Se llama Yanina Aquino y, si bien hoy festeja su primer cumpleaños, su historia de vida comenzó hace 14 años cuando sus padres Mónica Coronel y Eleuterio decidieron congelar óvulos para poder concebir. La beba se convirtió en récord mundial por ser el primer nacimiento de gametos femeninos criopreservados durante tantos años. El caso anterior fue de óvulos congelados durante 12 años, por lo que los especialistas reafirman la eficacia de la técnica para la preservación de la fertilidad.
La pareja se había sometido a un sinfín de técnicas para lograr un embarazo, pero todas sin éxito. “Sabíamos que nuestra única salida era la fertilización artificial porque mi marido había tenido paperas cuando era chico y el recuento de espermatozoides era débil”, cuenta Mónica, de 40 años, en diálogo con Tiempo. Cuando tenía 25, recuerda, realizó un tratamiento de estimulación ovárica en el Hospital de Clínicas gracias al cual se produjeron 17 óvulos, nueve fueron congelados en Halitus –que en aquel entonces tenía un convenio con el hospital- con la técnica de criopreservación lenta, luego tres fueron transferidos al útero de Mónica. “Lamentablemente ninguno prendió y nos pusimos muy tristes, ya que volver a intentarlo implicaba mucho dinero. Pero al poco tiempo y sin ayuda de ningún tratamiento fuimos bendecidos por un bebé hermoso: Nicolás, que hoy tiene 14 años, y dejamos de buscar, pero decidimos seguir pagando por año para que los seis óvulos restantes permanecieran congelados”.
Mónica comenta que “los años fueron pasando y no volvimos a replantearnos la posibilidad de ser padres otra vez, hasta que cumplí los 39 años y mi ginecóloga me recomendó tomar una decisión. Podía continuar congelando los óvulos en vano o utilizarlos de forma inmediata para aprovechar mi edad fértil”.
En Halitus habían perdido contacto con la pareja porque el marido de Mónica, que trabajaba como albañil, se había quedado sin trabajo y el puesto de portera de la mujer no alcanzaba siquiera para seguir manteniendo los óvulos. Luego, llegó la crisis de 2001 y todo se puso peor. En 2013, los especialistas de Halitus realizaban un análisis del material en resguardo y decidieron intentar contactar a Mónica y a Eleuterio y preguntarles qué harían. “Yo pensé, ya estoy grande, pero tengo óvulos de cuando era joven, por qué no volver a ser madre. Tuve mis miedos naturales por la cantidad de años que habían transcurrido pero los especialistas me informaron que estaría todo bien”.
Mónica también recuerda que el día que se reencontró con el doctor Pasqualini, “él buscó entre todas las historias clínicas y todas tenían hojas blancas. La mía era la única amarillenta. “Qué querés hacer”, me preguntó, y nosotros ya habíamos decidido que queríamos que esos óvulos nos ayudaran a ser papás otra vez”.
El procedimiento consistió en inyectar el esperma en los seis óvulos y solo uno fertilizó. Según explicó el director del centro Halitus, Sergio Pasqualini, “en una escala de 1 a 10, las posibilidades de vida eran de 7”.
Para Mónica haber sido madre por segunda vez a los 40 fue “algo hermoso” porque 2la disfruto mucho más y no tengo tantos miedos como antes. Si bien la biología te limita, es bueno saber que una puede acceder a congelar los óvulos y elegir el momento para ser madre. A veces tengo miedo que al crecer Yanina me pregunte por qué tardamos tanto en descongelar los óvulos, yo sé que le voy a responder que llegó en el momento que tenía que llegar”.
Hoy Yanina es la reina de la casa. Está empezando a caminar y en cualquier momento emite sus primeras palabras. El próximo domingo le realizarán una gran fiesta de cumpleaños y de bautismo, y su madrina será Alicia Pendito, la secretaria del Dr Pasqualini. “Ella nos ayudó mucho en todo momento y nos dio confianza. Recuerdo que una vez me dijo, ¿para qué seguís pagando la guarda de los óvulos si no los vas a usar? Y ese día supe que si continuaba guardándolos era porque mi deseo de ser madre aún estaba vivo”.