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Por: Cómo estar bien | 08/09/08

Los secretos ¿protegen o destruyen?


La muerte de un familiar, la locura de otro, el suicidio de un amigo... esos pactos de silencio que se entablan en las familias y que se arrastran de generación en generación. Pero ¿qué pasa cuando la olla se destapa? ¿Se puede reconstruir la relación familiar? ¿Cómo volver a crear confianza en un ambiente en el que la verdad se ocultó por mucho tiempo? En esta nota dos especialistas nos hablan sobre los secretos de familia, para poder hablarlos en el mejor momento.

«Todos ocultamos algo», dice uno de los sirvientes de la película «Gosford Park». Ambientada en el año 1932 en Inglaterra, muestra los secretos que enredan a dos clases sociales apartadas por el dinero, pero conectadas por lo que esconden. La única regla a la que responden es la de las apariencias y, por eso, se empeñan en ostentar una falsa perfección en la que se les va la vida. Con todo, una de las empleadas desata el nudo del secreto y éste se devela: el señor de la casa tuvo un hijo extramatrimonial con una de sus mucamas y se encargó de alejarlo para que lo criaran en un orfanato y nadie supiera sobre él…
Y si bien podemos pensar que en ese tiempo muchos se regían por las fachadas y escondían desde un matrimonio por dinero hasta una relación prohibida entre la cocinera y el joven adinerado; actualmente muchas familias tienen secretos que consideran inconfesables. Porque aunque los secretos son otros, siguen generando el temor de ser descubiertos y, por lo tanto, de derrumbar la construcción familiar sobre pilares falsos. Hoy, con una sociedad mucho más abierta y evolucionada, los secretos responden a temas diferentes pero continúan existiendo: un hijo drogadicto, un padre preso, un familiar que tiene SIDA y la lista tiene más variantes…
Ahora bien ¿en todas las familias hay secretos? «No en todas, depende de cómo cada familia considere el secreto, esto es, la influencia positiva o negativa que pueda tener para el funcionamiento del vínculo. Ya sea una enfermedad como la locura, la muerte, el accidente de un ser querido o hasta la búsqueda de un embarazo que aún no llega para una pareja», explica la licenciada Judith Cosogliad del Departamento de psicología médica de Halitus Instituto Médico. Sin embargo, para la licenciada Alicia Bittón, psicóloga clínica, no hay familias sin secretos. «Hay secretos placenteros que tienen un tiempo limitado y que tienen como objetivo la sorpresa, como por ejemplo una fiesta de cumpleaños. En cambio, hay secretos nocivos que envenenan nuestras relaciones: tratar de ocultar que una hija o un hijo son adoptados, el suicidio de una madre o un padre, el caso de los padres que tienen planeado su futuro divorcio y actúan como si los hijos ´no lo supieran». También indica que existen los secretos peligrosos, en los que está en juego la violencia, como por ejemplo, las mujeres golpeadas que no cuentan sus angustias y ocultan esas situaciones terribles por miedo a que su agresor tome represalias.
De eso no se habla
¿Por qué ocultamos determinada información y la hacemos secreta para la familia y el entorno cercano? ¿Por qué no hablamos directamente del tema y en cambio lo cerramos bajo llave? Según la licenciada Cosogliad, el secreto posee en sí mismo el germen del miedo. «Miedo a no saber cómo transmitir a los seres queridos lo que se oculte, a provocar problemas psicológicos al resto de la familia, a que no se quiera al miembro enfermo, a que el entorno lo dañe, discrimine o rechace e incluso porque simplemente lo consideran innecesario», dice. Del mismo modo, la licenciada Bittón considera que hay muchos secretos que se originan por la necesidad de la familia de dar una imagen diferente a la que ellos sienten que tienen en la realidad. «También inciden otros factores que tienen que ver con tabúes que pueden ser considerados ´vergonzosos´ para la sociedad en la cual vivimos, como la orientación sexual, la dependencia de drogas o los hijos ilegítimos», observa.
Para la licenciada Bittón, los secretos placenteros generan un clima de entusiasmo y camaradería entre los que están incluidos en ellos, y también un estado de ilusión que anticipa el descubrimiento del secreto en una atmósfera de cariño hacia el beneficiario. «En cambio, los secretos nocivos producen una tensión angustiosa. Es muy difícil guardarlos, estar todo el tiempo controlándose al respecto. La angustia va creciendo, porque el secreto no soluciona el problema; al contrario, a veces lo incrementa», dice Bittón y sigue «los secretos que esconden situaciones de violencia llevan a la desesperación porque privan a la víctima de toda ayuda exterior». A su vez, la licenciada Cosogliad nos cuenta que como psicóloga escucha las consecuencias a manera de fisuras en la homeostasis familiar y/o vincular. «El no hablar acerca de los secretos enrarece las relaciones entre sus miembros tiñendo de desconfianza y ciertos temores el vínculo familiar», asegura.
