La cifra no es para nada despreciable: nada menos que un 3% de las mujeres -en edad fértil- sufre de abortos en forma recurrente. Por lo tanto se trata de un tema central, especialmente tratado en las clínicas especializadas en fertilización asistida.
Diversas investigaciones realizadas desde hace casi dos lustras demostraron que una razón clave de estos abortos esta directamente relacionada con una condición llamada trombofilia. «De hecho, en países como Israel, se estima que casi dos tercios del total de casos de abortos repetidos por causas desconocidas estaban asociados a la presencia de trombofilia», explica el doctor Benjamín Brenner, un hematólogo israelí experto en trombofilia y problemas de coagulación. Brenner, que acaba de visitar Argentina para dictar una serie de conferencias en el Simposio Internacional «Avances en la investigación básica y clínica de aspectos genéticos, inmunológicos y hematológicos de la reproducción» es actualmente es Director del Departamento de Hemostasia y Trombosis del Instituto Médico Ramban, en la ciudad de Haifa, Israel.
«Los primeros estudios que relacionaron la trombofilia con problemas en la implantación del feto son de 1996″, rememora Brenner. Pero en los últimos cinco años se han presentado una enorme cantidad de papers y trabajos sobre esta relación» y de hecho, el establecer esta asociación entre enfermedad y sus consecuencias en el embarazo quedará -dentro de este campo médico- como uno de los grandes hitos, en un nivel similar como es considerada hoy la fertilización in vitro que tiene casi treinta años.
Los conocimiento médicos teóricos sobre este problema no es lo único que ha cambiado en los últimos años. También ha mejorado -y mucho- el tratamiento de esta situación y ese es un tema central. «Básicamente suministrando a las mujeres con trombofilia un medicamento hecho en base a heparina, una molécula que funciona corno anticoagulante, se ha logrado mejorar en un considerable porcentaje la tasa de embarazos que logra llegar a buen término.
«Lo más importante de todo esto», dice Brenner, «es que cuando los médicos detectan que hay un riesgo alto de trombosis, o trombofilia -que se asocia con abortos recurrentes- podemos suministrar dosis profilácticas de medicamentos capaces de hacer menos espesa la sangre y ayudar a prevenir la formación de coágulos sanguíneos».
Con este tipo de alternativas se pudo multiplicar por tres la tasa de embarazos llegados a término cuando está presenta esta condición «Del 25% pasamos a tener una tasa de éxito de entre el 75 y el 85%» afirma Brenner.
Este tratamiento tiene, además, una ventaja: es absolutamente seguro para el bebé ya que la heparina no atraviesa la barrera placentaria y no presenta demasiados efectos secundarios.
Un detalle interesante es que este tipo de técnicas no sólo se realizan con éxito en el primer mundo sino también en países como Argentina.
Adriana Sarto, médica a cargo del Departamento de Hematología de la Reproducción en el Instituto Halitus, viene trabajando esta temática desde hace tiempo. Y ha presentado excelentes resultados en diversos congresos de la especialidad.
«Por ejemplo, dice Sarta, tenemos un estudio hecho sobre 162 mujeres que cursaron un total de 180 embarazos bajo tratamiento con heparinas de bajo peso molecular. Y logramos tener una tasa de «nacidos vivos» del 84,5 por ciento. Ese fue el primer trabajo que demostró en forma fehaciente que este tratamiento disminuía la tasa de abortos preclínicos en rnujeres con antecedentes (de abortos recurrentes y trombofilia)
Otros estudios posteriores -por ejemplo uno presentado a principios de este año, en un simposio internacional, y que suma todas las pacientes tratadas desde 1997 totalizan más de 600 embarazos de mujeres con esta condición, con aborto repetidos y trombofilia. Y -gracias al tratamiento con anticoagulantes- se llegó a la estimulante tasa del 85% de nacidos vivos.
HACIA El FUTURO
En este tipo de tratamientos, los especialistas como Brenner prevén que -en algunos años- pueden llegar a aparecer algunas mejoras tales como una heparina capaz de ser suministrada en forma oral en lugar de la forma actual, que es inyectada.
También es posible que este tipo de tratamientos se vuelva más popular entre la comunidad médica -especialmente cuando se complementen con el tratamiento de preclamsias (hipet1ensión en la mujer embarazada).
¿QUÉ ES EXACTAMENTE LA TROMBOFILIA?
Es una condición relacionada con desórdenes en la coagulación de la sangre, con tendencia hacia la hipercoagulabilidad. Puede ser heredada -o adquirida- y tiene una alta prevalencia en la población general (se calcula que -en Argentina- la padecen 15 de cada 100 personas). «Entra las consecuencias que genera se encuentra un importante número de abor10s recurrentes, sangrados, etc. Las personas que la sufren se caracterizan por una tendencia a formar coágulos de sangre fácilmente, ya sea porque sus organismos producen cantidades excesivas de cier1as proteínas, llamadas factores de coagulación sanguínea, o cantidades demasiado bajas de proteínas anticoagulantes que limitan la formación de coágulos. Tiene una mayor prevalencia en las poblaciones de origen caucásico. En países como Israel una de cada cinco personas tiene esta condición. En Argentina ese porcentaje se ubica en entre el 10 y el 15 por ciento de la población.
¿MURIÓ JESÚS DE UNA TROMBOFILIA?
El doctor Benjamín Brenner es el autor de una interesante hipótesis: ¿Murió Jesús en la cruz corno consecuencia de un tromboembolismo pulmonar severo, en lugar de desangrado, tal cono suele considerarse?
En un artículo publicado en septiembre pasado, en la revista médica The Journal of Thrombosis and Haemostasis Brenner hipotetizó que la muerte de Jesús podría haberse producido por un coágulo que le llegó a los pulmones.
Justamente, esta situación que puede llegar a una muerte súbita, está relacionado con situaciones tales como inmovilización del cuerpo, traumas múltiples y deshidratación.
«Todo eso encaja bien con la condición de Jesús al momento de la crucifixión, puede haber sido con toda probabilidad la principal causa de muerte por crucifixión», dice Brenner. Además, otros trabajos muestran que hasta 20% del total de la población de la región donde debe haber nacido Jesucristo es portador de la enfermedad conocida corno trombofilia.
Anteriormente esta causa de muerte había sido descartada por otros especialistas.
Un artículo publicado en 1986 en la revista JAMA mencionó la posibilidad de que Jesucristo sufriera un coágulo, pero sus autores terminaron concluyendo que falleció a causa de la abundante pérdida de sangre.