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Por: Diario Clarín | 18/06/06

Recibidos de papás: hombres que no se rindieron y le ganaron a la infertilidad


Cada vez son más los que piden ayuda para convertir el sueño del hijo en realidad.

Gabriel Giubellino
ggiubellino@clarin.com

En el Día del Padre, ahora mismo, hay hombres que festejan cuando alguna vez les dijeron infértiles. Ayudados por nuevas técnicas, resolvieron viejas historias. Los que hoy abren regalos tuvieron, seguro, perseverancia y buena estrella.

El 15% de las parejas que busca el embarazo no lo logra al cabo de un año. En casi la mitad de esos casos, la causa reside en la dificultad del hombre para procrear. Pero algunos de esos varones no se rinden. En el país se calcula que unos 1.000 hombres se hacen por año tratamientos de alta complejidad de fertilización. Como entre el 35 y 40% se embarazan —este valor crece según la calidad del óvulo—, se estima que en Argentina nacen 300 bebas y bebes al año, hijas e hijos de hombres en el pasado catalogados de estériles.

El gran cambio se llama ICSI (Inyección Intracitoplasmática de Espermatozoides), que es nuevo relativamente: el primero se hizo en el país en 1994. Se extiende desde entonces, por una variedad de razones que se resumen en una: otra postura cultural del varón frente a la paternidad. Ahora hay unas 20 clínicas de fertilidad en Capital y alrededores.

‘La masculinidad estuvo siempre asociada a la fertilidad, y nada que ver —dice Stella Lancuba, directora del Centro de Investigaciones en Medicina Reproductiva (CIMER, www.cimer.com)— Con la divulgación científica esto fue cambiando. En esta década se ve un varón más informado, con más timing con la mujer, que se compromete y participa’.


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El doctor Eduardo Lombardi, presidente de la Sociedad Argentina de Endocrinología Ginecológica y Reproductiva y director de cirugía del Instituto de Ginecología y Fertilidad (IFER, www.ifer.com.ar) da un ejemplo: ‘Antes, el hombre venía a la consulta porque le dábamos a la mujer una orden de espermograma (estudio del esperma) para su marido. Hoy se lucha por el hijo codo a codo, se asume que el problema es de los dos’. Y el doctor Sergio Pasqualini, director médico de Halitus Instituto Médico (www.halitus.com), resume en una frase: ‘Cuando la mujer viene sola, te pide disculpas’.

El varón sabe que aunque no tenga esperma en su eyaculado, hoy puede tener un hijo. Los tratamientos son caros —unos 12.000 pesos cada uno, y se habla de intentarlo por lo menos tres veces—, y los gastos no están cubiertos por las obras sociales, ni sindicales, una de las grandes peleas en el sistema de salud.

¿Qué es lo que cambió el ICSI? Antes, un repaso. Todo lo que no es embarazo producto de relaciones sexuales es tratado con fertilización asistida. ‘El ICSI se usa para el ‘factor masculino severo’, cuando los espermatozoides son pocos o tienen graves defectos en el movimiento o en su morfología’, explica Alberto Nagelberg, de la Sociedad Argentina de Andrología (SAA, www.saa.org.ar).


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Esta técnica cambió el tratamiento en el hombre porque, a diferencia de la fecundación in vitro, necesita de un solo espermatozoide. Uno solo, pero con buena movilidad y buena ‘cola’, elegido por sus condiciones para ser inyectado en el óvulo de la mujer. El factor femenino es clave. La mujer, en paralelo a la atención médica de su pareja, debe ser tratada con medicación que estimule su producción. Las que se acercan a los 40 años pueden producir escasos óvulos, aún estimuladas. Otras mujeres, entre 10 y 12 óvulos. La edad conspira. ‘El 56% de los pacientes consulta después de los 37 años’, dice la doctora Lancuba. Es un error, si se quiere aumentar las chances de concebir.

Estudiados los óvulos, se inyecta en su citoplasma los espermatozoides elegidos. Uno por óvulo. Si se produce la fertilización y hay embriones, se transfieren al útero de la mujer; no más de tres, para evitar el simpático y complicado hecho de ser padre de trillizos.

La técnica resuelve conflictos de calibre. Guillermo Vilaseca, psicólogo especializado en masculinidad y director de www.varones.com.ar, se ha encontrado en la clínica con hombres deprimidos por esta causa. ‘Querramos o no —dice Vilaseca—, estamos atravesados por el mito del proveedor, el semental; es algo muy atávico que pesa en nuestra cultura. El efecto de frustración que produce el no poder en quien tie ne el deseo es muy fuerte’.

Es bueno saber que pacientes oncológicos pueden congelar a sus espermatozoides antes de una quimio. O que varones con VIH pueden concebir también con sus espermatozoides sanos. La pregunta del millón es: ¿serán esos hijos mas ‘malcriados?’ que los que quedan embarazados vía sexo? Que los míos, seguro que no. Feliz día, papás.