Al hablar de infertilidad, se hace referencia fundamentalmente a la incapacidad de fecundar en el varón y a la incapacidad para concebir en la mujer. Además de tener en cuenta todo lo relacionado con las gametas, el óvulo y el espermatozoide
-denominados factores fecundantes-, es necesario estudiar otros factores no fecundantes: el cigarrillo, el sobrepeso o la obesidad, el uso de drogas ilegales o medicamentos, y algunas disfunciones sexuales. Todo es útil a la hora de buscar un embarazo. Y uno de los pasos clave, que actualmente captó la atención de los médicos, es el momento de la implantación.
Cuando el mecanismo no funciona
Para que un embarazo tenga lugar, hay una serie de factores que tienen que coexistir y producirse en forma coordinada: el ovario debe liberar un óvulo, debe haber presencia de espermatozoides alrededor del óvulo, las trompas deben estar sanas para poder movilizar al óvulo, que éste logre encontrarse con los espermatozoides y que el embrión logre implantarse en el útero. Esto requiere que los óvulos y los espermatozoides cumplan con requisitos de morfología y funcionalidad. Cualquier alteración en el mecanismo -casi de relojería- o en los factores fecundantes, puede llevar a la infertilidad. El embarazo, entonces, puede no llegar por causas ováricas o espermáticas, hormonales, metabólicas, anatómicas o genéticas, entre las más frecuentes. Cuando todas esas causas más conocidas que pueden influir en la reproducción ya han sido descartadas, el 80 por ciento de las pérdidas reproductivas están asociadas a un desbalance del sistema inmune.
Lamentablemente, existe una gran cantidad de factores externos e internos que pueden provocar un desequilibrio
inmunológico y llevar a la infertilidad o al aborto recurrente. Entre ellos, los más estudiados clínicamente son:
-La producción elevada de anticuerpos dirigidos contra moléculas propias (anticuerpos antifosfolípidos, antitiroglobulina, antiespermáticas, etcétera)
-El desbalance de células NK angiogénicas
-El desbalance en la producción de citoquinas -mensajeros químicos entre los linfocitos- inflamatorias y anti-inflamatorias, en sangre y en el endometrio en el momento de la implantación.
Por ello, se comenzó a investigar la aplicación de nuevas alternativas diagnósticas que permitan detectar la predisposición de algunas mujeres a desarrollar estos problemas, y encontrar así una nueva alternativa terapéutica más exacta.
Un momento clave (SUBTITULO)
Hoy se considera que durante la implantación, que ocurre a pocos días de que el espermatozoide fecunde al óvulo, ya se están gestando mecanismos que van a impedir, semanas más tarde, la mala formación de la placenta. Es decir, que la implantación del embrión es un momento clave tanto para el inicio como para el futuro del embarazo. Las células immunoreguladoras y las sustancias que ellas producen en el endometrio, van a regular la formación de los cimientos. Si no lo hacen en tiempo y forma, la patología puede verse más adelante en un aborto recurrente.
Causas más frecuentes por las que puede fallar la implantación:
-Anomalías cromosómicas del embrión.
-Edad de la mujer y el funcionamiento del sistema reproductivo. A mayor edad, existe una mayor probabilidad de envejecimiento de óvulos propios. Esto explicaría la mayor falla de implantación o abortos a medida que avanza la edad materna. Además, el endometrio o tejido interno del útero, también desmejora con la edad, porque se hace menos receptivo, menos especializado para recibir a los embriones, permitir la implantación y el desarrollo normal del embarazo.
-Malformaciones uterinas.
-Alteraciones endocrinas. Existe evidencia científica de que el estrés puede producir cambios en los niveles hormonales en las mujeres y contracciones uterinas anómalas que, aunque la mujer no las sienta, pueden afectar la implantación de los embriones.
-Trombofilias y Síndrome Antifosfolipídico (SAF). La pérdida del embarazo y la falla en la implantación pueden deberse a una respuesta inmunológica anormal de tipo autoinmune. Con tratamientos adecuados, la tasa de nacidos vivos aumenta el 70 u 80 por ciento.
-Defectos de la fase lútea. Las alteraciones en los niveles de las hormonas- estrógenos y progesterona- pueden llevar a lo que se conoce como defectos de la fase lútea o fase lútea inadecuada.
-Infecciones. Una endometritis (infección del endometrio), por ejemplo, puede afectar la implantación.
-Alteraciones del diálogo molecular endometrio-embrión. Debe existir un delicado balance entre mensajeros moleculares embrionarios y maternos, que controlan el proceso de invasión del embrión en el útero y la llegada de oxígeno a través de la sangre materna. El sistema inmunológico debe ser el regulador de este equilibrio. Las fallas en el sistema inmune materno se asocian a fallas repetidas de la implantación.
En cuanto a tratamientos…
Son varios. Pero lo fundamental es detectar el tipo de problema. Es importante primero diagnosticar si hay o no un problema inmune, y si es del tipo autoinmune o aloinmune. A partir de ello, se decide cómo actuar.
En función de estos estudios diagnósticos, existe un número limitado de posibles tratamientos inmunomoduladores. La terapia con linfocitos (glóbulos blancos) paternos ha sido la pionera, pero hoy en día se encuentra limitada en su recomendación. También se utiliza la terapia con gammaglobulina endovenosa, recomendada únicamente en pacientes que muestran autoanticuerpos o pocas células NK angiogénicas. Existe, además, el uso de drogas del tipo anti-TNF-alfa, utilizadas para el tratamiento de la artritis reumatoidea, cuyo efecto benéfico esta aún en estudio.
En la mayoría de las clínicas se estudian las NK en sangre periférica, es decir, se toma una muestra de sangre, se mide y se analiza el número total. En otras clínicas se estudia la sangre del endometrio en la ventana implantatoria, y se analizan las dos subpoblaciones, o sea, las “malas” y las “buenas”. Se supo de resultados donde en sangre parecía que estaba todo normal, pero al estudiar las dos poblaciones en endometrio se encuentra un desbalance.
La investigación de alternativas diagnósticas que detecten la predisposición de algunas mujeres a desarrollar estos problemas, ofrece una luz de esperanza para encontrar una terapéutica más exacta.
Fabián Penno
Asesoraron: Dr. Rodolfo Sergio Pasqualini, director de Halitus Instituto Médico, y Dra. Gabriela Gutiérrez, del Departamento de Investigación y Desarrollo del mismo instituto
Fuente: Única Mi bebé