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Por: Revista Única Mi Bebé | 13/05/14

Una invitación al placer


Lo primero que debemos saber es que el embarazo y la sexualidad son funciones fisiológicas perfectamente compatibles, siempre y cuando la gestación se desarrolle dentro de los parámetros normales, claro. Una vez teniendo esto claro, hablemos del tema y evacuemos tus dudas.

Durante los nueve meses, existen variaciones en las sensaciones que experimentan las embarazadas: desde un estado de total plenitud física y mental, hasta el sentirse raras, diferentes, incomodas e indispuestas. La pareja tendrá que adaptarse a esta nueva condición de la mujer y descubrir la sexualidad diferente a la que acostumbraban tener.

Al surgir el deseo
En general, cuando el embarazo es normal, en el primer trimestre disminuyen los encuentros sexuales, en el segundo aumentan, y en el tercero se mantienen. Suele suceder así porque en la primera etapa del embarazo el hombre se encuentra estimulado, ya que no percibe cambios significativos en la figura femenina. Pero en la mujer, en esa mitad inicial de la gestación se producen los cambios bruscos hormonales que causan náuseas, vómitos, cansancio y disminución del apetito sexual
Luego, se invierte el deseo sexual: el hombre nota cambios en el cuerpo femenino, percibe los movimientos fetales y, en cambio, la mujer se encuentra en plena y con aumento del apetito sexual. Es así que mientras la mujer se adapta a la modificación de su cuerpo, a lo típicos síntomas del embarazo y a la revolución hormonal y emocional, el hombre también vive momentos de cambio: se encuentra frente a un cuerpo diferente, que desea, pero al que tiene miedo de dañar. Y si bien algunos padres optan por la abstinencia, lo ideal es ir disipando aquellos temores irracionales que puedan surgir y despejar con su médico cualquier duda. La postergación de los encuentros o su falta de calidad y frecuencia atenta contra la buena calidad del vínculo y puede generar enojos y reclamos. Es este un momento apropiado para recurrir a la orientación profesional de un sexólogo/a clínico/a, que los ayudará a poner las cosas en su justa perspectiva.

Algunas consideraciones
Más allá de los miedos e inseguridades, la sexualidad es totalmente saludable en esta etapa de la vida. Por supuesto, deberán tenerse en cuenta algunas consideraciones: el encuentro sexual debe desarrollarse de manera que no haya brusquedades, cuidando que la penetración no sea tan profunda y que la futura madre no se sienta aplastada por su pareja. Los límites los pone el mayor o menor grado de confort y seguridad que la embarazada sienta. Las posiciones, contrarias a la ley de gravedad no son recomendables, tampoco movimientos que exijan de ella un esfuerzo físico. Es el varón quien tendría que actuar de modo más activo para adaptarse al estado y buscando el bienestar de su compañera.
En esta etapa, un hombre sensible debería estar muy receptivo a todos los cambios, seguramente ya anunciados por el obstetra en las consultas periódicas, y hacerle sentir a su mujer que la ve más linda y atractiva que nunca. Así alimenta en ella el deseo, que podría estar reprimido por temor o pudor.

Maneras creativas e inocuas
Durante el tercer trimestre, el mayor desafío de la pareja es el volumen corporal de la embarazada y su dificultad para moverse como solía hacerlo. Es entonces cuando hay que recordar que el órgano sexual más importante es el cerebro y que los sentidos como el oído, el olfato y el tacto son poderosos estímulos eróticos. De esta manera, se puede decir lo mismo de aquellos casos en los que el embarazo tenga alguna complicación, puedan aprender a canalizar su energía sexual de maneras creativas e inocuas para la prosecución del embarazo. No olvidemos que sexualidad no es sólo genitalidad. Cuando una pareja desea compartir sentimientos de intimidad y amor, lo puede hacer sin necesidad de una relación coital con penetración. Se puede recurrir a masajes, diálogos y caricias, que pueden ser una importante fuente de placer y comunicación intima, tanto durante el embarazo como fuera de él.
Además, contrariamente a lo que señala el mito, el sexo ayuda a la mamá a prepararse para el parto porque promueve un mayor tono muscular del piso pélvico, que son los músculos que más trabajan durante el periodo expulsivo del parto. Es como ponerlos a punto para el gran momento.
El secreto de la plenitud sexual en el embarazo está en que la pareja sea receptiva de los deseos y necesidades de cada uno, creativos y solidarios en su capacidad de adaptación a este momento que están viviendo.

Fabián Penno
Asesoró: Dra Beatriz Literat, médica sexóloga clínica y ginecóloga del
Departamento de Sexología y Disfunciones Sexuales de Halitus Instituto Médico.

Fuente: Revista Única Mi Bebé | 03.02.14