«Son recursos muy poderosos a la hora del amor», cuenta la sexóloga clínica Beatriz Literat, de Halitus Instituto Médico. Y agrega: «Existen diferentes tipos de masajes y caricias: relajantes, estimulantes, sensuales, tiernos, eróticos. Pero, más allá de las manos y la técnica que utiliza quien da el masaje o la caricia, tiene importancia la actitud que las acompaña, el estado de ánimo de quien las recibe y la oportunidad o no del momento en que se produce este intercambio de contactos».
Se trata de poder hablar con las manos, de establecer un diálogo en completo silencio centrando la atención en las emociones que se generan cuando ciertas partes del cuerpo son acariciadas. «El modo en que una persona se relaciona tactilmente con su pareja revela muchísimo sobre su carácter y personalidad», continúa Literat.
«Cada caricia, masaje o beso es como una palabra que se le dice al otro».
La piel es un receptor muy importante que, muchas veces, reacciona más por el tacto que por las palabras. Pero siempre hay que tener en cuenta que los estímulos generados estén asociados a emociones placenteras. Si el cerebro no registra esa caricia como un acto de amor que le da placer, los masajes no generarán el efecto deseado. Literat recomienda: «Primero estimular el cerebro, antes que cualquier otra zona corporal.
En estos casos existen códigos de cada pareja que hay que conocer y llevar a la práctica».
Por eso, es clave no llevar a la cama las tensiones ni problemas del día. Si bien uno de los beneficios de los masajes, en general, es descontracturar ciertas zonas del cuerpo para que la energía fluya y la persona se relaje, en el caso de los masajes eróticos, el objetivo principal es dar lugar a experiencias desconocidas que generen placer. Muchas veces, este mundo se ha olvidado y puede resultar desconocido. Con creatividad, también funcionan como una terapia sexual. «Lo ideal es que la pareja tenga recursos adecuados para poder aislar el encuentro amoroso de su entorno estresante y sentir que en esta oportunidad van a celebrar el momento, poniendo todo su entusiasmo para que las cosas funcionen bien», aclara.
Una vez que se logra la relajación y la situación emocional está en un estado adecuado, «la pareja no debería ser mezquina con los abrazos, besos y caricias o masajes, ya que los mismos contribuyen a reafirmar lo que cada uno está pensando y sintiendo respecto del otro, es demostrar con actos el aprecio y el agrado que siente cada uno hacia el otro». En la intimidad, la comunicación en todas sus manifestaciones es fundamental: «Es importante conocer lo que cada uno quiere, le gusta o prefiere y, si no se sabe, es muy saludable preguntarle al otro y a su vez, darle información sobre lo que uno desea. Cada amante debe tener una actitud activa», asegura.
Fuente: Clarín