Las emociones y la inteligencia interactúan desde el desarrollo temprano del ser humano, es así que el grado en el cual los niños fallan en desarrollar sus capacidades cognitivas y sociales está relacionado con el grado en el que sus familias fallan en satisfacer sus necesidades emocionales en las distintas etapas de su desarrollo. Esta es la razón por la cual no es tan importante cuán inteligente es un niño sino lo que los padres hacemos saludablemente para nosotros y nuestro mundo con ese niño.
El Dr. Jorge César Martínez, médico pediatra- neonatólogo, Director Departamento de Pediatría- Seguridad y Calidad, Universidad del Salvador – Centro Piloto OMS-USAL, Jefe de Unidad de Neonatología en la Maternidad Ramón Sardá, explica: “Quizás lo más importante es transmitir a los papás que pueden hacer grandes diferencias en el desarrollo de su hijo al mirarlo, acariciarlo, hablarle, leerle, jugar con él, cantar con él, nutrirlo con la alimentación adecuada. Porque al hacerlo, están acariciando y nutriendo su cerebro. La nutrición orgánica y emocional del cerebro, serán los arquitectos de la mente de ese futuro hombre porque las experiencias tempranas son en realidad los verdaderos estimuladores de los arquitectos de la mente: las emociones. Una emoción es un estado mental resultado de la interpretación de sensaciones, que condiciona respuestas internas del organismo y genera una conducta. Así, un cerebro saludable requiere nutrientes orgánicos que le aporten determinados niveles de proteínas, tipos de grasas minerales y electrolitos tanto como nutrientes emocionales que le aporten sensaciones, percepciones, emociones y sentimientos que le darán la capacidad de leer y de interpretar emociones propias y del mundo, respetar sentimientos, resolver conflictos sin violencia, reconocer y modular respuestas al stress. Es decir, tener un cerebro saludable”.
Las experiencias pueden estimular cambios hormonales y las hormonas pueden estimular conductas, así explicamos que el stress se asocia a cambios fisiológicos. “A la menor señal verdadera o imaginaria de peligro, el ritmo cardiaco se acelera, se liberan las hormonas del stress y se activan conductas de huida o combate. Aquellos niños con altos niveles de stress en su ambiente, presentarán problemas en la regulación de la atención, en el aprendizaje, en el control personal y en su relación con el mundo. Y aquellas regiones cerebrales activadas por stress, responsables del aumento de la frecuencia cardiaca, la presión arterial, entre otras, serán reactivadas cuando el niño sueñe, piense o se le recuerden experiencias similares. Por eso es importante que los papás sepan que el rol que desempeñan en estructurar el circuito neuronal que ayuda a los niños a regular las respuestas al stress es fundamental”, expresa el Dr. Martínez.
ALGUNOS PUNTOS A TENER EN CUENTA:
Una sensación para un niño es una estimulación de los órganos de los sentidos.
Luego de recibir una sensación, la mente realiza una percepción de esa sensación: agradable-desagradable, positiva-negativa.
Como resultado de distintas interpretaciones de estímulos recibidos la mente comienza a desarrollar emociones que, en su estado más puro, son estados mentales que condicionan cambios físicos y conductas estimuladas por sensaciones y su posterior interpretación.
A medida que crece, el niño desarrolla sentimientos. Un sentimiento es la predisposición y preferencia a desarrollar determinada emoción ante un estímulo.
Hay 4 emociones básicas:
Rabia: es nuestro instinto de libertad y auto-preservación. Nos mantiene libres.
Miedo: nos fuerza a detenernos, pone barreras, obliga a pensar y evitar peligros. Nos mantienen seguros, nos cuida de tomar riesgos.
Tristeza: nos ayuda a limpiar el distress de una pérdida y produce cambios químicos que ayudan al cerebro a liberarse del dolor. Nos mantiene en contacto con la gente y el mundo.
Alegría: es percibida cuando las necesidades son satisfechas. Conduce a la felicidad.
PARA LOS PAPÁS
“Es importante que los papás entiendan que es importante ayudar a los niños a expresar emociones con palabras y manejar la rabia. El poder del ejemplo es muy fuerte. Hay que hacerles saber que sus emociones son escuchadas y aceptadas y ayudarlos a decir lo que quieren en un mundo que deben reconocer como seguro siempre y cuando se conduzcan adecuadamente. Al comienzo, los deseos y sentimientos de un niño son indefinidos y es la interpretación de los padres lo que ayuda al niño a definirlas, a estructurar su mundo. Los padres construyen la biografía del bebé de acuerdo a su imaginación, son los primeros y más importantes maestros del cerebro y la mente de un niño, incluso tienen un rol fundamental en estructurar el circuito neuronal que ayuda. Por eso, es fundamental el rol de los papás en la estructuración del circuito neuronal que ayuda a los niños a regular sus respuestas al estrés y es indispensable que los apoyemos y ayudemos a transitar ese camino”, concluye el médico.