En la piel, los radicales libres inhiben su función antioxidante, mecanismo clave para su protección y la prevención de la aparición de manchas, arrugas y sequedad. Es por eso que la piel de los fumadores envejece mucho más rápidamente que las pieles no expuestas a estas sustancias. En el organismo, la nicotina produce la contracción de los vasos sanguíneos que irrigan y nutren la piel; en los fumadores, ésta adquiere pautinamente un color pálido y grisáceo, y pierde su lozanía y frescura ya que su capacidad de renovación se ve disminuida. Además, el contacto con el humo del cigarrillo y otras sustancias que se encuentran en el ambiente del fumador produce manchas en la piel, en los dientes y las uñas.
Asesoró: Dra. Rita García Díaz, médica dermatóloga del Departamento de Dermatología y estética de Halitus Instituto Médico.
Informe: Ma. Jimena Barrionuevo.