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Por: Revista Elle | 01/05/07

Sexo & adolescencia KIDS


Debutan más temprano, no están convencidos de usar preservativos, más abiertos a la experimentación, conservan, sin embargo, estereotipos machistas. Bombardeados por los medios que los estimulan precozmente, los adolescentes lidian a su modo con la sexualidad.

Con la explosión del sida como telón de fondo, a mediados de los ’90, un film norteamericano sobre la vida sexual de cuatro adolescentes de clase media urbana despertó críticas y polémicas varias. Duro y sórdido, kids, obra de Larry Clark, presentaba una radiografía de encuentros sexuales desenfrenados, drogas, alcohol y HIV entre chicos que no superaban los 16 años. Calma, es sólo una película.
Los adolescentes argentinos no son tampoco la Generación X. Cambiaron el ritmo vertiginoso de la época, pero no tanto. Son más precoces, no por eso menos inmaduros. Se inician sexualmente antes y se animan a coquetear con la ambigüedad sexual. Algunas chicas eligen practicar sexo oral para preservar la virginidad, desconociendo riesgos de contagio. Creen saberlo todo porque ven y están en contacto con todo: videos, películas, revistas, etc., que llegan hoy más rápido a su poder. Consideran al sida como algo lejano, y el preservativo, entre ellos, tiene mala prensa. Pero, en general, no tienen nuevos hábitos todavía sino pretensiones de crecer de golpe.
CALENTURAS
“Cuando estoy con alguien, lo que más me interesa es que salga todo bien para demostrar mi virilidad, obvio. ¿El Sida? Sí, me preocupa, pero mis amigos, la mayoría de las veces, no se cuidan y las chicas, menos. Nunca tienen preservativos y, si vos tampoco tenés, en el momento de calentura te convencen para hacerlo igual”, comenta Lucas, 18 años, típico joven de Recoleta.
No se entiende por qué, a dos décadas de la irrupción a escena del HIV, la posibilidad de contagio del virus no es considerada como una amenaza real entre quienes inician su vida sexual activa. ¿Mala información? ¿Desinformación?
“Para los adolescentes, el sida continúa siendo algo muy lejano, el mayor miedo es el embarazo porque, a los nueves meses, ya ven las consecuencias”, señala Mabel Bianco, directora de FEIM, Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer, de donde depende también la Red Nacional de Jóvenes para la Salud Sexual, una ONG que trabaja el tema de las escuelas.
Ya un estudio dirigido por investigadoras de la Universidad de Buenos Aires en el 2004 indicaba que, si bien los adolescentes usan más el preservativo que la generación de sus padres, saben muy poco acerca de la transmisión del HIV. El cuidado es para evitar un embarazo no deseado pero no por temor a contraer sida u otra enfermedad de transmisión sexual. Por eso, cuando tienen una pareja estable, lo reemplazan rápidamente por la píldora.
Otro dato que aparecía en esta investigación – dirigida por Ana Lía Komblit y Ana María Mendes Diz- es que los jóvenes actúan más por lo que creen o dicen sus pares, que por lo que saben. Una cuestión no menor. Menos aún cuando, según estimaciones del Ministerio de Salud de la Nación, la mayoría de las personas con HIV se infectaron entre los 13 y los 24 años.