Muchas veces los secretos se pasan de generación en generación, y cada vez se hace más difícil hablarlos. «Mientras duran los secretos, se limita el repertorio de los modelos de relación en la familia, y sus conversaciones son especialmente controladas, rígidas y superficiales. Los secretos se crean y destruyen muchas veces en momentos clave del desarrollo familiar: nacimientos, casamientos, muertes», comenta la licenciada Bittón. De acuerdo con la licenciada Cosogliad, no es gratuito para el bienestar psicológico y emocional de las personas portadoras del secreto familiar sostenerse en el rol de «de eso no se habla». «Pronto el malestar se filtrará en reacciones de rabia, frustración, desacuerdos familiares y hasta en síntomas como el insomnio. Pero, hasta cuándo ocultarlo dependerá de lo que cada constelación familiar haya podido elaborar o procesar acerca de los beneficios o no de mantener ocultas las diversas situaciones», señala.
Cuando el silencio se rompe
«Es muy habitual que algún miembro de la familia actúe como portavoz de la inconfesable noticia hasta el momento. La crisis desalada señalará, desde mi perspectiva profesional, la oportunidad para hablar acerca de los temores y miedos humanos que dieron origen al mantenimiento del secreto para abordarlo en el presente», dice Cosogliad. Por otra parte, Bittón completa que cuando el secreto se devela es imprevisible la reacción inicial puesto que el miembro de la familia que toma la iniciativa de revelar el secreto puede ser tanto objeto de agradecimiento como de censura.
todos modos, luego de un tiempo de elaboración de la situación nueva, de acuerdo a mi experiencia, la familia se siente liberada en la mayoría de los casos. Y hasta a veces se preguntan cómo se pudo llegar a estar tanto tiempo en esa situación de entrampamientó».
Si bien una vez que el secreto se sabe se produce un alivio, también crea una nueva situación de la cual hay que ocuparse: la recuperación de la confianza familiar. Según la licenciada Cosogliad los vínculos humanos tienen la posibilidad de construirse y reconstruirse trabajando, elaborando e integrando estos aspectos en un tratamiento psicológico especializado. «Los resultados que encontramos corresponden a mayor bienestar emocional y mayor fluidez en la comunicación intrafamiliar» dice. Para la licenciada Bittón, una de las fuerzas reconstructoras es el tiempo. Además, señala que las familias y sus miembros tienen recursos y capacidades para rehacer sus relaciones. No obstante, cree que muchas veces es necesaria la intervención de un terapeuta que facilite el proceso, contenga el flujo de las emociones, y ayude a que la familia pueda repensar lo vivido e incorporarlo como aprendizaje. «También es importante y esencial la ayuda terapéutica con los secretos nocivos, ya que si estos son revelados en forma imprudente, llevan más tiempo en resolverse que cuando se lo hace de un modo cuidadosamente planeado», destaca.
Respecto de esto, nos preguntamos cuál es el momento indicado para contarle un secreto familiar a nuestros hijos, a qué edad tienen la capacidad de comprenderlo y elaborarlo y cómo es mejor hacérselos saber. Según Bittón, hay que tener en cuenta varias circunstancias, tales como la edad de los chicos, el tipo de secreto, las consecuencias previsibles y la estrategia que se va a utilizar para la reconstrucción de las relaciones familiares afectadas. Para Cosogliad, los padres son los que deben hablar de los secretos familiares con sus hijos. «Desde los tres hasta los cinco años, los niños suelen iniciar preguntas acerca de la familia, los nacimientos, etc. Este es el momento óptimo para hablarlo», afirma y continúa «es importante no demorar o retrasar las respuestas a épocas como la adolescencia donde surgen conflictos típicos de esta etapa del desarrollo. Para esto es necesario que como adultos propiciemos y apuntalemos las preguntas que develan los secretos u ocultamientos».
«El proceso de planear un secreto, guardarlo y eventualmente revelarlo, puede determinar la vida entera de una familia. Los secretos familiares modelan y cambian relaciones extraordinariamente importantes en nuestra vida. Merecen todo nuestro cuidado y atención para que lleguen a cumplir un papel constructivo en la calidad de vida individual y familiar», concluye la licenciada Bittón.


Agradecemos a:
• Lic. Judith Cosogliad. Dto. de Psicología Médica de Hali-tus Instituto Médico.
• Lic. Alicia Bittón. Psicóloga clínica. Terapias individuales, familiares y de pareja.