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Por: Revista Ser Padres | 15/03/15

Pequeñas molestias íntimas


Cuando en el embarazo surgen dudas sobre los cambios que ocurren a nivel corporal, el obstetra o ginecólogo es quien responde las consultas. Pero a veces hay temas más «privados» que generan cierto pudor y la futura mamá no se anima a plantear.

Aunque les pasa a todas y son absolutamente normales, hay ciertos cambios que experimenta la futura mamá de los que suele ser incómodo hablar. Salivar y transpirar en exceso, tener muchos gases o pequeños accidentes con escapes de orina al toser o estornudar, notar que los genitales están más oscuros y en algunos casos inflamados, son algunos de los temas con los que deben lidiar -muchas veces en silencio- las embarazadas. El doctor Ignacio Pérez Tomasone, coordinador del Dpto. de Obstetricia de Halitus Instituto Médico, nos explica a qué se deben y cómo aliviarlos.

Salivar en exceso. Aunque no es algo que ocurra con mucha frecuencia, cuando la salivación es excesiva, la sugerencia es que la embarazada no trague esa saliva que se produce y que la escupa.
Situación bajo control: Una opción es tener siempre a mano una toallita y utilizarla con cuidado para deshacerse del exceso porque lo composición de la misma sumada al roce de un agente externo suele palpar mucho los Labios. En la intimidad, quizás la solución puede ser utilizar recipiente como un vasito descartable También se puede controlar comiendo cada tres horas, tomando agua con limón o masticando chicle.

Transpiración abundante. Lo importante en este caso es que la embarazada tome mucho líquido para tratar de estar lo más hidratada posible. Si la sudoración tiene mal olor, lo ideal es consultar con el dermatólogo ya que el mismo está producido por bacterias.
Situación bajo control: Hay que cuidar la higiene y lavarse seguido con jabón neutro, sobre todo en los pliegues, ya que la transpiración puede provocar erosiones o irritaciones por los roces de la piel. Además, lo ideal es vestir ropas de algodón.

Gases. A medida que avanza el embarazo, la hormona progesterona relaja los músculos intestinales y el útero desplaza el estómago. Los gases se acumulan en el intestino y provocan hinchazón y dolor. Durante la gestación, las pacientes suelen cambiar su dieta porque hay ciertos alimentos que antes toleraban y ahora ni siquiera pueden oler; esto las obliga a realizar una modificación en su dieta, que no siempre es favorable para el estómago. En general, los gases vienen dados por lo que la embarazada ingiere, por lo tanto se sugiere cuidar la alimentación y consultar con un nutricionista que pueda ofrecer un plan con comestibles a evitar.
Situación bajo control: Para evitar los gases conviene disminuir la ingesta de alimentos flatulentos (como coliflor o repollo), los hidratos de carbono (presentes, por ejemplo, en la pasta o las legumbres), las frituras, los picantes, las especias y las bebidas con gas. Además, es bueno masticar despacio y caminar unos minutos después de comen. Una infusión de hinojo también puede reducir las molestias. En caso de ser necesario, y siempre bajo la supervisión médica, se puede tomar un antiinflamatorio.

Hemorroides. El 30 por ciento de las embarazadas las padece. Surgen entre el segundo y el tercer trimestre por la compresión que ejerce el útero sobre las venas hemorroidales. ¿Otras causas? El estreñimiento y la mala circulación (la sangre es más densa ahora). Quienes las sufren saben que son muy molestas, causan picazón e incluso pueden doler y sangrar. No suelen complicarse.
Situación bajo control: Para prevenirlas, es importante evitar el estreñimiento con una dieta rica en fibras, tomar al menos un litro de agua por día, caminar una hora diaria, no permanecer sentada largo rato y dormir con las piernas elevadas. Si ya se tienen de antes, hay tratamientos antihemorroidales que se pueden utilizar en la gestación. Los síntomas se pueden aliviar con baños de agua fría.

Escapes de orina. Se producen como consecuencia de algún movimiento que aumente la presión abdominal, como toser o estornudar. Es más común en la última etapa de la gestación, cuando el efecto compresor es mayor, y por esa misma razón afecta más a los embarazos gemelares. Esto se debe a que, de a poco, la anatomía va cambiando y hay una presión abdominal mayor sobre la vejiga.
Situación bajo control: Para prevenir los accidentes, lo mejor son los ejercicios de Kegel, movimientos de contracción destinados a fortalecer la musculatura pélvica; los enseñan en muchos centros y se pueden practicar desde el primer mes de embarazo. No hay que aguantarse las ganas de orinar, ya que eso favorece a que surjan infecciones. También se pueden usar toallitas para incontinencia y alejarse de los alérgenos que causen esos estornudos.

Genitales hinchados y con tonalidad más oscura. Era el caso de los pezones y el abdomen, el oscurecimiento se debe a los cambios hormonales que se producen en el cuerpo de la embarazada para albergar y nutrir la nueva vida que lleva en su interior y que favorecen la proliferación de celular pigmentarias. En el caso de la vulva, en cambio, se debe al incremento de la presión del útero sobre ésta, por el lógico aumento de peso que experimenta durante el embarazo. Al circular la sangre de manera menos fluida, se bincha y oscurece, pudiendo incluso aparecer várices en la zona. A no desesperar, recuperará su tamaño y coloración normal tras el parto.
Situación bajo control: Se recomienda no engordar más de lo aconsejado, no permanecer mucho tiempo de Pie, cargar peso y hacer ejercicios y tomar posturas al sentarse y dormir que favorezcan la circulación.

Veo diferente. A nivel ocular, casi todas las embarazadas pueden experimentar cambios transitorios en su calidad visual. «Estas alteraciones pueden generar un aumento en la miopía, la hipermetropía o en el astigmatismo. Sin embargo, este nuevo estado no debe ser tomado como un cuadro patológico, sino como alteraciones fisiológicas transitorias que suelen regresar a su estado previo luego de cinco a seis semanas posteriores al parto», tranquiliza el doctor Agustín J.M. Sáenz Valiente, médico del Servicio de Oftalmología de la Clínica San Camilo. ¿Cuáles son las variaciones más frecuentes? Modificación en la lubricación ocular produce seco. Y se Presente con mayor incidencia en el tercer trimestre del embarazo «es particularmente molesto en las gestantes que utilizan lentes de contacto, quienes suelen toleradas menos o deben usar lágrimas artificiales con mayor frecuencia de lo habitual», explica el especialista. Hemorragias intra y extra oculares suelen aparecer como manifestación secundaria al esfuerzo que se realiza durante los vómitos. «Estas últimas suelen desaparecer con el tiempo», manifiesta el oftalmólogo. Aumentos en la graduación de la miopía o de la hipermetropía: a raíz de este cambio, la gestante puede notar que con sus anteojos ya no ve como antes. Si la paciente usaba o no anteojos previo al embarazo, y comienza a tener problemas con sus ojos, es recomendable ir a ver a un médico oculista para realizar un chequeo. «En el caso que requiera prescripción de anteojos, usualmente se espera un mes luego de haber abandonado la lactancia, especialmente en los casos interesados en la renovación de anteojos o en los casos interesados en la realización de una cirugía refractiva para dejar de usarlos, dice Sáenz Valiente. Si, por esas casualidades, la paciente pierde sus anteojos durante el embarazo es recomendable darle una receta con su última refracción, ya que si los cambios en su graduación son transitorios, volverá a su grado previo una vez que finalice el embarazo.