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Por: Revista Caras | 22/10/02

Técnicas para lograr una vida sexual satisfactoria


Existe una interesante diversidad de tratamientos cortos y efectivos que mejoran la respuesta sexual de las mujeres. El primer paso consiste en aproximarse a un diagnóstico que identifique qué fase está afectada: la del deseo, la de la excitación o la del orgasmo.

Algunas de las razones por las cuales las dificultades sexuales femeninas no han recibido históricamente la misma atención médica que la masculina es su complejidad y el desconocimiento de sus causas. Sin embargo, en los últimos años, a medida que se profundizaron las investigaciones médicas en este campo y se comenzó a conocer un poco más de la anatomía y la embriología de los órganos genitales femeninos se comprobó que existen varias coincidencias en la respuesta sexual entre ambos géneros.
Por ejemplo, uno de los factores moleculares que intervienen en la fase de excitación de ambos sexos es el óxido nítrico. En el hombre, la excitación se expresa como erección y en la mujer como tumescencia clitorídea y relajación y lubricación vaginal.
¿Cómo se define la disfunción sexual femenina? Se trata de desórdenes en las áreas del deseo, la excitación o el orgasmo, también el dolor relacionado con la sexualidad. En materia de estadísticas, las disfunciones sexuales de la mujer aparecen con una frecuencia del 43 al 50 por ciento en la población general.
Las cifras también indican que las mujeres no acostumbran consultar con el médico sobre este tema, alejándose de la posibilidad real de mejorar su vida sexual, pese a que en la actualidad hay una interesante diversidad de tratamientos cortos y efectivos, que mejoran la respuesta sexual. A través de un cuestionario inicial de 19 preguntas, podemos aproximarnos a un diagnóstico identificando qué fase de la actividad sexual está afectada: la del deseo, de la excitación o del orgasmo.
Como médicos de un equipo de disfunciones sexuales, nuestro enfoque siempre es holístico. Es decir, no nos detenernos únicamente en las causas orgánicas, las psicológicas, las vasculares o las hormonales. Muchas veces, la paciente consulta por falta de orgasmo pero descubrimos por ejemplo que hay una alteración en la fase de la excitación, o en otros casos una inadecuada estimulación previa.
Las opciones de tratamiento, adaptadas a cada caso, pueden incluir una terapia sexual donde la paciente o ella junto con su pareja, reciben información acerca de la actividad sexual, ejercicios, juegos y caricias que mejoran su comunicación corporal. Si el trastorno es psicológico, como una aversión sexual, el tratamiento consiste en psicoterapia o el uso de drogas psicotrópicas, cuando sea necesario.
Cuando el problema es el dolor, se estudia la causa. Si existe una infección genital se indican antibióticos u óvulos vaginales; si hay una dificultad anatómica, (himen tabicado o quistes vaginales) se corrige quirúrgicamente.
Si la falta de deseo es secundaria a un estado hipotiroideo, se indicarán hormonas tiroideas. El sistema endocrino cumple un rol fundamental en la sexualidad. Si se detectan valores bajos de DHEA-S, una prohormona con acción androgénica, el tratamiento incluye la medicación con esta sustancia, ya que cuando sus niveles son bajos puede dar una disminución del deseo, como también falta de energía.
Es importante remarcar que los tratamientos actuales son cortos. Nos gratifica escuchar testimonios de pacientes quienes luego de haber mantenido en silencio su disfunción durante años, logran una vida sexual satisfactoria en poco tiempo.