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Por: Instituto Murciano de fertilidad | 19/01/09

Maternidad asistida


La donación de óvulos no es sólo un tratamiento médico, sino una oportunidad, incluso un acto de amor y de solidaridad de una mujer hacia otra y su pareja. Una puerta que se abre cuando el sueño de ser padres parece imposible.

Durante muchos años, se creyó que la infertilidad era un problema de las mujeres, una enfermedad o una incapacidad individual. Hoy, gracias a los avances tecnológicos en medicina y a los avances en la mentalidad de las personas, una pareja puede conocer y comprender que la infertilidad es ‘cosas de dos’, sin importar quién tenga alguna dificultad para lograr la fertilización o bien para llevar a término un embarazo.
Según el instituto médico Halitus de Capital Federal, la infertilidad afecta a un 15 por ciento de las parejas en edad fértil y tiene orígenes diversos. Por ello, es importante estudiar detenidamente las causas -ya sean del varón, de la mujer o de ambos- para elegir el tipo de tratamiento que mayores posibilidades de embarazo les ofrezca. Al mismo tiempo, ésta elección está estrechamente ligada a la historia de la pareja y a la historia personal de cada uno.
Puntalmente, cerca de la tercera parte de la población de parejas infértiles se encuentra dentro de la denominada esterilidad sin causa aparente. Son aquellos pacientes que, luego de realizarse estudios de diagnóstico, no evidencian una causa médica identificable que explique la ausencia de embarazo. El 70 por ciento restante se reparte entre un 40 por ciento de esterilidad por causa femenina, otro 40 por ciento por causa masculina y un 20 por ciento por causas mixtas.
Las técnicas de reproducción asistida son variadas y se clasifican de acuerdo a su nivel de complejidad: son de baja complejidad si la fecundación se produce dentro del cuerpo de la mujer y de alta complejidad cuando los óvulos son extraídos del cuerpo femenino y se logra la fertilización en el laboratorio.
Dentro de éstas últimas se encuentra la donación de óvulos, una opción cada vez más escogida entre las parejas, sobre todo, mayores de 40 años. Aunque en la provincia todavía no se pueda acceder a ella y los entrerrianos deben recurrir a clínicas porteñas o rosarinas (que son las alternativas más próximas) para poder hacer el tratamiento.
La búsqueda
“Soy de Capital Federal, me pareció muy agradable este sitio, a veces uno se siente un poco sola en este tema. Con mi marido nos casamos de grandes, hace tres años, y queremos tener un bebé”. “Somos un matrimonio de 33 años. Estamos en la búsqueda de nuestro bebé hace tres años y nuestra única posibilidad es a través de la ovodonación”. “Hola, soy de Mendoza, estoy en pareja con otra mujer y queremos tener un hijo por inseminación”. “Tengo 43 años y fallaron los tres intentos por obtener óvulos propios, así que el médico me sugirió como única opción la ovodonación, ¿alguien me puede asesorar sobre el tema?”.
Soledad, Clara, Germana, Celilia y otras tantas mujeres comparten un foro virtual donde cuentan sus historias, comparten dudas y agradecimientos. Todas ellas quieren ser madres y recurrirán con sus parejas a la ovodonación.
Existen muchas situaciones en la vida de una mujer –menopausia precoz, no producción de ovocitos, extirpación quirúrgica de los ovarios, mala calidad de los óvulos, edad avanzada- en las cuales no es posible ser madre sino a través de la donación de ovocitos. En tales casos, se realiza esta la técnica de reproducción asistida, utilizando óvulos de una donante y transfiriendo los embriones obtenidos al útero de la receptora.
Se trata de un método de preferencia en las mujeres que superaron los 40 años, debido a que ofrece mayores posibilidades de embarazo. De todos modos, las parejas suelen transitar otras alternativas antes de definirse por la donación de óvulos y la decisión es una de las más duras en el camino hacia la paternidad.
La donación es un acto muy privado e íntimo. Donante y receptora no sólo no se conocen, sino que la primera tampoco sabrá si sus óvulos conducirán o no a un embarazo. En todos los casos la donante debe tener menos de 32 años, debido a que la calidad de los óvulos comienza a declinar a partir de esa edad. Asimismo, está obligada a realizarse estudios para descartar cualquier Infección de Transmisión Sexual (ITS) y no debe tener alteraciones reproductivas.
