Las alteraciones propias del embarazo provocan en la mujer embarazada un aumento del riesgo de contraer distintas infecciones que pueden ser peligrosas para su vida y para el buen crecimiento y desarrollo del bebé. Durante el embarazo, e incluso antes, es fundamental tener en cuenta algunas medidas de prevención que pueden evitar problemas durante los nueve meses de gestación. Los agentes infecciosos pueden afectar a la madre y causar problemas congénitos al bebé, malformaciones, bajo peso y hasta retraso mental. Existen algunas que alteran los mecanismos de desarrollo, y hasta aquellas que pueden llevar a una pérdida del embarazo. Se torna indispensable entonces la consulta médica previa a la búsqueda del embarazo para recopilar información y poder armar la historia clínica de cada mujer, antecedentes de enfermedades, vacunas recibidas, costumbres y un análisis de sangre que confirmará los datos recibidos. A partir de esa investigación el médico brindará un listado de controles y recomendaciones para cada paciente en particular que intentarán reducir al máximo las posibilidades de complicación del embarazo y preservar la salud del bebé por nacer. El calendario de vacunas antes, durante y después del embarazo entonces juega un papel fundamental en el cuidado de la salud materna y fetal. Existen una serie de vacunas que están contraindicadas durante el embarazo como las que están compuestas por virus vivos atenuados, ya dentro de sus complicaciones esta la de presentar una enfermedad atenuada, producido por el virus de la vacuna. Y también existen algunas infecciones que, de presentarse en esta etapa, pueden implicar un riesgo para la vida de ese bebé.
Las infecciones de las vías urinarias son un malestar frecuente entre las mujeres. A partir de los cambios que tienen lugar durante el embarazo, suelen ser aún más frecuentes y un diagnóstico temprano y tratamiento adecuado son indispensables para evitar complicaciones. Una de ellas es que una infección urinaria baja- cistitis por ejemplo- se torne en infección alta, pueda interferir en el curso normal de un embarazo y llevar a problemas en el desarrollo del bebé y hasta parto prematuro. A partir del cuarto o quinto mes de embarazo, el peso del bebé puede comprimir las vías urinarias y por acción de la suba de la progesterona pueden relajarse los músculos de la zona. A esto se le suma que en ese período la mujer embarazada, por condición natural, ve disminuidas sus defensas, las infecciones urinarias tienen aún más posibilidades de extenderse y es bastante frecuente que la embarazada presente bacteinuria asintomática lo que requiere profilaxis durante el parto para evitar la infección del bebé. Y las posibilidades de padecer una infección urinaria durante el embarazo son aún mayores entre aquellas mujeres que han sufrido anteriormente de este tipo de infecciones. Un elemento de atención es que este tipo de infecciones suelen no presentar síntomas, es por esto que los controles frecuentes- que incluyen urocultivo de rutina en cada trimestre- son fundamentales. El tratamiento de la infección urinaria es con antibióticos dentro de los cuales el mas utilizado es la cefalexina y la nitrofurantoína, las cuales no le causan nada al bebe. Pero también existen otras infecciones bacterianas y virales a las que hay que prestar atención en esta etapa.
Con frecuencia, también el cambio en el ph vaginal que se produce durante el embarazo es confundido por la mujer como una infección vaginal. Normalmente, el ph de la zona vulvar es ácido para impedir el desarrollo de diferentes bacterias pero los cambios hormonales que suscita el embarazo pueden llevar a que las variaciones en el ph sean tales que permitan la proliferación de distintos gérmenes y bacterias. Cuando hablamos de Ph nos referimos al equilibrio natural de la vagina, cuando este se altera deriva básicamente en flujo o leucorrea que de acuerdo a las características del mismo se trata con óvulos.
La mayor parte de las infecciones no afectan el curso del embarazo, ni al bebé por nacer. Pero algunas pueden ocasionar problemas que son evitables implementando estrategias adecuadas para su prevención y otras tratándolas precozmente. Tal es el caso de la rubéola, toxoplasmosis, sífilis, herpes genital, Chagas, hepatitis B, VIH-SIDA y Varicela, entre otras. Requieren la atención del médico y el seguimiento para evitar complicaciones. Muchas de ellas poseen una vacuna que debería ser aplicada en forma preventiva antes del embarazo para evitar los riesgos para el bebé que pueden implicar aquellas que poseen virus vivos atenuados.
