Se sabe que la alimentación es fundamental durante la gestación, pero siempre surgen cuestiones que es preciso considerar. Por ejemplo, ¿en qué medida todo lo que la futura mamá ingiere puede afectar el desarrollo del feto? Cabe recordar que los factores que interactúan para lograr un embarazo adecuado son múltiples; uno de ellos es el adecuado estado nutricional de la mujer embarazada, que permite que el feto crezca y se desarrolle sin problemas.
Ahora, ¿qué es lo que se debe tener en cuenta con respecto al peso y la dieta de la embarazada? Como primera medida, hay que lograr una ganancia de peso aproximada, que dependerá de cada mujer. Si es muy delgada, deberá ser entre 14 y 18 kg. y si tiene un peso normal, entre 11 y 14kg. Si tiene sobrepeso, durante todo el embarazo deberá aumentar entre 7 y 11 kg, y si se trata de una mamá obesa, no más de 7.
Otro factor importante es corroborar que exista un aporte alimentario equilibrado. Para eso, indicamos un plan con todos los grupos de alimentos, aumentando fundamentalmente la cantidad y calidad de proteínas, ya que estamos frente a la situación de anabolismo -es decir, la formación de tejidos- más importante del organismo.
También debemos incrementar el consumo de calcio y de hierro, porque los requerimientos de estos minerales son mayores durante esta etapa de la vida. Existen ciertas vitaminas que conviene ingerir en forma suplementaria como el ácido fólico, que previene los defectos del tubo neural, a partir del cual se forma el sistema nervioso del futuro bebé. Además de tomarlo en forma de pastillas, se recomienda comer aquellos alimentos que lo contienen como los vegetales de hoja y las carnes rojas. Si el embarazo es planificado, se debe indicar su ingestión desde los tres meses previos a la concepción y se debe continuar este aporte durante toda la gestación. En muchas ocasiones, también debemos recetar comprimidos de hierro, debido a que durante la gestación se duplican las necesidades de este mineral, y la futura mamá no siempre comienza el embarazo con suficientes reservas como para cubrirlas, por lo que puede sufrir anemia. Una mujer anémica no podrá soportar adecuadamente la pérdida de sangre que se produce durante el parto y es más propensa a sufrir infecciones durante el puerperio.
Por otra parte, las carencias nutricionales tienen consecuencias negativas en el feto. Por un lado, cuando no se consume suficiente cantidad de energía en el embarazo, suelen formarse unas sustancias llamadas cuerpos cetónicos, que son tóxicos para el sistema nervioso del bebé, pudiendo generar deterioro intelectual. Estos chicos pueden tener en la edad adulta una mayor probabilidad de sufrir enfermedad cardiovascular, hipertensión y obesidad.
Más allá de la alimentación, también cabe resaltar que, en términos generales, durante el embarazo las mujeres pueden realizar ejercicios. Se aconsejan aquellos que activen la mitad superior del cuerpo, ya que no producen contracciones uterinas. Ciertas actividades como la natación, las caminatas o la gimnasia modeladora, por ejemplo, no suelen generar inconvenientes, sino que, por el contrario, son beneficiosos. Sin embargo, se debe tener en cuenta que hay contraindicaciones para realizar actividad física en los casos de contracciones uterinas, hipertensión, embarazos múltiples, antecedentes de infarto o arritmias cardíaca.
Por la Dra. Alejandra Moisello
Médica nutricionista, integrante del Departamento de Nutrición de Halitus Instituto