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Por: Nueva Mujer | 23/07/20

Copas menstruales: ¿Ya las has probado?


Desde hace más de cuatro años comenzaron a manifestarse tímidamente. Ahora, muchas mujeres las han reemplazado por tampones

Las copas menstruales son cada vez más demandadas. Muchas mujeres, al probarlas, no vuelven nunca a usar tampones y toallitas. Y es que estas copitas traen varios beneficios. Su uso implica un gran ahorro, ya que su vida es aproximadamente de un año. Asimismo, son lo suficientemente amplias para aguantar con ellas 12 horas. Por supuesto y lo más importante, es cómo contribuyes al medio ambiente usándolas.

Las copas, producen menos residuos de plástico. Durante una década se estima que una taza crea el 0,4% de los residuos de plástico de un solo uso.

Según estudios durante unos 10 años, una copa menstrual podría costar entre el 5% y el 7% del costo de las toallitas o tampones. Además, las copas menstruales tienen una estrecha relación con el feminismo. Las demandas de éstas por parte de feministas son muy frecuentes.

“En los últimos tiempos, las mujeres jóvenes, defensoras del medio ambiente y la ecología, argumentan que las copas menstruales no dejan residuos contaminantes como es el caso de los apósitos y tampones sumado al hecho de que su material es hipoalergénico. Así es que muchas de ellas se convirtieron en entusiastas defensoras de este recurso para sus periodos”, sostuvo en diálogo con Infobae Beatriz Literat, médica sexóloga clínica y ginecóloga del Departamento de Gineco-Sexo-Estética de Halitus Instituto Médico.

Desde una perspectiva médica, los investigadores consideraron que las copas menstruales son tan seguras como el resto de los productos de higiene femenina.

En cuatro estudios con un total de 507 mujeres, su uso no mostró efectos adversos sobre la flora vaginal.

En las pruebas que examinaron la vagina y el cuello uterino durante el seguimiento, no se identificaron daños tisulares.

Sin embargo, tienen algunas desventajas sobre las mujeres que no aprenden a colocárselas correctamente.

«La necesidad de manipular el dispositivo dentro de la cavidad vaginal en mujeres que son aprensivas a la sangre y la necesidad de contar con acceso a instalaciones sanitarias cuando hay que extraerlo de la vagina para vaciarlo, enjuagarlo y volver a colocarlo, se consideran como algunas de las desventajas», explicó la especialista.


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