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Por: Utilisima.com | 19/04/07

Fantasías sexuales: secretos en el dormitorio


Existen hasta en las parejas más sólidas y pueden aumentar el deseo o convertirse en conflicto. En qué piensan los hombres y las mujeres cuando llega la hora del placer.
El mundo de la realidad y el de la fantasía en ocasiones se encuentran separados por una delgada línea. Forman parte de la vida de la mayoría de las personas, sin embargo, integran la compleja trama de la sexualidad en la pareja y pueden generar tanto satisfacción como insatisfacción.
Pero, ¿qué son las fantasías?, son creaciones personales que apuntan a la realización de un deseo, y también, como todo ejercicio de creación, a la práctica de un determinado rol. En ese sentido, todas las fantasías (no sólo las sexuales), abarcan una amplia gama de libretos.

El origen de las fantasías
La fantasía es un fenómeno psíquico que existe desde la infancia. A medida que el tiempo va pasando, las fantasías se van transformando.
“Comienzan en la pubertad, con la imaginación de caricias o demostraciones de ternura. A medida que va creciendo, el adolescente fantasea respecto a relaciones con otras personas y así define el rol que le gustaría tener en la vida, generalmente los adolescentes se imaginan como amantes o como espectadores de una situación amorosa”, afirma la Dra. Beatriz Literat, médica ginecóloga y sexóloga clínica del departamento de disfunciones sexuales de Halitus, instituto médico.
Estos pensamientos satisfactorios cumplen un rol muy importante, a las personas tímidas o que no se animan a encarar un romance o intentar un acercamiento con el sexo opuesto, las ayuda a practicar mentalmente la situación para luego poder concretarla.
“No es conveniente pensar la fantasía como producto de una insatisfacción, sino como la expectativa de un deseo, con aquello que uno
supone que le gusta, con cosas que le van a dar placer al sujeto. En este
sentido las fantasías pueden ser ilimitadas (en la cantidad de personas, en los sexos o en las historias que interpreten)”, afirma la Lic. Isabel Carraro, psicoanalista y coordinadora docente del Centro Dos.
Las fantasías suelen actuar como consuelo, cuando ponen en juego una situación que, aunque no ha ocurrido y tal vez nunca ocurrirá, produce sensaciones satisfactorias.
La realidad no cumple siempre con las expectativas y allí está la fantasía para ayudarla. Algunas parejas utilizan la imaginación para “condimentar” la vida conyugal.
“En la terapia de pareja se utiliza como recurso el contar las fantasías. El cerebro libera neurotransmisores que incrementan el deseo sexual, en los casos en los que este se encuentra inhibido, un problema muy extendido”, afirma Literat.

Contar o no contar
“¿Qué fantasía tenés?, contame… confiá en mí”, suele ser un constante reclamo que hacen tanto hombres como mujeres a sus parejas, pero, ¿es bueno contar las intimidades?, las opiniones se encuentran enfrentadas…
-Algunos sexólogos sostienen que estimular a las mujeres a contar sus fantasías puede ocasionar cambios profundos en la pareja, es así que se corre el riesgo de perder un campo tan exclusivo como individual: el erotismo.
“La fantasía es un producto de la imaginación y no tiene el objetivo de pasar a la realidad. La expectativa de la fantasía es, fundamentalmente, que sea un desarrollo del ámbito del pensamiento, de la creación e imaginación del sujeto”, afirma la Lic. Carraro.
-Contar las fantasías sexuales puede ser bueno en la medida en la que enriquezca a la pareja, pero si trae como consecuencia la pérdida de la confianza y el recelo, no resulta una buena elección.
“Compartir las fantasías sexuales en la pareja a veces puede
relanzar el deseo o acrecentarlo. Pero también puede generar rechazo en
el partenaire o inhibición; esto sucede cuando la fantasía de uno no es
compatible con la del otro, o toca algún punto sensible de la pareja”, sostiene la Lic. Andrea González, Psicoanalista y coordinadora Institucional de Pareja y Familia del Centro Dos. Así, lo que en su origen es una situación placentera, puede convertirse en un conflicto difícil de manejar.