LA PRIMERA VEZ

Jimena (15) vive en el barrio del Abasto y dice tenerla muy clara: “Tenés que ocultarlo [el sexo], es algo que no podés comentarlo con tu mamá aunque tengas mucho diálogo”, asegura, convencida. “¿Qué le vas a decir? ¿Ya tuve mi primera relación? ¡No! Va a perderte confianza y después no te va a dejar en paz”.
Macarena (16), de Barrio Norte, tampoco le contó a su mamá que ya nos es virgen y que ‘debutaron juntos’ con quien es su novio desde hace dos años, Juan Pablo (17), hace un par de meses. “Fue lindo pero me dolió. Me hubiera gustado que me dijeran que me iba a doler. Por ahora, nos cuidamos con preservativo, pero muchas de mis amigas ya usan pastillas. ¿Mi mayor temor? El embarazo”.
Por algunas charlas que tuvo en el colegio- católico-, Macarena se enteró de la existencia de la píldora del día después, aunque eso le gustaría hablarlo con su mamá e incluso ir con ella a un ginecólogo. Pero no se anima a dar el primer paso para hablar del tema en su casa. “Al principio, todos los días pensaba: ‘Hoy le cuento’, pero así fue pasando el tiempo y no se dio y, como mi novio viene a casa, tengo miedo de que lo empiecen a mirar mal, no sé” dice en voz baja.
La multiplicación de estímulos externos colabora en el nivel de erotización de los chicos, que hoy es superior al de generaciones anteriores. Esta es una de las razones por las cuales bajó la edad de iniciación sexual, tanto en mujeres como en varones: 15 años ellas, 14 años ellos, porque también se acortó la brecha de edad entre ambos géneros, que antes era de dos o tres años de diferencia.
¿Con quién se inician? “Las mujeres- que elegían exclusivamente al noviecito ahora varían un poco más. Hoy lo hacen también son amigos o con alguna relación ocasional, casi siempre dos o tres años más grande. Los varones tienden cada vez más a elegir para su primera vez a novias, amigas, ‘transas’ y, en menor medida, a una trabajadora sexual”, apunta Daniel Jones, integrante del grupo de estudios sobre sexualidades del Instituto Gino Germani de la UBA y becario del CONICET.
El debut con una prostituta quedó como un evento que, no necesariamente, tiene que ver con la primera vez sino con un ritual que se practica en grupo de amigos, a veces antes de ir a bailar.
¿Qué inquietudes tienen los chicos sobre la primera vez? Tanto los que ya debutaron como los que están a punto de hacerlo plantean que les gustaría que alguien les hable de si les va a doler, de la angustia que les produce el acontecimiento, de sus expectativas – explica Jones, a punto de culminar su tesis doctoral sobre adolescencia y sexualidad en los sectores medios- y, sobre todo los varones, de qué pasa si no funciona o de cómo hacer para que el otro la pase bien.”
ORAL
Meses atrás, un semanario de actualidad anunciaba en su tapa que la sociedad argentina había incorporado entre sus hábitos sexuales el sexo oral. ¿En los adolescentes también? Verdad o fantasía, lo cierto es que el término “peteras” (chicas que practican sexo oral) hoy aparece con frecuencia en el discurso adolescente. Chats, blogs y fotoblogs dan cuenta de esta figura, incluso en las matinées de los boliches. Los más chicos hablan de ellas acrecentando el mito y el rumor por lo que les contó un amigo de un amigo. Los que ya cumplieron 18, en cambio, acreditan su existencia pero en la noche de los más grandes, donde también se mezclan menores.
“El tema de las ‘peteras’ no se da tanto en las matinées pero a la noche sí, y más en boliches del Gran Buenos Aires. En general, son chicas de clases más bajas, de entre 16 y 20 años, que lo hacen sin cobrar”, confirma Lucas.
Los boliches siempre fueron espacios para conjugar relaciones varias, entre ellas, la ‘transa’, el contacto ocasional que termina en el mismo lugar donde empieza. En este marco aparecen las ‘peteras’. “Aquí hay una cuestión clasista, si se quiere- sostiene Jones- porque generalmente se trata de chicas de clases más bajas, para quienes la única forma de acceder a los varones más valorados es hacer lo que otras no hacen”. Y que pagan con un estigma imborrable.
Fuera de la disco, la actitud respecto de la fellatio es otra. La mayoría de las chicas admiten que sólo harían sexo oral con sus novios “para darles un gusto”, mientras que los varones apuntan que no se les ocurriría pedírselo a su novia porque sería “degradarla”. Así y todo, en una ONG que trabaja temas de género, recuerdan que “una vez, varios padres de un secundario de Capital nos llamaron alarmados porque se había puesto de moda entre las chicas practicar sexo oral para conservar la virginidad. Como eran chicas de clase media, cuyas mamás las llevaban al ginecólogo, para ocultarles que mantenían relaciones sexuales, elegían esta forma. El tema era que no se cuidaban y el riesgo de contraer enfermedades era tremendo”.
AMBIGÜEDADES
