El cáncer de mama puede estar asociado a mitos varios. Por ejemplo, que no tener antecedentes familiares de esta enfermedad no supone un riesgo o que cuanto más grande es el tamaño de los pechos más peligro hay de desarrollar un tumor. En este sentido, la lactancia y su relación con el cáncer de mama también ha sido objeto de discusión, en particular, en torno a sus beneficios para disminuir los riesgos.
Se sabe que la detección temprana de la enfermedad es uno de los pilares en la pelea contra estos tumores, mientras que la adherencia a los hábitos de vida saludables, como la disminución de la ingesta de alcohol y la quita de grasas de las dietas están entre las principales recomendaciones si de prevención se habla.
Pero además, durante mucho tiempo se relacionó al amamantamiento con la disminución del riesgo de desarrollar cáncer de mama. «Es una cosa clásica que está escrita en cualquier libro de ginecologia», comenta el médico especialista en mastología Juan Isetta, de Halitus Instituto Médico. Y agrega que este conocimiento está vinculado a las variaciones hormonales que pueden favorecer la progresión de los tumores.
Cáncer y lactancia
«La causa de que disminuya la posibilidad o riesgo de desarrollar cáncer de mama es porque descienden los niveles de estrógeno en sangre y también disminuyen los cambios hormonales durante el tiempo que dura la lactancia. Por eso se dice que cuanto más tiempo amamante una mujer, mejor», explica el especialista.
Sin embargo, Isetta aclara que no se puede considerar al amamantamiento como una forma de prevención. «No hay que tomarlo como una cosa absoluta. Que una mujer tenga muchos hijos o haya amamantado mucho tiempo no la deja exenta de riesgo».
Por su parte, Valeria Caceres, jefa del departamento de oncología clínica del Instituto de Oncología Ángel H. Roffo, coincide en que el tema responde a «un viejo mito que dice que cuanto más tiempo la mujer dé de lactar o cuantos más embarazos tenga tendrá menor riesgo de cáncer de mama». «Esos son estudios viejos, en los modernos no hay nada demostrado y hoy por hoy la verdad es que eso no lo seguimos teniendo en cuenta», explica.
No fumar, realizar actividad física con regularidad, cuidarse del sobrepeso y tener buenos niveles de vitamina D son otras de las sugerencias médicas para llevar adelante una buena prevención primaria. En tanto que una mamografía o ecografía mamaria anual después de los 40, y el examen físico rutinario, en el que se pueda detectar la presencia de un bulto -llamado nódulo-, pueden cambiar la vida de las mujeres ante la posibilidad de desarrollar esta enfermedad.
Lactancia después del tumor
Pero, ¿qué sucede con la lactancia luego de haber superado uno de estos tumores? «Dependiendo el tipo de cáncer, estadio, edad, etcétera, se puede permitir un embarazo en pacientes de bajo riesgo después de un determinado período, que el mínimo es dos a tres años después de haber hecho el tratamiento. Y dependiendo el caso sí pueden dar de lactar», dice Caceres.
A su vez, Isetta indica «a veces puede ocurrir que si a la mama se la ha irradiado puede que la fibrosis que produce el tratamiento disminuya la cantidad de leche», aunque aclara que haber tenido un cáncer de mama «no es impedimento para embarazarse o amamantar».
En nuestro país, la enfermedad provoca 5600 muertes al año, según las cifras del Instituto Nacional del Cáncer . Se calcula, además, que este tipo de cáncer tiene una incidencia de 1 cada 8 mujeres, y que el mayor riesgo lo tienen las mayores de 50 años, aunque esta edad podría desplazarse, dice Caceres.
«En nuestra práctica habitual vemos cada vez más pacientes jóvenes», advierte la doctora, y recuerda que esto de es vital interés, si se tiene en cuenta que la maternidad hoy es también cada vez más tardía.