Cuando son desmesuradas
Cada pareja tiene sus propias reglas internas, y lo que es aplicable a una, no siempre lo es otra. Mientras que algunos prefieren hablar de lo que sienten, otros optan por el silencio. En materia de fantasías, las aguas se dividen entre los que quieren saber qué ronda la imaginación de su pareja y los que no. Algunos inclusive se cuentan las fantasías y las incorporan a la vida conyugal.
“El secreto está en que haya una buena comunicación para que las parejas puedan negociar y adaptar las propias fantasías a una realidad posible, en algunas ocasiones estas se pueden realizar, pero en otros casos son desmesuradas y, salvo que la pareja comparta la misma ideología, es mejor reservarlas”, afirma Literat.
Esto ocurre cuando las fantasías incluyen a terceras personas, lo cual puede provocar celos o angustia. Aunque no siempre…
“Algunas veces se atreven a proponer este tipo de fantasías, este es el caso de los swinger, que intercambian pareja, y también hay casos en los que se invita a una tercera persona a tener actividad sexual”.
El rol que cumplen las fantasías siempre es el mismo: liberan endorfinas, que son las sustancias encargadas de brindar placer y desencadenar la liberación de sustancias químicas que provocan en el cuerpo reacciones parecidas a las de un verdadero deseo sexual.
Este mecanismo, que se origina en la imaginación, es el que actúa durante las relaciones que se establecen por internet, muy comunes en estos tiempos. Cuando el estímulo visual no existe, la mente actúa supliendo la vista.
“En el hombre una fantasía recurrente es ser salvador de una mujer degradada; la mujer, en cambio, fantasea con el Don Juan, con el hombre que las posee a todas, buscando en ello la respuesta a su propia feminidad”, afirma la Lic. Andrea González.

Traspasar los límites
Las fantasías también pueden ser un motivo de angustia cuando se encuentran fuera de control y cuando, la persona que las vive, sufre por ellas.
“Tengo pacientes que se sienten atormentados por sus fantasías, es necesario evaluar en estas ocasiones, cuando son patológicas (si refieren a una actividad sexual prohibida o ilícita) y si son compulsivas, porque en esos casos requerirán tratamiento”, afirma Literat.
Las fantasías homosexuales también generan angustia cuando la sexualidad no se encuentra del todo asumida.
¿Cuándo sospechar acerca de una homosexualidad reprimida?
“Hay una etapa en la adolescencia en la que puede resultar habitual fantasear con actividades sexuales en las que se interactúa con personajes del mismo género, si estas fantasías aparecen en la adultez pueden hablar de una indefinición en la identidad”, afirma Literat.
El parámetro para decidir una consulta profesional deben ser siempre las consecuencias que las fantasías generan en la persona.
“Hay fantasías que generan angustia, porque en realidad las fantasías son producto de la imaginación y no deberían tener el objetivo de pasar a la realidad, ni de ser contadas. Pero si algún pensamiento es recurrente para
el sujeto o lo pone en una situación de mucha angustia, será necesario consultar con un profesional, no por el contenido temático de la fantasía,
sino por la incomodidad que ésta puede ocasionar”, afirma la Lic. Isabel Carraro.

Fantasías sexuales enfrentadas

En qué piensan las mujeres…
-Fantasías auditivas (una voz, un sonido, etc.)
-Sometimiento sexual
– Fantasías con otras mujeres
-Fantasías de cortejo, preludio o juego amoroso
-Imágenes románticas
-Fantasías en las que se sitúan como el centro de una actividad sexual en la que participa más de un hombre

Y los hombres…
-Fantasías visuales (películas eróticas o pornográficas, fotos, etc.)
-Fantasías genitales
-Fantasías con mujeres voluptuosas
-Rol dominante
-Harem, relaciones sexuales con varias mujeres
-Ver a su pareja teniendo relaciones con otra persona

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