acabo al día 13″, explicó Pasqualini.

En lugar de inseminarlos y fecundarlos, como avanzaría un tratamiento para procrear, se realiza la vitrificación, y quedan así almacenados en nitrógeno líquido. El proceso es mínimamente invasivo y dura unos 20 minutos bajo sedación. De no mediar inconvenientes, al día siguiente puede retomar las actividades habituales sin realizar esfuerzos.

Según indicaron, los óvulos se pueden mantener congelados sin limitación en el tiempo. De hecho, en 2016 entró a los Récord Guiness el caso de una nena concebida con óvulos que estuvieron criopreservados durante 14 años, el período más largo de almacenamiento seguido de un nacimiento de un bebé vivo. El tratamiento se hizo en Halitus.

Costos y legislación vigente

En cuanto a los costos, si bien varían de acuerdo a la institución y particularidades del caso, este tipo de tratamientos, se asumen de modo particular, salvo excepciones reglamentadas por ley. “Quedan comprendidos en la cobertura prevista en este artículo los servicios de guarda de gametos o tejidos reproductivos, según la mejor tecnología disponible y habilitada a tal fin por la autoridad de aplicación (…), por problemas de salud o por tratamientos médicos o intervenciones quirúrgicas puedan ver comprometidas su capacidad de procrear en el futuro”, indica la ley 26.862 de producción médicamente asistida.

De acuerdo con el relevamiento realizado por este medio, los valores, fuera de esos casos, rondan entre los $105.000 y los $150.000, incluyendo la medicación. Por otra parte, el mantenimiento es anual y el costo varía, pero parte de un piso de $15.000.

“Ahora tuve la posibilidad de hacer el tratamiento, estaba a mi alcance y me pareció que estaba bueno aprovecharlo. Pienso que primero, si llegase el momento, buscaría quedar embarazada de forma natural y si no tengo esta oportunidad”, cerró Valeria.


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