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Por: LA VOZ | 15/08/24

Abortos espontáneos: la mayoría se produce por alteraciones genéticas


La pérdida de un embarazo muy esperado desata angustia en la pareja y culpa en la mujer. Sin embargo, la mayoría de las interrupciones en las gestaciones de menos de 12 semanas son inevitables.

Verónica y Pablo buscaron durante mucho tiempo el hermano para su única hija. Después de cuatro años, finalmente lograron el ansiado embarazo.

Ocho semanas duró la ilusión. Hasta nombre le habían puesto al bebé en camino que, en ese momento, medía menos que un poroto y ya dejaba escuchar sus latidos.

La segunda pérdida también se hizo sentir, pero las palabras de la obstetra tranquilizaron a Verónica: “Aunque hayas corrido una maratón, ese embarazo se iba a detener igual. La mayoría de las pérdidas a tu edad se dan por alteraciones genéticas. Por biología, el cuerpo despide, solo, a ese embrión”.

Romina tenía en ese entonces 42 años y mucho peso sobre sus espaldas.

Espontáneo y azaroso

Ricardo Fescina, exdirector del Centro Latinoamericano de Perinatología y Salud de la Mujer de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), explica que la mitad de los abortos precoces se producen por alteraciones morfológicas de los embriones.

“Por alguna razón fortuita, el embrión tuvo algún trastorno genético cromosómico. Eso hace que el embarazo sea incompatible. Aunque muchas mujeres sienten culpa, es un hecho espontáneo que se produce al azar”, sostiene.

Fescina, quien además es magíster en Salud Pública, doctor en Crecimiento Fetal y profesor honorario de la Universidad de Buenos Aires (UBA), aclara que no existen tratamientos eficaces para prevenir los abortos espontáneos que se dan antes de las 12 semanas, salvo si detectan enfermedades previas.

“Aunque a veces se prescribe progesterona o reposo, no hay datos científicos que avalen su eficacia. Esas pérdidas generan mucha culpabilidad, pero así son las circunstancias. No es la culpa de nadie”, aclara.

En la misma línea, Agustín Pasqualini, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva, asegura que los libros de medicina describen múltiples causas de aborto espontáneo.

“Con el tiempo y los avances en las técnicas de diagnóstico, hoy podemos saber que la mayoría de esos eventos tienen que ver con alteraciones genéticas de los embriones”, sostiene.

Estas alteraciones se traducen en trastornos en el número de los cromosomas, como las trisomías. La más común es la trisomía 21 o Síndrome de Down. En la mayoría de los casos, el riesgo está asociado a la edad del óvulo. Cuanto mayor la mujer, más chances de alteraciones genéticas.

La clave en 12 semanas

Los abortos espontáneos se producen sin ninguna intervención o procedimiento que interfiera en la evolución natural del embarazo. Según la clasificación internacional de enfermedades, se dan antes de la semana 22 de gestación o de los 500 gramos del feto.

Los llamados “tempranos” son los abortos que se dan antes de las 12 semanas. Aquí es donde juega un rol importante la conformación del embrión: cuando el espermatozoide fecunda al óvulo.

¿Por qué se producen? “En su inmensa mayoría, los abortos tempranos son provocados por alteraciones propias del embrión –destaca Fescina–. Muchos pasan desapercibidos porque no se hacen estudios genéticos después de la pérdida de un embarazo”.

El riesgo de alteraciones cromosómicas aumenta con la edad de la mujer, en forma exponencial. En una embarazada de 30 años, la chance es de uno en 800. En una de 40, la chance es de uno en 80.

“La mujer nace con todos los óvulos que va a tener en su vida. Después de la pubertad, la estimulación ovárica se va a dar mes a mes. Pero ese óvulo va a tener la misma edad que la mujer. A los 25, tendrá 25 años. A los 40, tendrá 40″, explica Fescina.

El especialista aclara: “Esto no quiere decir que una mujer de 40 o 45 años no pueda lograr un embarazo. Pero tendrá una mayor probabilidad de sufrir alteraciones cromosómicas en el embrión, que la pueda eventualmente llevar a un aborto”.

Otras causas de aborto espontáneo

Cuando la interrupción se da antes de la semana 12, el embarazo puede detenerse por otros motivos que se pueden investigar y solucionar con tratamientos. Uno de ellos son enfermedades como sífilis, chagas, tuberculosis, toxoplasmosis o infecciones graves durante el primer trimestre.

También pueden intervenir problemas en el útero, como algunas malformaciones que impidan la anidación, problemas tiroideos graves, el abuso de sustancias lícitas (alguna medicación) o ilícitas o la exposición a tóxicos en zonas de riesgo ambiental.

Un traumatismo grave puede detener embarazos, pero es muy poco frecuente que esto suceda, ya que el embrión está protegido por la cavidad abdominal y el líquido que lo rodea.

Finalmente, enfermedades inmunes o autoinmunes pueden impedir el desarrollo del embrión.

Pasqualini aclara que a veces las causas son desconocidas y aconseja el estudio genético del embrión tras su expulsión, para saber si la causa de la interrupción fue genética.

¿Reposo o vida normal?

Fescina aclara que no existe evidencia científica de que el reposo disminuya la tasa de abortos tempranos, que se dan antes de las 12 semanas. “Se puede indicar para que la mujer esté más tranquila, así como se recomienda quedarse quieto ante una patología. Ayuda a la curación general de todas las enfermedades porque el órgano afectado trabaja menos. Pero en prevención de abortos tempranos, esto es relativo. Y si la causa es genética, con o sin reposo, no hay manera de que se interrumpa la gestación”.

El especialista agregó que “ninguna medicación ha dado resultado” en estos casos. “En una época se creyó que se podían prevenir indicando progesterona, vía oral o intravenosa, una hormona que se empieza a segregar para conservar la gestación. Pero, en términos generales, los resultados son pobres y no hay evidencia científica”, aclara.

¿Cómo influye el estado de ánimo? Los traumas emocionales (conscientes o inconscientes) influyen en la evolución de la gestación pero es muy poco frecuente que provoque una interrupción, señala Fescina.

“Como desconocemos la causa, uno lo atribuye a un problema anímico, pero estos casos son menos frecuentes. Es como el huevo o la gallina. No se sabe si fue la crisis emocional la que provocó el aborto o el aborto lo que provocó la crisis emocional”, explica.

La teoría del tender loving care (cuidado amoroso) intenta brindar soporte a las personas que afrontan pérdidas recurrentes. “Hay parejas que pierden embarazos siempre en las mismas semanas. La idea es dar ayuda psicológica para que se sientan más acompañadas”, resume Pasqualini.

Un caso entre tantos

La historia de Verónica fue un disparador para esta nota.

Al pasar por consultorio y enterarse de que perdió por segunda vez un embarazo, su médica obstetra le dijo: “Ojalá alguien alguna vez escriba algo sobre esto. Que no fue la maceta que corrieron lo que provocó el aborto. Tampoco las cuadras que caminaron. No sabés la culpa que le quitaría a tantas mujeres que pasan por lo mismo que vos”.


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