Desde hace años se inició una nueva era en la rama medicinal con la aparición de las pruebas que analizan la composición genética para conocer en profundidad el organismo, pudiendo predecir futuras patologías, indicar la dieta adecuada y también ayudar a elegir el entrenamiento más conveniente para cada individuo.
Hoy, un simple test de ADN realizado a partir de una muestra de saliva puede ser el punto de partida para alcanzar un mayor rendimiento en el campo de la actividad física. Puede ser la fórmula para que una persona logre mejorar su estado tal como lo desea. En pos de potenciar la performance deportiva o adoptar un estilo de vida saludable, en la actualidad son varios los centros especializados por todo el mundo que ofrecen el servicio.
En Argentina, hacer un test cuesta por encima de los 12 mil pesos. El procedimiento es sencillo. Se toma una simple muestra de saliva o mucosa bucal para enviarlo por correo a un laboratorio de Estados Unidos. Junto a ello se debe completar una ficha básica con los datos, estilo de vida, tipo de alimentación, enfermedades propias y de familiares, entre otros.
Entre los 20 y 30 días posteriores se reciben los resultados. Analizando una cantidad de marcadores genéticos (hay cerca de 200 identificados por la ciencia) que ayudan a comprender el funcionamiento del metabolismo y la reacción a la ejercitación física, se prosigue a personalizar la dieta y la rutina de entrenamiento basado en el informe y de acuerdo a los objetivos: incrementar los niveles de energía, bajar o subir de peso, o maximizar las posibilidades de -por ejemplo- correr una maratón, entre otros.
¿Qué pueden develar? El periodista estadounidense Tom Piccolo, avezado a la actividad física, se hizo la misma pregunta, por lo que se sometió a una prueba de la compañía DNAFit. Así conoció cuatro datos de su cuerpo: primeramente, se enteró que posee una variación del gen MCT1 que responde más a los ejercicios de resistencia y no tanto a las actividades de fuerza. Además, supo que su organismo tarda en recuperarse del entrenamiento. Por esto último, le recomendaron cumplir con un largo tiempo de recuperación y comer más alimentos con ácidos grasos omega-3 , como salmón, nueces y semillas de lino.
Por otra parte, también se percató de que tiene un mayor riesgo de sufrir lesiones en los tejidos blandos (en particular los tendones); y descubrió que es intolerante a la lactosa -sus síntomas son leves como para notarlo-, debido a una variación en un gen que regula la producción de la enzima lactasa, informó en la revista Men´s Health.
Julieta Lupardo (M.N 6858), especialista en nutrición del Halitus Instituto Médico, señaló que estas pruebas son una posibilidad para cualquier persona interesada en saber sobre sus parámetros genéticos relacionados con la alimentación y observar en qué condiciones se encuentra su cuerpo. «Es de utilidad en aquellas personas que, realizando un plan de alimentación hipocalórico y llevando a cabo una actividad física regular, no logran el descenso de peso requerido para mejorar su estado de salud», apuntó.
La forma en la que una persona responde frente a los macro-nutrientes aportados en una dieta no es uniforme y se relaciona con distintas variantes genéticas asociadas a esa respuesta. Algunos genes pueden afectar la forma en la que el cuerpo se comporta frente a los alimentos, provocando un «picoteo» en exceso, la sensación de una saciedad inalcanzable o incluso alterar la percepción y el deseo de algunos alimentos.
Teniendo en cuenta aquellas variantes de genes asociadas a los comportamientos alimenticios y adictivos, los expertos elaboran un plan alimenticio para orientar al paciente. El test ayuda a comprender las características propias de un individuo y su comportamiento alimentario para así optimizar su metabolismo, perder peso y poder mantenerlo según los resultados arrojados.
En cuanto a la eficiencia, la Universidad de Trieste y el instituto Burlo Garofolo de Salud Maternal e Infantil en Italia estudiaron a un grupo de voluntarios que siguieron una dieta basada en sus análisis genéticos. Según los resultados, estos fueron capaces de perder un 33% más de peso que el resto de personas integraban el grupo de control de la investigación.
No obstante, la doctora Jess Buxton, genetista de la University College de Londres, considera que si bien la información que brinda un test es poderosa, aún no es del toda productiva para la comunidad médica: «La cantidad de información útil que los tests de salud personalizados pueden ofrecer es muy limitada en la actualidad. Todavía sabemos muy poco sobre el efecto que tienen los SNP (variaciones genéticas llamadas polimorfismos de un solo nucleótido) y otros tipos de variaciones genéticas sobre la salud de las personas», adujo.
«Aunque sí hay algunos trastornos, como la intolerancia a la lactosa, para los que las variaciones genéticas son muy claras y se conocen bien, no puede decirse lo mismo en el caso de la mayoría de otros trastornos», acotó la experta, quien explicó que las variaciones genéticas interactúan entre ellas y con factores no genéticos en formas que no se comprende completamente. «Así que es imposible hacer predicciones precisas basadas en información sobre solo algunas de las variantes genéticas implicadas, como hacen muchos de estas pruebas», sostuvo.
En plena curva ascendente de popularidad alrededor del globo, lo que antes era una opción para deportistas, se fue tornando como alternativa para los aficionados. La mayor masa de casos públicos son positivos, aunque las respuestas finales pueden variar de acuerdo a cada uno. En definitiva, es una herramienta más para quien busca estar en forma.