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La historia de un embarazo casi virtual


En pantalla: vio en Internet que una clínica asesoraba sobre

fertilización in vitro; comenzó el tratamiento y le dio resultado.

CORDOBA.- “Bueno, che, pero vos quedaste embarazada. ¿No te diste cuenta de que estás embarazada?” Zully González enmudeció de emoción: había esperado ansiosamente durante diez años escuchar esa noticia que le transmitía por teléfono, desde 600 kilómetros de distancia, el especialista que, por fin, había dado en la tecla con su problema de infertilidad.

Zully tiene 35 años y es una de las muchas mujeres que no han podido ser madres por alguna falla en su sistema reproductivo. Su caso adquiere singularidad porque accedió a la solución con intervención de la red internet, lo que demuestra, una vez más, los profundos cambios que está promoviendo en todos los órdenes de la vida.

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Al principio, le dijeron que lo suyo era psicológico. Después comenzó un peregrinaje por centros que le diagnosticaron su problema, pero que la sometieron a innumerables tratamientos, sin resultado. No es que creyera que sí o sí debían hacer que se cumpliera su ilusión, pero a sus sucesivas frustraciones se agregó el hecho de que le hacían repetir, hasta el cansancio, estudios, viajes y gastos.

En el penúltimo instituto al que acudió tuvo que hacer “todo de nuevo”, a pesar de que llevó sus antecedentes completos y de que, según ella, se sabía perfectamente lo que tenía.

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Tardó dos años en recuperarse del fracaso, hasta que una colega en la escuela le dio la dirección de un centro en Buenos Aires, Zully se fijó en su sitio en Internet.

Cuando, junto con Mario, navegó por la Red, se encontró con un “consultorio virtual” que la sedujo por la calidez con que se presentaba, la claridad con que abordaba el problema y porque también había una promesa de llevar adelante los tratamientos cuidando los recursos de los pacientes. Zully envió por correo su carpeta (no tenía conexión con Internet en su casa), y a los dos días tuvo respuesta.

La historia de un embarazo casi virtual.

A partir de ese momento, sólo necesitó viajar un par de veces a Buenos Aires: una, para conocer el Instituto Halitus, que dirige el doctor Sergio Pasqualini, y la otra, para realizar la fertilización in vitro que finalmente le ha dado una de las mayores alegrías de su vida. De todo, rescata “la parte afectiva, el trato familiar y llano del especialista, cuya personalidad —es evidente— se refleja en la homepage en la Web”, dice.

Asesoramiento integral

Pero también está agradecida porque el asesoramiento fue integral. “Nos recomendaron un lugar donde alojarnos que era económico y estaba cerca del instituto, y las farmacias en las que podíamos conseguir los medicamentos a bajo precio”, recuerda.

Otra particularidad: los controles del obstetra se realizan en Villa María. El consultorio virtual ha posibilitado que no haya tenido que viajar desde que se hizo el implante de óvulos fecundados y se mantenga en permanente y estrecho contacto con el médico. Ella muestra hoy orgullosa su “pancita” de cuatro meses y medio. “El bebé está creciendo bien”, comenta.

Zully y Mario creen que su experiencia es útil para otras parejas. “Lo importante es no dejarse estar y buscar, sobre todo buscar el lugar en que la pareja se sienta bien y se entienda que está haciendo mucho sacrificio”, apunta la futura mamá.

“Y respecto del papel de Internet, nosotros este tratamiento lo pudimos hacer viajando dos veces a Buenos Aires, ahorrando gastos y tiempo, porque cada uno de nosotros trabaja. Eso es una enorme facilidad para la gente del interior, que está a tan grandes distancias de centros de alta complejidad que, así, quedan casi a la vuelta de la esquina”, sentencia Mario.

Juan Carlos Vaca