"Congelé óvulos": cómo funciona y cuál es el costo emocional de este procedimiento

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Por: La Nación | 30/10/19

«Congelé óvulos»: cómo funciona y cuál es el costo emocional de este procedimiento


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Por: Nuria Docampo

Quisimos hacer una nota que respondiera a las diferentes búsquedas y sensibilidades, así que decidimos abrir la convocatoria por redes para que nos contaran cómo fue congelar óvulos. De ese aluvión de mensajes, elegimos a seis mujeres con distintas historias y las invitamos a conversar sobre la vitrificación. No queríamos que fuera una nota «correcta», con la info necesaria para saber qué hacer, sino que salimos a encontrarnos con cómo fue para cada una de ellas. Los miedos, las ansiedades, las ganas, las incomodidades, la esperanza, se entrelazan en cada relato y así se convierten en un diálogo colaborativo. Más de dos horas se llenaron con catarsis, confianza y sanación, y llegamos a construir entre todas este artículo que esperamos que refleje la profundidad del tema y, a la vez, la información que está bueno tener para que sea más llevadero.

El reloj biológico marca tiempos muy diferentes al reloj personal. Muchas veces, cuando una mujer se siente en su mejor momento profesional, económico e incluso físico, que suele ser alrededor de los 30 años, no está pensando en ser mamá. Por eso, muchas mujeres deciden postergar la maternidad o ser madres solteras y ya nadie se sorprende. Muchas veces, decidir congelar óvulos tiene que ver con eso, con poner «en pausa» el mandato o el deseo y dejarlo ahí, esperando, hasta que llegue el momento adecuado.

DECIDIR «CONGELAR» LA MATERNIDAD

«A partir de los 35 años, la cantidad de nafta que necesita nuestro sistema reproductivo para arrancar es mayor. Si antes con 1 litro arrancaba, hoy estás necesitando 10 litros y, a medida que pase el tiempo, va siendo más complejo. Entonces si una tiene el deseo de ser madre, es mejor tomar precauciones antes de que ninguna nafta sea suficiente», le dijo su ginecóloga a María Laura. Y en esto, todos los médicos que trabajan en fertilidad coinciden: recomiendan congelar óvulos antes de los 35 años. Muchas mujeres saben que quieren embarazarse y tener hijos, pero llegan a los 35 años sin planes de pareja o de familia. Y entonces deciden conscientemente realizar el tratamiento para garantizarse que, si más adelante quieren ser mamás, lo pueden hacer, independientemente de que aparezca una pareja para hacerlo con ellas. Y aunque aparezca, quizá sea más adelante, cuando ya es más difícil lograr un embarazo por vías naturales y la producción de óvulos ya mermó.

«Para mí también fue como mandar un mensaje al Universo -cuenta Cecilia-. Lo hablé en terapia y con mi médico homeópata. Yo deseo ser mamá. No ahora, pero lo deseo. Y congelar óvulos es como intencionar ese deseo. También fue como sacarme de encima la presión de tener que encontrar ya al padre de mis hijos, pero saber que, si algún día lo encontraba, ahí estarían esos óvulos para ser usados».

UN PROCESO DE CUERPO Y ALMA

Cada mujer llega con sus razones, únicas y personales. Desde las que deciden una maternidad postergada por elección o porque todavía no están en pareja y quieren quedarse tranquilas hasta las que congelan óvulos antes de atravesar algún tratamiento, como una quimioterapia. Las motivaciones varían, pero, una vez que se deciden, todas atraviesan sensaciones parecidas. Primero, tomar la decisión de hacerlo, comunicar o no a la familia, lograr una red de contención, atravesar el proceso físico desde la estimulación hasta la extracción de óvulos, que para cada cuerpo se vive de una manera diferente, el desafío económico de llevarlo adelante (ver recuadro «En cifras») y todo el entramado emocional.

Claramente hay que poner el cuerpo: primero, realizar un análisis de la reserva ovárica, que suele consistir en análisis de sangre y ecografía; después, la estimulación ovárica en sí, que consiste en pincharse la panza de 10 a 12 días y se combina con visitas de seguimiento que pueden incluir más análisis y ecografías. Según esos resultados, se realiza la extracción en un quirófano con una sedación suave, ya que es un proceso ambulatorio, en el que finalmente se aspiran los óvulos para identificar luego su calidad y pasar a congelarlos.

Las clínicas de fertilidad aseguran un porcentaje de sobrevida de esos ovocitos de entre el 83 y el 90 por ciento. ¿Y qué pasa si después no quiero usarlos? Se pueden descartar o donar. Pero siempre hay que dar un consentimiento escrito cuando una decide, por ejemplo, que sean descartados.

