1 – HUIR DE LAS TOXINAS
Limitar el consumo de grasas saturadas (carnes rojas, lácteos) y frituras, que provocan una acumulación de toxinas en el hígado. Este órgano cumple actividades de suma importancia, que permiten el funcionamiento normal del organismo. Cuenta con la capacidad de eliminar los gérmenes y bacterias presentes en la sangre, para evitar cualquier daño que puedan generar.
2- CONSUMIR ALIMENTOS ROJOS, NARANJAS Y VERDES
Tienen Antioxidantes, vitamina C y minerales para luchar contra la producción de radicales libres generados por contaminantes externos y por la exposición prolongada (y sin protección) a los rayos del sol. ¿Dónde encontrarlos?
Todos estos alimentos los tienen en mayor cantidad: el tomate, la sandía, el ají
morrón roio y verde, el rabanito, el kiwi, el limón (también rico en licopenos, poderosos antioxidantes) La batata, por otro lado, posee betanina, que acelera la degradación de grasas en el hígado. El durazno, la zanahoria y el damasco tienen betacarotenos, precursores de la vitamina A (antioxidante por excelencia).
3- APUNTARSE AL VERDE
Complementario del rojo, ciertos alimentos verdes son verdaderos «limpiadores». Algunos nutricionistas afirman que primera en el ranking va la palta, que permite eliminar el exceso de alcohol en el organismo. El berro la sigue de cerca, con su capacidad de mejorar la circulación sanguínea.
4- HIDRATARSE EN FORMA INTELIGENTE
Es importante tomar un litro de agua mineral por día para mejorar la acción hepatobiliar. Las frutas y verduras poseen
un gran porcentaje de líquido en su composición, por lo que suman un aporte de agua. Es cierto, también, que son pobres en sodio, pero esto permite eliminar más líquidos y mejorar los valores de presión arterial (el sodio retiene los líquidos).
Textos: María Molina
Asesoramiento: nutricionista Guadalupe Nolazco