Según datos del Ministerio de Salud de la Nación (2018); se estima que la tasa de embarazo adolescente (considerado en mujeres de entre 10 y 19 años) en nuestro país es de un 13,3%, siendo a su vez de un 0,3% en menores de 15 años.
Sin embargo, debemos remarcar que; como sucede con otros indicadores de salud, hay enormes disparidades si el análisis se hace por provincia; siendo la tasa de embarazo adolescente mayor al 20% si nos detenemos en algunas regiones, y mayor al 0,5% en menores de 15 años en algunas provincias (estadísticas vitales , información básica – año 2016. DEIS- MSAL Nación y Provincia); aseguró la Dra. María Elisa Moltoni (MN 114737), ginecóloga del Departamento de Planificación Reproductiva de Halitus Instituto Médico.
La solución probablemente deba involucrar y comprometer a toda la sociedad; así como al sistema educativo y al de salud. Sabemos, por ejemplo, que no basta con contar con la provisión gratuita de un método anticonceptivo; hay que pensar en la educación que los adolescentes tienen para poder acceder y usar correctamente ese método anticonceptivo.
Además de prevenir el embarazo; debemos educar en conductas sexuales seguras: no es suficiente el indicar un anticonceptivo; tenemos que incentivar el uso del preservativo para prevención de las infecciones de transmisión sexual.
Argentina es un país que dispone de un marco legislativo favorable para garantizar el derecho de los adolescentes a acceder al sistema de salud en forma autónoma, sin obligación de acompañamiento de un adulto y en el marco del respeto de la confidencialidad, tal como queda explicitado en el nuevo Código Civil (Ley 26.061y 25.673, art. 26 del Código Civil y Comercial).
Esto incluye el derecho a recibir anticoncepción, a partir del cual debe ser asesorado y provisto de los métodos en forma gratuita. La implementación de un programa de Educación Sexual Integral en las escuelas (Ley 26.150) y el derecho a la educación en las adolescentes durante el embarazo y lactancia (Leyes 25.808 y 25.273) también estarían garantizados, dado que lamentablemente la maternidad adolescente es una de las principales causas por las que se abandona el colegio.
El mejor método seguramente será aquel que la adolescente esté motivada para usar, sea capaz de obtener y usar correcta y consistentemente en el tiempo, garantizándonos así su eficacia.
Tradicionalmente, uno de los métodos más populares son las pastillas anticonceptivas. Podemos decir que las pastillas actuales son muy efectivas, tienen mínimos efectos adversos y, por el contrario, proporcionan con su uso otros beneficios sumamente atractivos para las adolescentes, como puede ser la regularización del ciclo menstrual, la reducción del acné y del dolor menstrual. Pero, a pesar de la vigencia de las pastillas, hay novedades, nuevas fórmulas, formas de administración no orales por ejemplo y nuevos métodos también.
Las pastillas y el preservativo tienen muchas cosas positivas, pero comparten un punto débil y es que la máxima eficacia de esos métodos anticonceptivos depende mucho de la usuaria y de otros factores externos: que no haya olvidos de comprimidos, que consiga las pastillas a tiempo, que use el preservativo todas las veces, que no se rompa, etc.
Es por ello que hace un tiempo que las recomendaciones nacionales e internacionales sugieren el uso de otros métodos anticonceptivos con más eficacia “en la vida real”.
En adolescentes, así como en adultas, actualmente se recomiendan en primera instancia los llamados métodos anticonceptivos reversibles de larga duración (LARCs, según siglas en inglés). Estos métodos tienen menos del 1% de falla, ya que su eficacia no depende de la conducta de la usuaria; por eso, se mantiene en cualquier situación.
Los métodos reversibles de larga duración son el implante anticonceptivo, pequeña varilla que se coloca escondida por debajo de la piel del brazo, liberando medicación anticonceptiva por 3 años, con una eficacia altísima-; el DIU de cobre y el DIU liberador de levonorgestrel, su eficacia es altísima, tienen muy pocos efectos adversos y no afectan la fertilidad futura de la usuaria.
Brindan entre 5 y 10 años de anticoncepción.