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Por: Noticias | 16/01/10

Por qué tomar sol


PREVENCIÓN: El bronceado tiene mala prensa, pero evitar el sol por completo puede ser perjudicial. Beneficios y riesgos de un hábito del verano

Verano tras verano, el sol se convierte en el enemigo público número uno. Con razones fundadas para ese celo: en todo el mundo, la cantidad de lesiones cancerosas en la piel está en alza, lo que en la Argentina se traduce en un 30% de aumento en el último lustro.
Sin embargo, evitar el sol al extremo, como sugieren algunos dermatólogos, también puede resultar perjudicial para la salud. Ocurre que los rayos solares son materia prima de algo esencial para la prevención de enfermedades: la síntesis de vitamina D.
¿Qué es lo que hace tan especial a la vitamina D? Que participa en una gran cantidad de procesos metabólicos por lo que su déficit no pasa desapercibido. Su disminución en las personas adultas resulta en la reducción de la absorción intestinal de calcio. Esto influye –por su parteen el correcto funcionamiento de órganos tales como el corazón, el cerebro y los músculos. Las consecuencias más notables del déficit abarcan desde el raquitismo en la niñez a la osteomalacia (inadecuada mineralización de los huesos) en adultos, además de exacerbar la osteoporosis.
RUPTURA. La idea de que tomar una cantidad moderada de sol tiene su lado positivo gana consenso en la comunidad científica. En un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, Richard Setlow, biofísico del Brookhaven National Laboratory de los Estados Unidos, destacó las virtudes de un aumento moderado en la exposición solar de las personas.
«La exposición ayudaría a sintetizar la vitamina D, cuya adecuada concentración protege contra otros tumores y variadas enfermedades, y hasta podría superar el riesgo de desarrollar un cáncer de piel, especialmente en grupos de personas con deficiencia de esta vitamina».
El concepto puede parecer contradictorio pero vale la pena el análisis que ofrece Cedric Garland, profesor de la Universidad de California en San Diego: «Tomar 1.000 unidades de vitamina D puede disminuir en un 50% el riesgo de cáncer colorrectal ya que esta vitamina ayuda a prevenir la formación de pólipos precancerosos».
Por supuesto, ninguno de estos especialistas «revisionistas» promueve que se salga a tomar sol sin límites ni protección. Resaltan que no es mucho lo que se necesita. «Si bien lo óptimo varía en función de la coloración de la piel y la latitud, una persona caucásica debería exponerse al sol entre 6 y 10 minutos diarios», estima Ann Webb, de la Universidad de Manchester.
CAMBIO DE HÁBITOS. Desde la dermatología, el consenso es otro. «Haciendo una vida común, saliendo a la calle durante 10 minutos, y aún utilizando cremas protectoras, con el simple reflejo solar alcanza para que la piel sintetice sus necesidades de vitamina D», afirma el doctor Jorge Laffargue, dermatólogo del equipo del Hospital Elizalde y consultor de dermatología en el Instituto Halitus.
Daniel Feinsilber, jefe de Dermatología Oncológica del Hospital Ramos Mejía dice que «la arena húmeda refleja entre el 10 y el 15 % de la radiación ultravioleta; la arena seca refleja el 35 %; las baldosas, las piedras, las rocas o el agua de espejo, reflejan el 50 %; y la nieve, el 70 %».
Lo que empeora las cosas.
Laffargue agrega que «en todo caso es más saludable incorporar la vitamina D necesaria a través de la dieta. Además, hay que recordar que una persona tiene sus mayores necesidades de vitamina D de pequeño o cuando se es adulto mayor, especialmente las mujeres».
El experto va más allá y afirma que «hoy los dermatólogos ya no pensamos que la crema protectora es lo único recomendable. Lo más importante –para evitar lesiones peligrosas en la piel– es lograr que tengamos, ya de chicos, un cambio de mentalidad frente al sol». Esto implica sumar conductas que van desde conocer la propia piel y su verdadera capacidad de absorción de rayos UV para evitar tostarse en un día, pelarse y seguir bajo el sol y escaparle a todo bronceador casero.
También sugieren protegerse con ropas oscuras, de tejido cerrado y gorrita para los pelados. Por supuesto, evitar la exposición en horas pico y usar cremas protectoras. En este sentido, advierten los expertos que es un error muy común colocarse la crema una vez instalados en la playa, porque hay que extender la crema con tranquilidad, en todo el cuerpo y 30 minutos antes de la exposición.
Y hay que renovar la aplicación a lo largo del día, porque su eficacia disminuye con el paso de las horas y con el agua.
Los médicos también concluyen que no siempre mayor precio en las cremas es sinónimo de más seguridad.
El factor de protección debe considerar edad y tipo de piel. Un FPS de 40 –dicen– es una precaución correcta para la piel más blanca.
En concreto, sólo en los horarios menos agresivos del sol puede ser una buena idea dejar que los rayos acaricien nuestra piel desnuda, al menos por un puñado de minutos diarios.

ENRIQUE GARABETYAN

PRECAUCIONES

– Buscar el bronceado deseado sin urgencias, progresivamente, para evitar que la piel se ponga roja.
– Sin protección, usar ropas con tejidos cerrados y gorrito si no hay cabello.
– Evitar exponerse al sol directo del mediodía.
– Usar protector desde 30 minutos antes de exponerse al sol y renovar la protección cada 3 horas o al salir del agua.

(Bronceadores)