De todos los efectos secundarios que el avance del coronavirus va dejando a su paso en sociedades enteras, aquellos que calan directamente sobre la salud emocional serán, en gran medida, los más difíciles de superar. A quienes no alcanza el Covid-19 los ataca otro enemigo, igual de peligroso pero sin miras, ni en un futuro lejanísimo, de contenerse con una vacuna: el vacío sentimental. Porque aunque las 24 horas del día, de los siete días de la semana, nos veamos obligados a compartir un espacio reducido con los más íntimos, la distancia física que impone la pandemia levanta un muro de restricciones entre la necesidad de contención y la prevención sanitaria. Y en ese límite invisible pero impermeable, los besos quedaron del lado prohibido.
Fue hace algo más de 100 días que el mundo se dio vuelta, y en consecuencia nuestras vidas, por una partícula microscópica muy peligrosa. De pronto nuestras certezas se volvieron incertidumbre y nuestro presunto saber hacer se evaporó.
Nos hubiera parecido ridículo e increíble si nos hubieran anticipado que la globalización cultural consistiría en un conjunto de reglas de higiene doméstica que nos indican pasárnosla limpiando, frotando, descontaminando y permaneciendo en nuestras casas la mayor parte del tiempo. Las prioridades se modificaron: lo que ocupa el lugar más importante ahora es cómo hacer para mantenernos sanos, para sobrevivir. Las personas buscan un momento fugaz de seguridad durante el día en el trabajo online, en los chats con amigos, en las videoconferencias familiares mientras los invade la angustia por el afuera.
«Estamos viviendo una situación que nos produce estrés crónico -distrés- y la adrenalina y cortisol inundan nuestro sistema biológico. Funcionamos en modo supervivencia y esto significa ser disciplinados. Son momentos de desechar los impulsos individualistas y actuar con la mirada puesta en las consecuencias», introduce Beatriz Literat, médica sexóloga del Instituto Médico Halitus. En este contexto de ausencia en presencia, las parejas resultan el vínculo más vapuleado.
«Como especialista en la materia no puedo menos que recordar las funciones de la sexualidad: procreación y trascendencia, placer e inmunidad, autoestima y seguridad y, por último pero no menos importante, comunicación y perdurabilidad de la pareja. Todas ellas, funciones generadoras de oxitocina y endorfinas que son el antídoto de las hormonas del estrés. Pero resulta que en cuarentena, la sexualidad también tiene sus reglas. Los infectólogos mencionan, entre otras indicaciones, que es más segura sin besos», refiere Literat.
Sin embargo, la sexualidad puede llegar a ser un recurso importantísimo en estos momentos de incertidumbre y ansiedad. «Con ella convocamos a nuestro potencial de transmitir y recibir energía vital y ello nos mueve desde un lugar opresivo a un espacio de libertad y poder. Desde hace muchos años nos referimos a la sexualidad en su concepto más amplio, de actividad emocional, espiritual y física, cuyo órgano más importante es el cerebro; y en esta circunstancia limitante del despliegue físico, este concepto tiene más vigencia que nunca», apunta la especialista.
Para la médica, en estos momentos no se trata de que lo que llamamos deseo o una legítima necesidad sexual, sea la impulsora de la acción. La premisa es estimular de manera voluntaria el cerebro, que es el órgano sexual principal, porque haciéndolo activamos una fuente formidable de placer e inmunidad. Se trata de construir un lugar emocional que nos permita sentirnos seguros y habilitados.
Entonces, ¿cómo accedemos a ese capital de energía sin besos motivadores, sin el tipo de contacto físico que era nuestro recurso para entrar en clima?
«Nuestra corteza cerebral dispone de muchas vías neurológicas y es tiempo de explorar nuevas formas de lograrlo. En ella se encuentra la representación neurológica de cada uno de nuestros órganos, por lo tanto, podemos generar todas las fases de la respuesta sexual con el pensamiento, y así, evocar y recrear besos y otros contactos. Pero antes que eso y primero de todo tenemos que salir del modo supervivencia, que destina la energía a otras prioridades, y linkearnos al modo energía vital, a nuestra energía amorosa», explica Literat.
Según la sexóloga, esa es la puerta de entrada a nuestro mundo sexual sin siquiera tocarnos, con nuestros pensamientos, con las palabras, con las miradas, con gestos y con cada acción que compartimos con nuestra pareja: sea cocinar, limpiar, cuidar a los niños o escuchar música. «Desplegar de manera voluntaria nuestro buen humor, aunque no tengamos ganas y desarrollar una actitud amorosa hacia nosotros mismos y hacia nuestra pareja, aunque sea un esfuerzo, es una de las claves», asegura.
¿Pero estamos hablando de sexualidad? «Claro, porque para que nuestro cerebro invoque al deseo necesitamos sentir primero que estamos acompañados, que somos escuchados y que podemos escuchar, que la comprensión y el cuidado mutuo van fluyendo, no porque nos resulte fácil, sino porque nos resulta dificilísimo y eso es mucho más valioso. Un filósofo definió la intimidad como “la celebración de nuestras vulnerabilidades”, cuando sentimos que el otro nos aprecia con nuestras debilidades; cuando podemos confiar en el respeto que nos tiene», define.
Para poner toda esta artillería de sensaciones en marcha, la recomendación es tomar una decisión saludable. «Destinemos cada día 15 o 20 minutos para conectarnos a la propia vitalidad. Las parejas pueden conectarse entre sí en todos los momentos de la rutina cotidiana, -incluso con los niños dando vueltas- y también a través de la tecnología, por ejemplo, por medio de un chat mientras circulan por la casa y se ayudan en las tareas con ánimo agradable y calmado. Decirle a los chicos “estoy hablando con papá o con mamá sobre algo importante”, es también un mensaje para ellos acerca del buen vínculo entre sus padres. Eso les brindará seguridad y calma, tan necesarias por estas horas», dice la médica.
En paralelo, Literat asegura que «si se logran construir momentos de calma y confianza individual y entre las parejas, podemos estar seguros de que la intimidad se expresará en todo su