El bebé que nació hace poco más de un año, pero los resultados de la experiencia serán publicados en el próximo número de la revista “Fertility and Sterility”, de la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva. En 1992 una pareja pidió la fertilización in vitro de los óvulos de la mujer con semen de su marido y de un donante. El óvulo fertilizado con esperma del marido fue implantado con éxito en el útero de la mujer, mientras que los otros fueron criopreservados en nitrógeno y posteriormente donados.
“La criopreservación ofrece a las parejas que deciden donar sus embriones el tiempo necesario para encontrar una pareja adoptiva apropiada y confirma que el congelamiento es una opción válida cuando una pareja decide postergar el nacimiento de un hijo por razones de salud o personales”, manifestó el médico Carlos Quintans, del equipo de investigación.
El equipo que trabajó en este caso mencionó que “como las posibilidades de fertilización eran bajas, ya que el hombre presentaba poca cantidad de espermatozoides, la pareja decidió que se intentara en diferentes óvulos, una con el esperma del marido y otra con la de un donante”.
Así los óvulos fecundados con el esperma del marido le permitieron a la mujer tener un hijo, y los del donante fueron guardados y congelados, al igual que los del marido. Así comentaron que luego cuando la pareja se decidió a tener otro hijo se optó por comenzar la fecundación con los espermatozoides del marido y también tuvimos éxito, afirmaron los científicos.
Así que los embriones congelados, los que permitieron el nacimiento de este bebé, afirmó el doctor Pasqualini, quien agregó que la pareja “creo que es la primera en el mundo que pudo tener un bebé muy sano a partir de embriones criopreservados por un período prolongado”, es decir más de 9 años. (…)
Más allá de eso resulta evidente que este escalón científico abre muchas puertas contra la infertilidad y para muchos se coloca más allá de cualquier debate teológico jurídico.