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Por: Agencia DERF | 13/11/14

Mujeres con cáncer hoy pueden perservar su fertilidad


El duro paso por dejar atrás la enfermedad, muchas veces se lleva junto con el cáncer la posibilidad de tener hijos, la crioperservación aparece cada vez más como una opción.

Recibir el diagnóstico de cáncer, cualquiera sea su localización y forma, debe ser sin dudas una de las experiencias más paralizantes. Si bien comenzar con el tratamiento cuanto antes para dar fin a la pesadilla es seguro una de las prioridades, todo lo que se pone en juego y cómo seguir adelante no deben ser temas menores.

El cáncer es un nombre general para un grupo de más de 100 enfermedades cuyo denominador común es el crecimiento sin control de células anormales.

Es ese descontrol, que genera la invasión sobre otros tejidos, lo que define a la célula como cancerosa. Esto se produce a partir de un daño en su ADN (ácido desoxirribonucleico), y las nuevas células que se generarán también tendrán alteraciones en el ADN.

La buena noticia es que muchos tipos de cáncer, entre ellos el de mama, tienen altos porcentajes de curación si son diagnosticados de manera temprana.

La lucha contra el cáncer es agresiva y constante y muchos tratamientos derivan en efectos secundarios no deseados. Además de la conocida y hasta esperada caída de cabello, hoy se sabe que, por ejemplo, pueden verse afectados el funcionamiento del ovario o del testículo, por lo que la preservación de la fertilidad se convierte en un tema a contemplar.

El doctor Sergio Pasqualini (MN 39.914), director científico de Halitus Instituto Médico y presidente de Fundación Repro, destacó que «según la experiencia en el consultorio, muchos de los pacientes no recuerdan haber recibido mención o discutido con su médico de cabecera el tema del impacto de los tratamientos de cáncer sobre su fertilidad futura».

Además, no siempre la información proporcionada es completa o suficiente, por eso el manejo de datos precisos en el momento indicado brinda la posibilidad real de tener un hijo luego del cáncer.

Algo así le ocurrió a Florencia Ortells, quien a los 27 años se enteró de que tenía linfoma de Hodgkin, un tipo de cáncer en el sistema linfático.

Luego de tres meses de quimioterapia y la noticia de que la enfermedad había desaparecido, la asaltó la duda de si podría tener hijos. Es que como parte del tratamiento le habían dado una medicación para suspender su menstruación, sumado a lo agresivo que el proceso es de por sí para todo el organismo.

«Fui a mi ginecólogo para regularizar mi menstruación y saber cómo había quedado, y ahí fue cuando me explicó que en estos casos podían preservarse óvulos para asegurar la fertilidad futura», contó Florencia a Infobae.

A los dos años la joven recibió la tan temida noticia: el linfoma había vuelto a aparecer, pero esta vez había que hacer quimioterapia más fuerte, autotrasplante de médula y rayos.

La joven de por ese momento 29 años no lo dudó. «Me acuerdo que llamé a mi ginecólogo y estaba en un shopping; le dije que el linfoma había vuelto y que quería preservar mis óvulos antes de comenzar el nuevo tratamiento», relató con una convicción envidiable y una fortaleza que hace entender por qué pudo ganar tan dura batalla.

Su médico la contactó con el doctor Pasquialini, quien le explicó el procedimiento para criopreservar y de inmediato le indicó el tratamiento. Si bien el especialista le aclaró que preservar embriones era mejor que óvulos, en ese momento la joven estaba de novia y poco podía ponerse a pensar si quería que él fuera el padre de sus hijos. Así que criopreservó sus óvulos y comenzó el tratamiento para deshacerse (otra vez) del linfoma.

«Saber que mis óvulos estaban criopreservados y que mi fertilidad estaba a salvo me dio mucha paz mental y me permitió focalizarme en curarme», recordó Florencia, quien admitió que «necesitaba» sacarse esa preocupación de encima.

«No me importaba que se me cayera el pelo, pero sí necesitaba estar segura de que iba a poder ser mamá. Saber que tenés la chance es impresionante», destacó.

Y vaya si Florencia precisaba estar relajada con su fertilidad. En 2008, por tercera vez, tuvo que volver a someterse a radioterapia a causa de una nueva recaída en su enfermedad.

Finalmente (¡y lo decimos a modo de profecía autocumplida!) en 2010 viajó a los EEUU a probar un nuevo tratamiento con una droga monoclonal y, tras permanecer allí en tratamiento durante un año, el linfoma ya es parte de su pasado.

Hoy, a sus 39 años espera al hombre de su vida y futuro padre de sus hijos para lograr formar la familia que hace años desea. Quizá lo intente y lo logre sin siquiera llegar a usar los óvulos que guardó hace diez años, pero, en aquel momento, sacarse ese tema de la cabeza era lo que necesitaba para encarar su curación.

«Saber que eso está guardado te ayuda mentalmente. El diagnóstico fue como un hachazo en la frente; cuando el linfoma volvió, tuve tiempo de pensar, resolver y dedicarme a curarme», finalizó.

Todo lo que hay que saber sobre criopreservación

La efectividad de los tratamientos de quimioterapia o radioterapia o quirúrgicos para combatir el cáncer aumentó con los años y fueron surgiendo nuevos desafíos en relación a la calidad de vida de quien lo superó.

