Intenso es el debate sobre la subrogación uterina en el país y en el mundo y seguramente está fundado en algunas concepciones erróneas, sobre todo en relación a la maternidad y a la ausencia o deseo de “maternar”.
La subrogación de útero es una práctica que ha permitido acceder al deseo de un hijo a las parejas igualitarias masculinas, a hombres solos y a muchas mujeres que, habiendo sufrido intervenciones quirúrgicas, tratamientos de quimioterapia, algún síndrome genético, nunca tuvieron o perdieron en algún momento la capacidad gestacional.
¿Por qué alentamos esta práctica? Porque creemos que la subrogación es posible en términos biológicos y/u orgánicos y no de roles o funciones. La subrogación refiere a la sustitución de un órgano, el útero, en tanto que la función materna sólo puede ser ejercida por quién más allá del órgano sea habitada por el deseo de un hijo.
Entonces, una mujer que decide ofrecer su vientre para ayudar a una familia, no desea ser mamá, sino que ofrece su órgano para que otros puedan serlo.
Esta práctica representa diferentes cosas para una pareja homosexual o un hombre solo que para una pareja heterosexual. La pareja de varones encuentra en la subrogación una posibilidad novedosa e inimaginada. El escenario es bien distinto para las parejas heterosexuales: la subrogación es reparación de una falta, es decir, viene a continuación de un duelo, en las parejas homosexuales la subrogación es habilitante e inaugural.
El psicólogo trabaja en los casos de Útero Portador en tres planos o esferas:
En la esfera subrogante (con los padres), escuchando, acompañando y conteniendo, situando en
este contexto al deseo como la voluntad procreacional que habilita a alguien para la maternidad y la paternidad.
En la esfera subrogada, la escucha se dirige a la portadora tratando de situar cuál será el impacto a nivel emocional para esta mujer que llevará en su vientre al hijo de otra. La intervención incluye la tarea de evaluación: del lado de los padres, se evalúa el desajuste emocional producido por el diagnóstico de infertilidad y/o el desarrollo de psicopatología si la hubiere con la consecuente indicación terapeútica. Se evalúan ciertos indicadores psicopatológicos y socioambientales cuya presencia es incompatible con la subrogación.Así como también se analizan y registran los aspectos positivos de la personalidad de la portadora que facilitan la subrogación y los aspectos negativos o debilidades que la pueden obstaculizar.
En la esfera familiar, la intervención psicológica está orientada a preparar y acompañar a los padres en la transmisión de la verdad genética al niño.Ya sea subrogancia con o sin donación de gametas, la historia de la gestación y la prehistoria genética es una verdad que el niño tiene derecho a conocer por que a partir de estas coordenadas se construirá la identidad del sujeto.
La subrogación es posible y es real, pero convoca no sólo al saber profesional y a la ética de médicos, psicólogos, abogados, etc, si no por sobre todo a la ética humana de aquellos que deciden arribar a la paternidad, respetando el derecho a la verdad y a la identidad del niño por nacer.
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