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Por: DERF | 28/05/09

Un 10% de las embarazadas mayores de 30 años desarrolla cáncer de mama


Los especialistas aseguran que no es común que las mujeres en estado de ingravidez consulten al médico cuando notan cambios en sus glándulas mamarias.

Cómo actuar ante las primeras molestias.


Los cambios, molestias o irregularidades en las mamas de las embarazadas suelen ser tomados por éstas como inherentes al proceso mismo de gestación. Pero los especialistas alertaron sobre la posibilidad de que se desarrolle, de manera oculta, un tumor benigno o maligno.


Si bien éstos tienen la misma incidencia y básicamente igual tratamiento que cuando se presentan fuera del período de embarazo o puerperio, los médicos recordaron que cualquier anormalidad debe ser motivo de consulta.


«Cuando hablamos de cáncer de mama y embarazo, en realidad, hablamos del carcinoma de mama diagnosticado durante el embarazo o hasta un año después del parto. De 3.000 embarazadas, 1 puede estar asociado a cáncer mamario, y de 100 casos de cáncer de mama diagnosticados, 1 a 3 pueden asociarse a un embarazo o puerperio», explicó Juan Isetta, del departamento de Patología Mamaria de Halitus Instituto Médico.


El especialista agregó que cuando una mujer queda embarazada más allá de las tres décadas de vida aumentan los riesgos de este tipo de tumores.
«Se calcula que alrededor de un 10% de mujeres mayores de 30 años pueden padecer un cáncer de mama asociado al embarazo o la lactancia y esto, a su vez, tiene relación con la postergación de la maternidad. No debe perderse de vista que uno de los factores de riesgo para cáncer de mamas es la edad. Estas cifras podrán variar porque la mujer logra quedar embarazada a mayor edad y el cáncer mamario ocurre en personas más jóvenes que antes», sostuvo.


En cuanto a la demora en la detección, Isetta enumeró tres razones: «La primera es que, en general, se llega al diagnóstico entre 5 a 15 meses luego del inicio de los signos y/o síntomas, esto significa que hay una tendencia a detectarlo en estadio más avanzado por un retraso en la consulta. Otra razón que dificulta el diagnóstico son los cambios del embarazo y lactancia como edema, hipertrofia y más consistencia. Y, en tercer lugar, puede haber un bajo índice de sospecha por que se presta más atención al embarazo que al examen mamario».


Cómo se puede detectar el cáncer de mama en el embarazo
Los especialistas aseguran que hay maneras de diagnosticar tumores benignos o malignos en mujeres encinta, sin que el feto corra riesgos. Algunas de ellas son:


– Examen físico: los médicos recomiendan la realización de análisis antes de quedar embarazada y después del parto. Si no lo hace antes de la gestación, lo aconsejable es no pasar el primer trimestre sin un análisis general de salud. En este sentido, el autoexamen es el método más eficaz.


– Si existe una sospecha de lesión, el médico puede solicitar una mamografía, con protección abdominal si hay embarazo. Hay que tener en cuenta que este estudio tiene entre un 25 y un 37% de «falsos negativos».


Otras recomendaciones de los especialistas son:


– Evitar radiografías no estrictamente necesarias, como la radiografía de tórax. Se hará con protección abdominal, si se considera necesario realizarla.


– No realizar estudios con material radioactivo. No se conoce su seguridad sobre el feto (centellograma óseo, por ejemplo).


– Para realizar ecografías no hay contraindicación.


– Para distintos órganos como hígado, huesos o cerebro es útil la Resonancia Magnética Nuclear, sin contraste.


– Laboratorio: la rutina de sangre no tiene restricción alguna.


– La ecografía hepática no implica riesgo fetal.


– TAC (Tomografía Computada): puede obviarse. Si fuera necesario puede realizarse con protección abdominal.


Tratamientos
– Tratamiento quirúrgico: lo antes posible. Es el recurso de primera línea. «Durante el primer trimestre se recomienda mastectomía con reconstrucción post parto. En otros trimestres puede considerarse cirugía conservadora. También puede evaluarse la posibilidad de adelantar el parto para comenzar con radioterapia», explicó Isetta.


– Tratamiento radiante: fuera del embarazo.


– Tratamiento sistémico: «Puede realizarse poliquimioterapia en el segundo y tercer trimestre. No en el primero debido al riesgo elevado de aborto o aumento de riesgo de malformación pasando de 1,5% -lo normal- a 14-23%», alertó el especialista. Y agregó: «Las consecuencias principales de la poliquimioterapia sobre el feto son retardo de crecimiento o parto prematuro, aunque la frecuencia es baja y se tomarán los recaudos necesarios para disminuir este riesgo».


«La mujer debe estar atenta a los cambios y no pasarlos por alto. Ante cualquier duda es fundamental consultar al especialista sin miedo y sin demora. Lo importante es que siempre es posible el tratamiento adecuado a cada caso», finalizó el especialista.
 Fuente: Infobae