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Por: Revista Para Ti | 28/09/07

Trombofilia y embarazo | Una relación de alto riesgo


Según las estadísticas, uno de cada diez embarazos termina en muerte temprana y una de cada doscientas gestaciones, en muerte fetal. En muchas oportunidades, obedece a un desequilibrio en la coagulación de la sangre que afecta entre el 10 y 15% de la población en general. Cómo se trata esta enfermedad inmunológica que padece el 3% de las mujeres en edad fértil.

No debe de haber mejor sinónimo de vida que la sangre. Sin embargo, hay veces en las cuales este tejido conectivo no juega a favor. Y eso sucede justamente cuando a las mujeres nos llega este momento en la cual queremos dar vida. “Un alto porcentaje de complicaciones gestacionales, como el aborto recurrente, la prematurez y la muerte intrauterina del feto, está relacionada con la alteración del sistema encargado de proteger los vasos y la fluidez de la sangre (hemostasia”, explica Omar Latino, obstetra del Hospital Genera de Agudos Carlos G. Durand. El retardo del crecimiento intrauterino (bebés de bajo peso), los partos prematuros, la preeclampsia (hipertensión en el último trimestre) y el desprendimiento de placenta también están directamente relacionados con la trombofilia. Esta alteración hematológica agrupa a muchas enfermedades y afecta entre el 10 y 15% de la población general, es decir, incluyendo también hombres y niños. Pero es más riesgosa en mujeres embarazadas, debido a los peligros que trae la tendencia a la hipercoagulabilidad. “Los coágulos obstruyen parcial o totalmente los vasos, e impiden la llegada de sangre a cada órgano. Hay que recordar que la sangre transporta oxígeno, nutrientes y hormonas que son fundamentales para que las células vivan y se reproduzcan. En un embarazo, la formación de coágulos determina la mala irrigación sanguínea en el endometrio y la placenta. Esto provoca la muerte fetal”, explica Latino, magíster en trombosis, quien ‘junto a su cargo el Consultorio de Enfermedades Autoinmunes y Embarazo del Hospital Durand. Según las estadísticas, cerca de un 3% de las mujeres en edad fértil sufre de abortos recurrentes y aproximadamente el 30% de ellos está relacionado con la trombofilia. “Tener un aborto temprano no indica necesariamente al presencia de algún tipo de trombofilia”, aclara Adriana Sarto, del Departamento de Hematología e Inmunología de la Reproducción de Halitus Instituto Médico. “Si tomamos cifras globales, de cada 100 mujeres, 85 tienen su bebé y 15 tienen un aborto. En general, en el 80% de los casos la causa del aborto no es la trombofilia sino un desorden de tipo genético”, agrega ella. Y Latino aclara: “En los abortos recurrentes hay múltiples causas, pero en el 50% de los casos no podemos diagnosticarlos y los denominamos ‘sin causa aparente’. Cada vez que se descubren nuevas causas productoras de abortos recurrentes, este grupo va disminuyendo”. Hoy, con un teste de laboratorio se puede saber si se tiene trombofilia: “Es un análisis de sangre específico (y no de rutina) que determina el nivel de coagulación. Se realiza cuando la paciente no está embarazada. No se hace por precaución, sino cuando se cumplen determinados criterios, precisa la especialista de Halitus. ¿Cuáles? Cuando se han perdido tres (los criterios internacionales dicen eso) o más embarazos en menos de 10 semanas; uno o más embarazos de más de diez semanas si se tuvo un parto prematuro o un embarazo con retardo de crecimiento del bebé o muerte fetal tardía intrauterina; si se tuvo preeclampsia, eclampsia o placenta normoinserta; complicaciones para quedarse embarazada; si hay antecedentes familiares de trombosis venosa, hipertensión y accidentes cerebro vasculares (ACV).
E fin de la angustia

El descubrimiento de las trombofilias es relativamente reciente. “Doce o trece años atrás, el 50% de los abortos recurrentes tenía diagnóstico inexplicable, tal vez porque este desequilibrio no presenta síntomas clínicos. Y aunque el tema no se hablaba, las mujeres que no podían quedar embarazadas lo vivían con mucha angustia”, dice Sarto al señalar que hay mujeres que han perdido más de siete embarazos. En la obstetricia, todo cambió cuando en 1996, Benjamin Brenner, médico y director de la Universidad de Hemostasia y Trombosis del Centro Médico Rambam de Haifa, Israel, estableció la conexión entre trombofilias y abortos recurrentes. “Fue un antes y un después porque posibilitó mejorar los diagnósticos y realizar los tratamientos adecuados”, afirma Latino. (…)
El tratamiento se basa en dos medicamentos que hacen menos espesa la sangre y ayudan a prevenir la formación de coágulos: la aspirina y la heparina de bajo peso molecular. “La heparina es administrada en dosis profilácticas antitrombólicas y no anticoagulantes sólo durante el embarazo (se discontinúa un día antes del parto o cesárea) mediante inyecciones subcutáneas de 40 miligramos diarios. Es bien tolerada y no tiene efectos adversos”, dice Sarto. La jeringa viene cargada y la paciente aprende a suministrársela ella misma. Además de inocuo e indoloro, es el único tratamiento consensuado que hizo revertir las tasas de abortos y pérdida de gestación. Antes, para una paciente con trombofilia, tener un hijo era lo más parecido a un milagro: tenía un 20% de posibilidades de ter un hijo vivo y sano; hoy con anticoagulante y heparina, esa posibilidad es de entre el 80 y el 93%. La mejor prueba de que funciona es que, después de tanta angustia, las mujeres apuestan a la vida otra vez.