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Por: Diario Hoy | 15/10/06

No podían quedar embarazadas pero no bajaron los brazos


En el Día de la Madre, Hoy habló con cuatro mujeres a las que tener un bebé no les resultó sencillo. Una de ellas espera a su primer hijo, a pesar de que las posibilidades eran mínimas. El caso de una mamá que hizo casi 20 intentos para lograr los embarazos. Y la inceríble historia de Isabel, que decidió congelar embriones y con los años se convirtió en una supermamá

Despúes de decenas de intentos y años de espera, finalmente lo lograron. Atrás quedaron los ensayos fallidos, las consultas diarias, el diagnóstico desesperanzador y los chequeos convertidos en rutina.

El escenario, entonces, se tiñó de los mismos momentos por los que pasaron amigas, familiares o compañeras de trabajo. Pero con algunas diferencias respecto de aquellas mamás a las que el tiempo premió con un poco más de prisa.
Natalia y Viviana son dos claros ejemplos de mujeres que hoy festejan de una manera especial su día. Lo justifica la tenacidad de no bajar los brazos a pesar de que la naturaleza se encaprichó en ir por otro camino.

Hay miles de mujeres para las que quedar embarazadas no resultó una tarea sencilla. Otras, incluso, todavía siguen en la lucha. Pero, a diferencia de décadas atrás, la ciencia da un gran mano en estos días, y aquellas a las que un diagnóstico les derrumbó el sueño, hoy también tienen su oportunidad.

Natalia
Ella ahora entiende el sentido de los lugares comunes a la hora de hablar de la maternidad. Excepto uno: la ansiedad por saber el sexo y la elección de nombres.
“No nos importa si es nene o nena; era tan remota la posibilidad de embarazo que esto es un sueño y lo único que deseamos es tener un hijo, no importa de qué sexo”, dice, con la ansiedad reflejada en el tono de voz, y la rapidez con que habla. No es para menos, esta platense que luce una panza de casi cuatro meses estuvo más de tres años a la espera de la dulce noticia.

Junto a Esteban, su marido, en octubre del año pasado decidieron hacer la primera consulta. Ante el difícil diagnóstico, supieron inmediatamente que no iba a resultar fácil, pero se animaron a intentarlo.

La búsqueda incluyó una biopsia testicular y un tratamiento, primero con estimulación ovárica con puregon en Natalia, para luego seleccionar de varios óvulos los más maduros. Se hizo el procedimiento de Inyección Introcitoplasmática de un Espermatozoide (ICSI), que es una variante de la fertilización in vitro para casos más severos.
Natalia no lo olvidará jamás. Se internó un 9 de julio. Al tercer día que se hizo el ICSI, se realizó la transferencia de los espermatozoides y a los 15 días se hizo el análisis para ver si había embarazo clínico. El instante en que se les informó el resultado “fue uno de los momentos más felices que nos tocó vivir”, cuenta esta mamá que espera para fines de marzo.
“Este fue un caso muy difícil porque se hace un trabajo a nivel supermicroscópico. Hay que lograr separar los espermatozoides y no dañarlos”, señala el especialista en reproducción Alvaro Alosilla Fonti, del Centro de Reproducción de La Plata.

Según el especialista, “este tipo de procedimientos tiene mucha carga emocional porque además de la fertilización, está la biopsia que a ningún hombre le gusta realizarse”.

Natalia ya está acomodando su casa de 518 y 12 para la llegada del bebé. “Nada me molesta, ni los dolores, ni los kilos de más. Fue tan difícil todo, que no se me ocurriría quejarme porque me puedan salir estrías en la panza”, dice entre risas.

Viviana
El caso de Viviana Vismara es distinto del de Natalia, pero con el mismo final. Esta mujer que vive en Capital Federal hizo casi 20 intentos para lograr los dos embarazos, que se convirtieron en Rosario y Mayra.
Al igual que Natalia, nunca pensó en el sexo, “sino en tener hijos y que nacieran sanos”, cuenta la mamá de las dos nenas, una de ocho y otra de un año y medio.

“Desde muy chica siempre me cuidé mucho porque para mí tener hijos era, y es, muy importante; tanto que con mi novio de entonces, mi marido actual, decidimos que si no podíamos íbamos a adoptar”.
“A los 28, las ganas de ser mamá comenzaron a materializarse, hasta que le descubrieron que tenía las trompas de falopio tapadas, una de las causas más frecuentes de inferti-lidad en las mujeres.

Además de operarse, Viviana recurrió a la fertilización in vitro, que permite que en laboratorio se puedan realizar las fases del proceso de reproducción que normalmente se llevan a cabo en la trompa. Incluso tuvo que hacer más de un tratamiento porque también tenía un problema hormonal.

“Recién en el cuarto intento me transfieren ocho embriones y prende uno que ahora tiene ocho años y se llama Rosario”, cuenta todavía sorprendida esta ingeniera mecánica, recibida en la UBA.
Al año, Viviana y su marido comenzaron a buscar otro bebé. Pero surgieron nuevas complicaciones y hasta embarazos perdidos.

“Yo engordé 20 kilos, estaba muy mal de ánimo y regalé todo lo de Rosario que guardé para mi otro bebé: coche, cuna, ropa, mamaderas. Ya no creía que podría llegar a tener otro hijo”, recuerda.

Pero el apoyo de su pareja y los pedidos de Rosario por un hermanito terminaron por convencer a Viviana de comenzar un nuevo tratamiento, la fecundación in vitro pero en el ciclo natural. No se usan hormonas para estimular el desa rrollo de los folículos y obtener varios óvulos: se utiliza el único óvulo que normalmente produce toda mujer.

“La diferencia es que lo máximo que se utilizan son cinco pastillas de hormona o inyección, y no las dosis altas que habitualmente se usan”, comenta el especialista de Halitus Sergio Pascualini, que tuvo a Viviana como paciente.
Después de tantas idas y vueltas y de casi 20 intentos en total, Viviana logró el segundo embarazo. “A
mi marido se lo dije por teléfono, pero no me creía porque decía que no tenía perfil de embarazada”, recuerda entre risas esta mujer de 40 años.

Fue así que por segunda vez esta mamá decidió esperarlo con el test la mano y con la satisfacción de no haber bajado los brazos.

El esfuerzo económico, las pasti-llas, los intentos fallidos; “todo eso se olvida cuando una tiene ese bebé en la panza, que crece, patea, nace, llora”, dice, emocionada, esta mamá que hoy celebrará su día junto a las niñas que son su vida.