Llegamos a Halitus con mi marido hace 8 años aproximadamente (yo con 31 años). Después de un intento de baja complejidad en otro centro y con un diagnóstico de Endometrosis y una trompa tapada. Enseguida nos atendió la Dra. Carlota Lucini, con su aspecto formal, pero cálido. Enseguida nos gustó, empatizamos y confiamos en ella. Creo que la confianza y el vínculo con los médicos es fundamental para dar una buena batalla. El segundo diagnóstico vino de su mano rápidamente, como un baldazo de agua fría: envejecimiento ovárico (pero cómo? Si no soy tan grande!… pensé… y me quede paralizada con la noticia). A partir de ese momento emprendimos el arduo camino de los intentos de alta complejidad, que eran pruebas y error. Que implicaban poner el cuerpo, la mente, el alma… Que traían la incertidumbre de no saber si iba a resultar. Las sorpresas de cómo iba respondiendo el cuerpo, los ovarios, los folículos… que si era mucha medicación, que si era poca… que si la estimulación no era suficiente? Que si los óvulos no eran tan buenos? Y con esos pensamientos y datos empíricos, las estadísticas: de 14 óvulos 13 sirven para fecundar… pero fecundaron 8… pero quedan 6… pero se detuvieron TODOS.. Y otra vez volver a empezar. Porque no me queda nada. No! Si! Si te queda… tenes la experiencia, la información, el tránsito recorrido para barajar y dar de nuevo con más fuerza, con más ganas, con más sueños. Positivismo y ganas, dos cosas que aprendí de mi compañero, que siempre estuvo ahí a veces sin saber muy bien cómo acompañarme y sufriendo él también. Admiro a aquellas mujeres que transitan este camino solas.
Y así fueron varias veces, varios intentos. A veces con números mejores, a veces con números peores.
En el mientras tanto, para acompañar los tratamientos y de la mano de la ciencia: terapia tradicional, terapia alternativa, biodescodificación, cuarentena con mamá, constelación familiar, Meditación, Acupuntura, reprocesamientos, apertura de la glándula pineal, empoderamiento femenino, cambio de trabajo, cambiar el rumbo de la vida con un solo objetivo: que esto funcione… que se nos de.
Los últimos dos grandes diagnósticos vinieron gracias a dos pérdidas. Dos angelitos que aparecieron para darnos mucho amor y demostrarme que si podía quedar embarazada, que si era posible ser mamá. Pero que había que ajustar algunas tuercas más: Trombofilia Heredada, Trombofilia Adquirida y un problema inmunológico en las células NK de mi endometrio que no permitían que el embrión se alimentara y creciera.Fueron años y años de camino para encontrar respuestas, para seguir avanzando, para formar el equipo Perfecto de trabajo que nos ayudaría para hoy tener este presente maravilloso que tenemos. Carlota Lucini, Soledad Mayol, Adriana Sarto, Judith Setton y mi guía espiritual Claudia Azar. Todas mujeres inteligentes, poderosas y hermosas que nos brindaron todo para lograrlo.
Luego de un año de pausa, de espera, de confinamiento por covid y con toda esta historia pesando fuerte, Valentina fue el mejor regalo posible. Llegó para crecer adentro mío, para compartir sus latidos, para hacerme vivir el amor más maravilloso e incondicional que pueda existir, para permitirme verme con panza y para enseñarme a ser mi mejor versión: la de ser su MAMÁ.
Hoy la observo, miro su alegría, su inocencia y su vitalidad y pienso que valió la pena cada esfuerzo, cada duelo, cada lágrima derramada y cada volver a empezar.
Constanza