Los chicos están más abiertos a la experimentación. Se plantean “probar”, “ver qué onda”, “qué pasaría si…” Circuitos culturales, estéticas o grupos musicales- como Miranda! O Babasónicos- son referentes que permiten y cultivan la androginia. La opción de la ambigüedad sexual más visible y tolerada es otro signo de estos tiempos entre los adolescentes. Lo que no siempre se traduce en una convivencia fácil con sus pares, menos en la escuela, un lugar donde se sigue marcando a aquel que es diferente.
“Hay chicos que tienen definida su identidad sexual desde que son pequeños, y otros, que necesitan un período de maduración. Están aquellos que tienen experiencias intersexuales homosexuales que, a la larga, no significan nada”, explica la sexóloga clínica Beatriz Literat, de Halitus Instituto Médico.
“En términos comparativos, el adolescente actual de clase media urbana está más abierto a compartir otras opciones sexuales, a tener experiencias con personas de su mismo sexo, aunque no la adopte como identidad definitiva!, señala el investigador del CONICET.
INTIMIDADES
Hablar de sexualidad no es fácil a ninguna edad, porque implica exponer la intimidad. “En general, de sexo se habla entre amigos. En el ámbito familiar, la necesidad de hablar de sexo comenzó a plantearse a partir del sida, porque implica la vida”, señala la licenciada en psicología Judith Ben David. Sin embargo, a la luz de las encuestas y de lo que aducen los chicos, es una conversación de sordos.
Se ha demostrado que, en las casas donde se habla del tema con los padres, los adolescentes aprovechan mejor la información que le dan en la escuela.
Y que las respuestas que no encuentran en casa los chicos las buscan en otro lado. Además de los padres, los medios, la escuela y los pares son sus fuentes reconocidas. Todos con discursos y registros diferentes y, a veces, contradictorios.
Hasta ahora, la escuela se concentraba en las consecuencias de las relaciones sexuales – prevención de embarazos y de enfermedades de transmisión sexual- Algo que la Ley de Educación Sexual Integral, sancionada el año pasado, intentará cambiar. Los padres, por su parte, creen que diciendo “cuidate”, están hablando del tema, pero no les dicen de qué, ni de quién, ni cómo. Por último, los pares y los medios-con Internet a la cabeza- no siempre transmiten información de fiar.
Lograr un equilibrio no es fácil. Es mucho más frecuente que las preguntas sobre sexualidad aparezcan en la temprana infancia y desaparezcan en la adolescencia, incluso en chicos que tienen un buen vínculo con sus padres. La cuestión es qué decir y qué callar. “Así como con los niños uno sugiere que, hasta tanto no pregunten, no se introduzca la temática, con los adolescentes hay que sacarles el tema”, explica Ben David, terapeuta de adolescentes. Una buena estrategia que aconseja es hablarlo á la cantonade, en tercera persona – no directamente al hijo/a sino sirviéndose de algún ejemplo de alguien conocido, o de alguna noticia que permita explayarse-. Esto es útil para evitar la típica crítica adolescente hacia los padres de “¿Qué me van a enseñar ellos si no les fue tan bien en la vida?”.
“Lo que sí es importante- acota la licenciada Ben David- es establecer el límite de la charla porque, en ocasiones, los padres se exceden en lo que dicen y transmiten su experiencia o sus gustos, cuestiones que los jóvenes no tienen por qué saber”.
ESTEREOTIPOS
Es un hecho que más permisividad y transparencia no ayudaron a organizarles el bagaje informativo con el que los bombardean día y noche. Los adolescentes siguen recibiendo datos fragmentados y repitiendo modelos machistas originados en mandatos difíciles de desterrar. Las actitudes más liberales o progresistas, en algunos aspectos, se dan de boca cuando manifiestan que los varones siguen siendo “los que saben” y que, entre las chicas, están “las que se hacen respetar” y las otras.
Hay quien piensa que la educación sexual, en este sentido, debería ir más un poco más allá: “Si la educación sexual no entra en aspectos socioculturales, no sirve- afirma Mabel Bianco, de FEIM- Es clave que se hable de los estereotipos femeninos y masculinos, de que todos tenemos derechos y de que el sexo es una relación consensuada. Los varones no siempre se las saben todas ni las mujeres deben aprender de ellos”.
“muy levemente, hay una generación que está comenzando a dejar de pensar las relaciones sexuales como una mera ‘descarga’ para tener en cuenta el placer del otro” señala, por su parte, Daniel Jones, después de entrevistar y analizar distintos trabajos de jóvenes de sectores medios de todo el país. “En varios testimonios que recogí, por primera vez, escuché a varones que están planteándose que sus parejas tiene igual derecho a disfrutar de ese encuentro y a chicas de 17 años que están hablando del orgasmo”, afirma.
El amor y el placer son grandes cuestiones, aún a esta edad. Para los kids, todo se trata de crecer.

Patricia Surano