Sería conveniente estudiar a la pareja desde el punto de vista reproductivo, en una edad temprana, para evitar posibles problemas futuros en este campo, porque quizás unos años después, no se pueda concretar el deseo de tener un hijo”, aconseja el doctor Sergio Pasqualini, un especialista en el tema. Al respecto, consideró que la pareja constituida o que está por casarse, debería consultar a un especialista para saber cómo se encuentra su aparato reproductor, porque quizás, él o ella, tengan algún antecedente factible de generar dudas en cuanto a su fertilidad.
Sobre el particular, ejemplificó diciendo que el hombre puede haber tenido una orquitis , haber estado en cama con hielo, producto de la misma, en general por una rubeola postpuberal
, un traumatismo u operaciones de descenso de testículo, situaciones que necesitan ser tenidas en cuenta.
A su vez, la mujer puede consultar por tener ciclos irregulares o por haber tenido un proceso infeccioso pelviano o alguna otra afección que le genere inquietud.
No obstante, opinó que es muy raro ver que la pareja consulte en forma preventiva. “Sí, lo vemos cuando la pareja va a empezar a buscar un embarazo y es entonces cuando piden un control para saber cómo se encuentran sus aparatos reproductores. Preguntan acerca de vacunas que deban darse, o los análisis necesarios antes de comenzar la búsqueda. Pero cuando la pareja se embarca y decide caminar junta, ahí es cuando es rara la consulta preventiva”.
A pesar de que cuando se forma la pareja, el tema de la paternidad o la maternidad, está presente en ella, hoy en día es común también, que las parejas que se unen, tengan ya decidido no tener hijos, una decisión que se ve más en Europa y en los Estados Unidos, que en nuestro país.
Juzgó esta modalidad como consecuencia del cambio cultural que se está produciendo y que se refleja en lo mencionado, o bien, en una mayor demora en la búsqueda del embarazo. Esta tendencia nació en los años 50, con la creación de las pastillas anticonceptivas hormonales, las que dieron a la mujer, la posibilidad de poder manejar su fertilidad y optar por otros caminos para su vida, como que no sea la maternidad su objetivo o cambiar ésta por el ejercicio de una profesión, postergándola para otro momento.
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Maternidad demorada
Informó que en la actualidad, el promedio de consultas en su Instituto, es de mujeres con 35 años de edad, lo que significa una demora en la búsqueda del embarazo y los consecuentes efectos negativos, producto de la edad de la mujer, que es un dato importante al momento de pensar en un embarazo.
Como contrapartida, citó los casos en que la existencia de descendencia es casi imperativo, como por ejemplo, en los monarcas, en algunas religiones o razas, incluyendo la importancia que se le da al sexo del descendiente. Citó el caso de los gitanos que quieren descendencia masculina o los chinos que prefieren hijos varones y en cantidades limitadas.
“Lo que sí sería bueno es que para la certificación de la normalidad de sus aparatos reproductores, que de todos modos a pesar de estar individualmente en buen estado, pueden llegar a no funcionar, se estudiase en principio a la pareja”, subrayó.
Comentó que en la mayoría de los procedimientos de fertilización in vitro, cuando la pareja ingresa, la pregunta es por qué estamos haciendo esto y la respuesta del porqué no se puede dar. “Sencillamente, el embarazo no está viniendo y no se sabe el motivo, salvo que en la mujer estén las trompas obstruidas o porque el hombre tenga pocos espermatozoides”.
Ante una pregunta de si las parejas suelen recriminarse mutuamente por no poder llegar al embarazo, dijo que particularmente, no ha visto ni le ha llegado que existiesen ese tipo de recriminaciones, aunque sí, ha observado los sentimientos de culpa cuando la imposibilidad reside en alguno de los integrantes de aquéllas.
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Prevención necesaria
“Sería bueno que así como la pareja, cuando se casa, se hace un análisis del HIV, se hiciese un control para saber a qué atenerse si se detecta algún problema”, reiteró el entrevistado, comentando algunas de las opciones que se les pueden ofrecer a los integrantes de la misma.
Por ejemplo, cuando al hacerle un espermograma a un hombre, se comprueba que el mismo está bajo, se puede aconsejar si tiene varicocele, que se opere, o simplemente que preserve espermatozoides criopreservados. Explicó que a un paciente con esas características, ya sea con espermatozoides en caída libre o lenta, es conveniente tener esa precaución para el momento en que se busque un embarazo. “La prevención no sería tanto tratarla como congelar una o más muestras de semen”, enfatizó.
“Con la mujer pasa lo mismo. Actualmente, los estudios hormonales ecográficos determinan su estatus de función reproductiva desde el punto de vista ovárico, por lo que en caso necesario, es conveniente plantear que la búsqueda temprana del embarazo, sin dilación, pueda ser importante, porque el ovario se está poniendo perezoso. Quizás también, proponer la estimulación ovárica, la recuperación de óvulos y su criopreservación, que al día de hoy, está ganando terreno frente al hecho de la demora en la búsqueda del embarazo por parte de la mujer”.