Cómo podemos retomar un plan de alimentario saludable luego de las Fiestas Navideñas y Fin de Año
“Durante las Fiestas –cuestiona la Dra. María Alejandra Moisello, a cargo del Departamento de Nutrición de Halitus Instituto Médico– y en general durante todo el mes de diciembre, las personas vivimos de comilona en comilona. Solemos ingerir comidas copiosas de algo valor calórico y ricas en grasas, además del exceso de alcohol en los brindis. A esto se le suma la falta de tiempo para practicar actividad física, con lo cual si tomamos en cuenta todo esto, vemos que corresponden a medidas totalmente contrarias a las recomendaciones de salud”.
Las Fiestas transcurren iniciado el verano del hemisferio Sur, otro dato para tener en cuenta a la hora de elegir las comidas. “Lamentablemente –continúa Moisello-, la tradicional mesa navideña de nuestro país está compuesta de alimentos que siguen la tradición europea, región donde la Navidad es en épocas muy frías de invierno. Por lo tanto, se trata de comidas con alto valor calórico, adecuados a la temporada invernal. Esto se debe a que cuando hace mucho frío se necesita producir calor, y para ello nuestro cuerpo requiere energía extra que se cubre con una cuota alta de calorías”.
Nuestra Navidad, en cambio, es netamente veraniega, “de modo que en nuestra típica mesa sobran las calorías –dice la nutricionista-. Cuando las temperaturas son elevadas, nuestro organismo debe perder calor. Por lo tanto se requieren ingerir alimentos bajos en calorías y de fácil digestión. De acuerdo a las costumbres culinarias de nuestra Navidad, recibimos alimentos inadecuados para el verano, con lo cual el organismo se ve afectado”.
Moisello recomienda que “una vez finalizadas las Fiestas es importante retornar a aquellos hábitos adecuados para el verano y más saludables:”
• Consumir abundante cantidad de vegetales y frutas de estación frescos.
• Elegir granos de cereal integrales
• Carnes blancas con poca grasa
• Reducir o evitar las grasas saturadas
• Preferir los pescados frescos, que aportan ácidos grasos poliinsaturados y de fácil digestibilidad.
• Mantener una buena hidratación corporal, ingiriendo abundante cantidad de líquidos, preferentemente agua o jugos frutales.
“Es importante tener en cuenta –reflexiona la médica nutricionista- que alimentarse no consiste sólo en comer para vivir y saciar el apetito, sino que es un acto mucho más complejo en el que intervienen múltiples factores como el medio ambiente (a través de modas, cultura, el entorno familiar, la religión, ) la edad, el sexo, momentos biológicos, el grado de actividad que se desarrolla, o el estado de ánimo, entre otros factores.
Por ello se asegura que una alimentación es adecuada cuando es capaz de cubrir las necesidades del organismo, de acuerdo a las características personales y siempre tendiendo al objetivo de mantener un buen estado de salud”.