El camino de la concientización se está comenzando a transitar, pero, sobre todo en lo que respecta al cuidado de la fertilidad, queda mucho por hacer, además de seguir creando conciencia: tanto en pacientes como en médicos.

¿Cómo se preserva?

Pasqualini explicó: «El primer paso, y fundamental en la preservación de la fertilidad, es integrarlo como objetivo dentro del plan principal que el paciente y su oncólogo trazan en conjunto».

«Esto permitirá -según el especialista- seguramente lograr mayor adherencia al tratamiento oncológico y evitar que un paciente postergue el inicio por temor a perder la fertilidad, o lo rechace, o, incluso, no cumpla con las normas que el tratamiento le impone».

Y prosiguió: «Luego, en la consulta por fertilidad, es indispensable analizar cuál es el problema que enfrentamos, cuál es el estado general del paciente y cuál el estadio de la enfermedad para evaluar la mejor opción en cada caso».

No toda persona que consulta por un tema de oncología puede preservar su fertilidad; sin embargo, es importante que realice la consulta en el lugar adecuado para considerar todas las posibilidades. Hay situaciones que requieren que el tratamiento quimioterápico o de rayos comience con urgencia, hay situaciones en que el paciente enfrenta un tumor hormonodependiente, y esto también limita las opciones. «Lo fundamental es siempre trabajar en equipo con el oncólogo para evaluar los efectos y las dosis de las drogas sobre el sistema reproductivo y así decidir cuál es la mejor opción en cada caso en particular. Otro punto relevante es que no siempre nos quedamos sin tiempo para preservar una vez comenzado el tratamiento. Muchas veces es posible recuperar óvulos o espermatozoides para criopreservar», insistió.

Se tiene en cuenta la combinación de tres factores: edad del paciente, el tipo de tratamiento específico y su duración.

¿Son viables los óvulos preservados?

Dependerá de la edad de la paciente -y hay una gran cantidad de pacientes en edad reproductiva-; si la reserva ovárica es adecuada, la preservación será exitosa, como lo es en casos de preservación por motivos sociales. Y hay que trabajar en paralelo con el oncólogo para saber de qué tiempo se dispone para llevar adelante el procedimiento.

¿Qué técnicas de preservación existen?

Vitrificación de óvulos: se realiza estimulación ovárica con hormonas para que se produzcan varios óvulos -depende de la capacidad de respuesta del ovario-.

Cuando los folículos en crecimiento llegan al tamaño adecuado, se suspende la medicación y se procede a la aspiración. La primera ecografía de control evolutivo se realiza en general el día 5 del ciclo menstrual ajustándose la dosis de la medicación según la respuesta ovárica.

Luego se realiza la aspiración, que es la etapa de recuperación de ovocitos entre el día 11 y el 15 del ciclo.

La criopreservación consiste en utilizar muy bajas temperaturas para disminuir las funciones vitales de una célula y poder mantenerla en condiciones durante mucho tiempo. Las células se mezclan con soluciones «crioprotectoras» especiales y luego son almacenadas en nitrógeno líquido a -196 °C en tanques especiales hasta su utilización. El procedimiento consiste en estimular los ovarios con hormonas para que se produzcan varios óvulos -la cantidad dependerá de la capacidad de respuesta del ovario-; luego se aspiran los folículos que contienen los óvulos y se congelan para su conservación. Si bien la criorpeservación la hemos utilizado con buenos resultados -hemos logrado recientemente el nacimiento de un bebé producto de un óvulo congelado durante 14 años-, la técnica utilizada es la vitrificación, que es la variante de congelamiento con descenso brusco de la temperatura y que permite lograr muy buenos resultados al descongelarlos. El éxito de las técnicas de criopreservación se basa en el congelamiento de óvulos de buena calidad que puedan aún ser viables luego del proceso.

Preservación de tejido ovárico: es una técnica que consiste en tomar pequeñas muestras por laparoscopía de la corteza ovárica, que contiene gran concentración de folículos inmaduros; se fracciona, se congela y se guarda en nitrógeno sin límite de tiempo. Cuando la mujer decide tener un bebé, se reinjerta.

Criopreservación de embriones: es la primera técnica, la más utilizada y con mejores resultados en cuanto a efectividad de embarazo. Se realiza la fecundación -con diferentes herramientas según el caso- del óvulo y del espermatozoide, se madura en laboratorio y se congelan hasta el momento de la transferencia.

Trasposición ovárica: mediante una cirugía se procede a alejar los ovarios de la zona con mayor exposición a una radiación, por ejemplo, minimizando así los daños de una radioterapia.

Traquelectomía radical: mayormente utilizada en casos de cáncer cervical. Consiste en extraer el cuello del útero y preservar el útero.

En el caso de los hombres

Banco de semen: las células espermáticas son obtenidas, analizadas y criopreservadas. Los espermatozoides pueden obtenerse por eyaculación, punción de epidídimo o biopsia testicular. La tasa de éxito de embarazo varía de acuerdo a la calidad espermática al momento de la preservación, es por ello que se recomienda criopreservar más de una muestra.

La técnica avanzó mucho; hoy se congelan en pastillas y de esa forma se fraccionan en alícuotas pequeñas, que es lo que se necesita para hacer cada tratamiento o en pajuelas muy finitas donde entra muy poco volumen.

Banco de tejido testicular: el tejido testicular es obtenido mediante cirugía y almacenado a bajas temperaturas. Puede llevarse a cabo antes o después de la pubertad.