Romina y Mónica
Aunque el primer bebé de la historia de la donación de óvulos nació en Australia en 1986, en Argentina su implementación data de mediados de la década del ‘90. Las primeras donantes eran las propias pacientes, que tenían más óvulos de los que necesitaban y estaban dispuestas a donar. Entonces, era muy baja la cantidad de donantes y la lista de espera era enorme. Poco a poco, las que necesitaban óvulos comenzaron a convocar a familiares, amigas y conocidas. Así se armó una cadena que ahora se autoabastece, de modo que actualmente la demora no supera los dos meses.
Es en esa misma cadena donde las interesadas por en ser mamás y las donantes se encuentran e intercambian experiencias. Así fue como me contacté con Romina, una joven de Capital Federal, de 28 años, y madre de una nena. Ella, como tantas otras mujeres, se ofrecen para cumplir el sueño de otras parejas, conociendo el tiempo, esfuerzo y dedicación requeridos para llevar adelante el tratamiento.
“Hola. Yo decidí ser donante de óvulos, porque me parece que podría ayudar a cumplir el sueño de ser mamá a alguna mujer que verdaderamente quiera tener un hijo”, relató.
“Pero me gustaría que esa mujer a la que yo donaría mis óvulos sienta la verdadera vocación de ser mamá y no sea extrema con los requisitos para la donante. Me pasó que una mujer me envió un e-mail pidiéndome mis datos y mi color de piel y el de mi familia, mi altura y mi peso y la de mi familia. Ella quería que yo fuese parecida a ella. Sinceramente, eso me molestó porque si una quiere tener un hijo y no consigue donante y sufre realmente, no le importa ni el color de piel de la donante ni su contextura física, ni nada de esas cosas que son superficiales”.
“Lo que sí me parece que es muy importante es que la donante sea una mujer sana y que se haga los estudios para saber si lo es, todo eso sí… Pero lo demás me parece que no es importante. Yo cuando quería quedar embarazada no pedía que mi hija fuera rubia, de ojos celestes, flaquita y alta. Yo pedía que fuera sana”.
Mónica, por su parte, representa la otra mitad de la historia: la de las receptoras de óvulos. “Hola Betiana! Nosotros durante un año fuimos con una doctora que me controló la parte hormonal y luego de muchos análisis y ecografías me descubrieron que no ovulaba y no podía quedar embarazada”.
“Lo que me explicaron es que mis ovarios no formaban óvulos por un estado de prematura menopausia, ya que todas las mujeres nacemos con tanta cantidad de óvalos para toda la vida y durante la etapa fértil se van perdiendo por medio de la famosa menstruación y ya pasados los treinta y cinco años estos óvulos no son tan buenos”.
“Fue muy fuerte lo que sentí cuando me enteré de esto. Pero no me caí, porque tenía el soporte principal que es mi marido”, enfatizó.
“No quise quedarme con esa respuesta y fui a un centro en Bahía Blanca que se dedica a eso. En  Ameris nos sentimos muy acomodos y nos atendió un doctor que realmente se comprometió con nosotros sentimentalmente. Esto lo digo porque hay muchos casos en que sólo ven el fin material… Pero el resultado fue el mismo: no podía quedar embarazada porque no tenía óvulos, y lo único que quedaba era la donación…”.
“Comencé el tratamiento mientras esperaba a la donante. En Ameris el doctor me controlaba el crecimiento del endometrio y me indicaba lo que tenía que hacer. Anteriormente, mi esposo por medio de otro doctor enviaba los espermatozoides a Buenos Aires. El primer intento se vino para atrás y la segunda oportunidad fue en septiembre de 2007, ahí sí fue todo bien. Viajamos a Buenos Aires el 31 de agosto y el 1° de septiembre me realizaron la transferencia de tres embriones en la clínica Seremas, dos eran de excelente calidad y uno con tres células, es decir, que no era tan bueno”.
“Salimos de la clínica con todas las esperanzas y volvimos a Bahía Blanca. El 13 de septiembre  me realicé el análisis de sangre. Ese día yo estaba trabajando y me llamó la secretaria del doctor para decirme ‘Moni te dio la beta re positiva!!!!!!! estas embarazada!!!!’. Grite y grite, llamé a Octavio (mi esposo)… Estábamos tan felices!!! Todos en la familia como locos…”.