Muchas nos cuentan que las primeras entrevistas fueron difíciles y recomiendan buscar buenos profesionales para atravesar el proceso. «Siempre te sentís un poco expuesta porque es un tema delicado si tu reserva ovárica es buena o no, si sos fértil. Quizá nunca pensaste que te iban a decir en ese momento que tus óvulos no sirven y que nunca vas a ser mamá de esta manera», cuenta Analía. Los testimonios son muchos y las experiencias, variadas, pero todas las consultadas coinciden en que lo mejor es estar bien informadas.

Una revolución social

«Sos muy fálica», «¿Vas a ser madre soltera?», «¿Por qué no buscás una pareja en lugar de congelar o por qué no adoptás?». Los prejuicios existen y muchas veces las personas no dejan de dar sus opiniones. Si bien desde la medicina se recomienda vitrificar óvulos antes de los 35 años y las cifras de mujeres que lo eligen crecen día a día, socialmente aún no termina de ser algo tan aceptado.

Y las mujeres tienen que no solo atravesar todo este proceso poniendo el cuerpo y las emociones, sino también atravesando los prejuicios y la incomprensión, a veces hasta de sus seres más queridos.

Sería importante un cambio cultural que pusiera el acento no tanto en la decisión de ser o no ser madre, sino en los conflictos que surgen a partir de las búsquedas que se inician tarde. Con lo cual, sería un gran paso concientizar a las mujeres de que se informen de manera temprana, que a los 28 o 30 años están en un muy buen momento para preservar esos óvulos en caso de querer o necesitar usarlos algún día. Con esta valiosa información, las mujeres cuentan con la gran herramienta para la preservación de la fertilidad: un tratamiento que permite vitrificar (congelar) óvulos cuando, por cantidad y calidad, están en su momento óptimo o al menos antes de que la reserva ovárica esté seriamente mermada. Una decisión absolutamente personal, que está ahí para ser elegida o no, pero siempre desde la información y la conciencia.

María Soledad Salamone

 

40 años. «Siempre quise ser madre. Pero durante años estuve muy enfocada en mi trabajo, me olvidé un poco de mí y cuando me quise acordar, ya tenía 38 años. Ahí empecé con todo, hace ya un año. Cuando la médica me dijo que no sabía si iba a tener óvulos para extraer, por la edad que tenía, casi me muero. Nunca nadie me había dicho, ni mi ginecóloga, que había una edad biológica ideal para preservar óvulos y que después las chances bajaban un montón.

Así que, como un primer paso, arranqué con estimulación de hormonas para poder extraer mis óvulos, pero, además de eso, la realidad es que yo estoy buscando quedar embarazada ahora. No lo hago para en un futuro ver. Así que ya llevo varios intentos y muchas frustraciones. La primera vez que hice in vitro tuve un aborto espontáneo; la segunda vez, el embrión dejó de latir a los dos meses y me hicieron un legrado; y en el tercer intento no quedé. Es un camino muy difícil. No me siento sola, sino todo lo contrario, porque mi familia, mis amigas y mi doctora me apoyan. Seguiré intentando hasta que lo logre porque es mi mayor deseo».

Marialá Aráoz

 

41 años. «Tuve un cáncer de mama hace 4 años que, gracias a la detección temprana, ¡superé felizmente! Y si bien pasé varias operaciones y fue un proceso largo, todo lo viví como un gran aprendizaje de vida. Mis médicos cirujanos del Hospital Italiano fueron muy contenedores y me salvaron la vida, y fue una de las médicas del equipo la que me sugirió que antes de empezar la quimio congelara óvulos. Si bien yo ya era mamá, quería volver a serlo una vez superada la enfermedad. En ese momento también hice la preservación porque era para mí una forma de aferrarme a la vida y seguir mirando adelante. ¡Yo solo pensaba en generar vida!

Hoy, 4 años después, sé que no es recomendable, en mi caso, que utilice los ovocitos, porque por el tipo de tumor que tuve no puedo someterme a un tratamiento de fertilidad. Entonces los voy a donar y así poder ayudar a quien los necesite. Para mí representan aprendizaje y absoluto agradecimiento por la experiencia vivida».

