Cuando hablamos de hijos, ya sea del deseo de tenerlos o de las dificultades que pueden surgir con tamaña decisión, se suele poner el foco en las mujeres. Pero los hombres también piensan su paternidad y a veces deciden postergarla por múltiples razones. Cuando el deseo llega más allá de los 50 años, es fundamental que el hombre se acerque al médico para consultar.
Si bien la función reproductiva masculina es menos vulnerable al paso del tiempo que la femenina, no es nueva la información que refiere que existe un descenso cerca de la quinta década.
Esta modificación se relaciona, pr un lado, con una progresiva disminución en los niveles de testosterona (hormona fundamentalmente masculina) desde los 30 años, que puede incidir sobre el deseo sexual masculino; por otro lado, tiene que ver con la reducción del volumen del eyaculado, en la cantidad y la calidad de los espermatozoides y el aumento del riesgo de alteraciones genéticas.
Al comienzo, cuando se acerca un hombre de más de 50 a la consulta de fertilidad, se lo evalúa junto a su pareja teniendo en cuenta la edad de ambos. Si juntos no superan los 100 años, los expertos consideran que se puede avanzar, siempre pensando en el bienestar del hijo por venir.
El principal estudio que se le solicita a los pacientes es un espermograma, un análisis de laboratorio que permite observar la cantidad, movilidad y forma de los espermatozoides. Con la edad, las más afectadas son la cantidad y la calidad y, sobre todo, el volumen del eyaculado. El hombre eyacula menos y eso puede ser un factor de disminución de la fertilidad sin que necesariamente estén afectados los espermatozoides.
Por otra parte, cuando el hombre es mayor, se evalúa la fragmentación del ADN (que es la información genética), ya que existen trastornos que pueden ser producidos en la descendencia y están relacionados con el paso del tiempo de los espermatozoides.
Por esta razón, hay más cantidad de embriones que detienen su evolución y mayor riesgo de alteraciones que pueden provocar problemas en la descendencia: como es el caso de Síndrome de Turner (una enfermedad genética signada por a presencia de un solo cromosoma x) o ciertos problemas neurológicos y trastornos del desarrollo que pueden presentarse después. Las técnicas de fertilización in Vitro permiten resolver estos inconvenientes.
Por eso, para un padre que está postergando la fertilidad, el congelamiento de espermatozoides es una solución exitosa, ya que pueden estar criopreservados durante muchos años y luego ser usados cuando lleguen el deseo y las condiciones necesarias para ser papás.