“La semana siguiente me realizaron la primera ecografía y había tres bolsas y sólo dos estaban con embriones vivos. Mellizos!!!!! Siiii”.
“El embarazo estuvo controladísimo y felizz, sólo se adelantaron y nacieron casi cuando tenían siete meses y pesaron 1k. 25gr. y 1k. 5gr., aunque ahora son dos toritos. Para la internación de los bebés tuve que ocultar que nacieron por fertilización, porque las benditas obras sociales no la cubrían. Por eso estoy más que a favor de que esto se legalice y las obras sociales tengan que cubrir los tratamientos, puesto que la infertilidad ES UNA ENFERMEDAD. Y muchas veces también psicológica, porque cuando te dicen que no vas a poder ser mamá te sentís muy vacía en el alma…”.
“Gracias a Dios yo pude hacerme el tratamiento con mucho sacrificio y pagarlo (aún estoy pagando un crédito en el banco). Además, logré rápido el resultado, pero muchas parejas llevan añossss en lograrlo y mucho dinero”.
“Sabés, me da mucha bronca a veces que no te permitan formar una familia. Muchos dicen ‘y bueno adoptá’, pero creo que una adopción sería menos dura y dolorosa que el tratamiento. Nosotros teníamos decidido adoptar, si yo no quedaba embarazada, y te confieso que aún tengo ganas de hacerlo, sino fuera un proceso tan complicado y extenso”.
“En fin, todo suma experiencias. Al final, tuvimos dos bebés hermosos, una nena llamada Antonella y un nene llamado Guillermo… Son nuestras vidas”.
“Realmente la ciencia nos ayudó a ser totalmente felices. No todo el mundo puede pensar igual, pero muchos piensas mal, dicen cosas sin saber… Creen que con la donación de óvulos los hijos no son tuyos y yo les diría ¿dónde estuvieron los meses de gestación? ¿en qué panza crecieron? ¿quién los alimentó y cuidó? Yo les digo que son mi sangre, mi vida”.
El tratamiento
Antes de que se concrete la donación, el endometrio -membrana mucosa que reviste la superficie interna del útero- de la receptora debe ser preparado con medicación especial para permitir la anidación de el o los embriones -óvulos fecundados- que se transfieran.
En el caso de mujeres con ciclos menstruales normales se debe sincronizar su ciclo con el de la donante, para llegar al día de la transferencia en una etapa óptima. Una de las técnicas más usuales es administrar anticonceptivos en el ciclo anterior a ambas mujeres y de manera simultánea, de esta manera tendrán su menstruación sincronizada. Las mujeres sin función ovárica reciben medicación que provoca una menstruación artificial para que coincida con la de la donante.
En ambos casos, a partir de los primeros días del ciclo, la receptora recibe una dosis diaria de hormonas que desarrollarán su endometrio. Mientras tanto, se le realizan controles ecográficos para medir el grosor del mismo, hasta que llegue el día de la aspiración de los óvulos de la donante.
Por su parte, la donante es estimulada con medicación hormonal inyectable, controles ecográficos y análisis de sangre. Además, durante las dos semanas que durará aproximadamente la etapa de estimulación, deberá acercarse al instituto médico correspondiente para realizarse ecografías de manera periódica.
Si los datos obtenidos son satisfactorios se establece el día en que se realizará la aspiración de los óvulos. El procedimiento es sencillo, dura no más de 20 minutos a media hora, y para aliviar molestias se aplica una anestesia local. Al finalizar la aspiración, la paciente puede retirarse para seguir con su vida normal. En algunos casos pueden presentarse molestias similares a los dolores menstruales, que se alivian en pocas horas.
Horas más tarde, la receptora deberá concurrir al instituto para obtener una muestra de semen y proceder a la fertilización de los ovocitos. La mujer comenzará a recibir una medicación a base de progesterona –hormona segregada durante la ovulación-, que completará la preparación del endometrio. Mientras tanto los óvulos quedan en cultivo hasta el día siguiente, para comprobar si hubo una correcta fertilización.
Finalmente, la transferencia de los embriones se realiza a los dos, tres o cinco días de su fertilización. Esta decisión se toma en base al aspecto que muestran y su desarrollo, del mismo modo que la cantidad de embriones que conviene transferir.
Fuente: AIM Digital