Julieta Castellani

 

43 años. «Tengo tres hijos divinos. Camila, Nicolás y Valentino. Los dos primeros concebidos en forma natural y sin dificultades, pero con Valen no fue tan fácil, estuvimos 6 años en búsqueda sin resultados y la presión del reloj biológico nos pesaba bastante. Decidimos ver qué era lo que estaba pasando, empezamos con estudios de todo tipo, tanto míos como de mi marido, y los médicos me comentaron que ya era tarde para congelar óvulos ya que se hace entre los 30-35 años. La verdad quedé en shock porque no lo sabía y me lo hubiera hecho antes de hacerlo sabido. Así que tuvimos que recurrir a una fertilización asistida de alta complejidad debido a que habíamos estado tanto tiempo intentando sin resultados y el tiempo se nos pasaba. Fue un largo camino, doloroso a nivel físico y emocional. Finalmente después de 3 tratamientos, logramos el embarazo. Lo disfruté de cada momento como único y hoy soy una feliz mamá de tres».

Julieta Bilbao

 

34 años. «Yo empecé a hacerme estudios, un poco por rutina y otro poco por algunas irregularidades. Me hicieron un análisis hormonal que no dio del todo bien, me preguntaron si quería en algún momento ser mamá y me sugirieron hacer un estudio para ver cómo estaba mi reserva ovárica. Yo siempre quise ser mamá y, si bien no estoy en pareja, era mi gran miedo no quedar embarazada. Pospuse un poco todo por miedo, pero bueno, finalmente me decidí a hacerlo. Seguí haciéndome estudios y daban bien, pero me sugerían congelar óvulos porque estaba en la mejor edad para congelar. Y al final me decidí, porque no quería llegar a los 40 años y perderme la oportunidad de hacerlo». Al cierre de esta edición Juli ya se había realizado su primera vitrificación de ovocitos.

Dos historias de amor: Mariana y María Laura

Cada historia es única y algunas son como cuentos de hadas. Decidir preservar óvulos muchas veces viene con un deseo de mujeres que se imaginan como madres solteras, aunque no siempre tienen ese final.

María Laura estaba en pareja desde hacía dos años, ella tenía 37 y tenía muchos deseos de ser mamá. Pero su pareja no quería y fue muy claro con ella: «Si vos preferís, yo me abro de la relación, no quiero volver a tener hijos». Fue una amiga la que la incentivó y le dijo que congelara óvulos por las dudas. Después de procesarlo, hablarlo en terapia y asesorarse, decidió realizar una vitrificación de ovocitos. Su pareja lo aceptó, pero aclarándole que si ella en algún momento decidía tener un hijo, no sería con él. Pasaron los años y María Laura estaba en el dilema de si tener un hijo y perder la relación o resignarse a no tener un hijo. Años después, procesos internos mediante, su pareja cambió de opinión y empezaron a buscar un hijo de manera natural. Finalmente, tuvieron que recurrir a los ovocitos criopreservados y a varios tratamientos de fertilidad. Hoy Salvador tiene casi 2 años.

Por otro lado, Mariana se recuerda como una Susanita. Siempre con el deseo de ser mamá, se fue de la casa de sus papás para casarse con el vestido blanco. «Me casé a los 28 años y me separé a los 29. Ahí empecé a vivir de otra manera, a tener otras experiencias, a enfocarme en el trabajo. Tuve varias relaciones, pero nada serio y siempre con el deseo de ser mamá». Ya con 36 empezó a correr el reloj biológico y decidió hacerlo. La acompañó su mamá, que la apoyaba, pero le decía: «Entendeme, para mí esto es ciencia ficción». «Yo quería tener hijos, pero siento que lo hice para sacarle presión al tema. No me quería enganchar con alguien solo para poder tenerlos. Teniendo los óvulos preservados, podía tomar decisiones de vida sin estar pensando que se me pasaba la hora. Y ahora a los 40 conocí a un chico, me llegó el amor, nos enamoramos y estamos buscando un bebé, en principio de manera natural. Y si no se da de manera natural, están los ovocitos».

En cifras

La vitrificación de ovocitos por maternidad postergada electiva (es decir, que no está indicada por una patología de base, por ejemplo, un cáncer) no está cubierta por las obras sociales. Se abona de manera particular.

  • Los costos de la vitrificación rondan actualmente los $50.000, más la medicación que se compra en las farmacias, unos $30.000. Y mantenerlos, alrededor de $650 por mes (dependiendo del centro de fertilidad).
  • Se ha probado que la mejor sobrevida es en embriones congelados más que con óvulos, pero lo cierto es que no siempre se acercan parejas/pacientes con esta finalidad y que las mujeres pueden decidir preservar sus óvulos de manera individual.
  • La tasa de supervivencia de los ovocitos al proceso de vitrificación es de entre 83 y 90 por ciento.

CONSULTAR Y EVALUAR LA RESERVA OVÁRICA ES EL PRIMER PASO PARA PLANIFICAR EL FUTURO REPRODUCTIVO.

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