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Por: Revista América Economía | 20/02/08

La revolución de los clones


Con 17 años –equivalente a unos 70 en años humanos–, Zalamero es un toro mexicano de raza de lidia que ha dado vida a más de 25 crías. Todo un semental.

Y no sólo eso, es uno de los pocos toros mexicanos que han sido indultados por el Juez de la Plaza de Toros México por su enorme bravura en el ruedo, la que no sólo le ha dado reconocimiento entre las 15 vacas con las que vive, sino también entre los fanáticos de los toros y los investigadores biotecnológicos. Verdaderos genes de museo. En noviembre pasado se convirtió en el primer animal donador para ser clonado en América Latina por parte de la filial mexicana de Viagen, compañía estadounidense que en 1996 dio vida a la oveja Dolly. Las células extraídas de una muestra de tejido de su piel se encuentran actualmente en un laboratorio de la empresa en Austin para producir el embrión clonado que en marzo será importado a México e implementado en una hembra receptora, que dará a luz nuevos Zalameros, que se espera sean tan bravos y viriles como el padre.


Así como ocurre con la clonación de Zalamero, los investigadores latinoamericanos están viendo en la copia una técnica que le permitiría a la industria agroganadera mejorar y preservar especies animales e incluso multiplicarlas, sobre todo cuando se trata de animales con valor agregado o en extinción. Ya hay casos de especies superiores clonadas en Brasil, Argentina y México –bovinos, equinos y porcinos–, mientras que en Chile ya hay algunos avances en el desarrollo de esta técnica.


Estos proyectos empezaron a tomar más fuerza con la reciente publicación de la Agencia de Alimentos y Fármacos (FDA) de EE.UU. que determinó que la carne y leche provenientes de los animales clonados no son diferentes a las que provienen de cualquier otro ganado y ni siquiera necesitan ser etiquetadas de manera diferente, pudiendo ser consumidas por los humanos. “Esto será determinante en las nuevas formas de hacer más efectiva y eficiente la producción de carne y leche”, explica el mexicano José Córdoba, director de Viagen México. Sin embargo, dicha declaración no ha estado exenta de críticas de organizaciones como Greenpeace, que consideran que esta medida supone un “empobrecimiento de la biodiversidad”. De hecho, según los especialistas uno de los obstáculos en su desarrollo en América Latina es la opinión pública que tiende a rechazar estas técnicas. “La falta de información genera una posición inadecuada”, dice el doctor Marcos Rico, director del Departamento de Biotecnología e Ingeniería de Alimentos del Tec de Monterrey.


Pese a esto, el mapa latinoamericano de clonación de animales de a poco comienza a multiplicarse. En Brasil son pioneros en este tema, siendo originarios del primer clon bovino de América Latina, que nació en marzo de 2001 y que se llamó “Vitória da Embrapa”, en honor al Centro de Recursos Genéticos y Biotecnología (Cenargen) de la Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuária de Brasil (Embrapa), el laboratorio a cargo de la clonación. Vitória ya no es la única. “Lenda da Embrapa” nació en septiembre de 2003 y fue el primer clon de Brasil originario de células de un animal que ya estaba muerto.


Vitória y Lenda ya tienen hijas, lo que para Embrapa es una muestra de que los clones bovinos tienen las mismas capacidades reproductivas que los otros animales. En 2005, además, nacieron Pora y Potira, dos bovinas de raza Junqueir, que en Brasil está en etapa en extinción, y Branca y Neve, las primeras potras clonadas nacidas en Brasil. “La clonación ayuda a recuperar las células de los animales que mueren y permite atender la demanda comercial de rebaños”, explica Rodolfo Rumpf, investigador de Cenargen de Embrapa.


La estadounidense Viagen, que llegó a México a fines de 2007, también está mirando el potencial de Brasil para sus proyectos, al igual que Argentina y Chile. El segundo semestre de este año iniciará la construcción del laboratorio de clonación que instalará en Querétaro, a unas tres horas de Ciudad de México, para tener el proceso de producción completo en ese país. Actualmente, firman los contratos de clonación de equinos, bovinos y porcinos en México, toman las muestras de tejido y luego las exportan al laboratorio de clonación que la empresa tiene en Austin, EE.UU. -cuando se trata de bovinos- y al de Lethbridge en Canadá cuando son equinos, como el embrión del caballo de salto Elton, que, al igual que Zalamero, estará listo en marzo.


Una vez superada esta fase, los embriones se importan a México y se implantan en hembras receptoras del rancho de Viagen para que las criaturas nazcan después de una gestación normal. “El siguiente paso es replicar el modelo mexicano en Brasil y Argentina para bovinos y en el caso de los porcinos lo haremos en Brasil y Chile”, explica Córdoba. “En el resto de los países [de América Latina] tendremos representantes de ventas para trabajar el modelo de exportación/importación usando el laboratorio más conveniente”. La inversión en México será de US$ 5 millones y en Viagen esperan realizar una inversión un poco mayor en Brasil, que tiene 200 millones de bovinos, y en Argentina que tiene más de 2 millones de cerdas reproductivas. En Chile, dice Córdoba, la inversión será algo menor por el tamaño de la industria.


En Argentina Viagen no estará sola. Ya hay otras empresas que están desarrollando estos servicios en ese país. Una de éstas es Goyaike, una empresa agrotecnológica que realiza servicios de clonación, transferencia de embriones y fecundación in vitro, entre otros, y que además tiene presencia en Chile, Brasil y Estados Unidos a través de su marca Cyagra, siendo su foco principal en Argentina la producción de terneros clonados. También en ese país, el instituto Halitus Biotecnología desarrolla diversas técnicas de reproducción asistida y clonación de bovinos y equinos, además del congelamiento de líneas celulares y gónadas de distintas especies para la preservación genética. Aunque el mayor desarrollo en ese país es el de bovinos, en Halitus están fomentando la clonación de equinos para reproducir ejemplares donadores de embriones o semen que por alguna razón ya no pueden seguir reproduciéndose. “Argentina es uno de los países referentes a la producción de caballos de polo”, dice Mariana Révora. “Por ende, lograr clonar animales de alto valor genético en esta especie es una herramienta muy útil que permite mantener la excelencia genética a través de nuevas generaciones de caballos”.


Para Révora, además, se abre otra veta importante para la industria con la aprobación por parte de la FDA de los productos y subproductos alimenticios de los animales clonados. “Permite que estos animales sean considerados parte del sistema ganadero y comercializarse como animales no clonados”, dice. A esto se añade, según Córdoba, el valor agregado que se consigue en la productividad del ganado al contar con copias de los mejores animales, que puede ser de US$ 3 a US$ 4 por cada cerdo y de US$ 150 y US$ 180 por cada bovino. “Se tiene mayor probabilidad de tener precios de exportación más competitivos, sumados a la homogeneidad en la calidad que también se incrementa”, concluye.


Beneficios más o menos, no es un tema fácil para una población que teme que estas técnicas sean usadas para fines poco éticos. Para los investigadores, en tanto, falta información y educación. “En Estados Unidos se ha medido cierto rechazo al consumo de animales clonados o su descendencia; sin embargo, también se ha visto el cambio de opinión una vez que se les explica de qué se trata y sus beneficios”, dice Córdoba. Mientras tanto, ya se abren las apuestas para los nuevos Zalameros en México. ¿Serán efectivamente los reyes de la Plaza de Toros y de su propio rancho? Al menos entre las vaquitas ya se pasaron el dato.