Rubéola. Si bien no trae aparejadas complicaciones si aparece durante la infancia, si se presenta durante el embarazo puede provocar complicaciones en el desarrollo del bebé y su vida. Puede provocar aborto, muerte fetal, enfermedad cardíaca, sordera, cataratas y otros daños graves al bebé, especialmente si se contagia en el primer trimestre. Si se presenta durante el primer trimestre hay entre un 70 y 80% de posibilidades de infección fetal, las mujeres en edad fértil pueden contagiarse durante el embarazo y por ello la prevención tiene un rol fundamental. Existen estudios de sangre de rutina prenatal que pueden determinar si una mujer la ha padecido en forma asintomática y en caso de no haberla padecido, es recomendable vacunarse antes de la búsqueda de embarazo o incluso durante el puerperio, ya que la vacuna está contraindicada durante el embarazo. Y además, aquellas pacientes que reciban la vacuna antes de la búsqueda de embarazo es recomendable que esperen al menos tres meses para buscar un bebé.
Toxoplasmosis. Esta infección se adquiere por estar en contacto con gatos o por ingerir alimentos que estuvieran contaminados o mal lavados- verduras crudas o carne poco cocida- y es riesgosa porque puede ser transmitida al bebé. Si la mujer se contagia durante el primer trimestre existe riesgo de aborto, si esto sucede en el segundo trimestre el bebé puede tener daños generales y si lo hace en el último trimestre, puede afectar al bebé con lesiones menores. Un análisis de sangre llevado a cabo entre la semana 2 y 4 del embarazo puede determinar su presencia y permitirá tomar los recaudos convenientes. El tratamiento debe seguirse hasta el final del embarazo.
Sífilis. Esta es una infección que se contagia por vía sexual y no presenta síntomas pero puede afectar el normal crecimiento del bebé. Evoluciona por estadios si no se realiza un tratamiento a tiempo. Un examen de sangre de rutina puede detectarla y ser tratada con antibióticos –preferente antes de la búsqueda de embarazo.
Citomegalovirus Es la infección viral más frecuente. Es un virus que puede transmitirse al bebé a través de la placenta, en el momento del parto o incluso a través de la leche materna, generalmente es asintomático, y puede provocar problemas neurológicos, sordera, ceguera y hasta ocasionalmente, la muerte en los bebés. Puede ser detectado mediante serología. No existe una vacuna y no hay un tratamiento a realizar durante el embarazo.
Herpes simple. Es un virus que se transmite por vía sexual y provoca úlceras que, de presentarse en forma precoz durante el embarazo puede llevar a que el bebé padezca daños cerebrales y riesgo de aborto. Además puede ser transmitido al bebé incluso durante el parto por lo cual es conveniente un tratamiento preventivo durante los últimos meses del embarazo para reducir las posibilidades de contagio al bebé. El diagnóstico se realiza por serología -análisis de sangre- y puede ser tratado con medicación. De confirmarse el diagnóstico se puede realizar un tratamiento preventivo en los últimos meses del embarazo y disminuir el riesgo de infección del recién nacido pero la presencia de herpes genital activo es indicación de cesárea abdominal.
Clamidia. Se recomienda el screening en todas las mujeres embarazadas.
Estreptococo B. El estreptococo grupo B es una bacteria que puede encontrarse en el aparato digestivo, urinario y genital de los adultos, puede ser inocua mientras la mujer no esté embarazada pero traer graves consecuencias a la madre y el bebé durante este período o durante el parto. Se calcula que una cada diez mujeres lo portan al momento del parto pero no tiene síntomas. Por cada cien mamás con esta bacteria existe la posibilidad de que un bebé se infecte porque puede transmitirse al bebé a través de las membranas durante el parto. En la mujer embarazada puede generar infecciones urinarias, en el postparto endometritis, infecciones y en el bebé puede ocasionar infecciones en la sangre, localizadas y hasta meningitis. El riesgo de enfermedad aumenta en los bebés prematuros. El bebé puede manifestar la enfermedad durante el primer mes de vida y hasta los seis meses. A partir de la sanción de la ley en 2008, el test de Estreptococo B se incorporó como práctica de rutina en el control del embarazo. Esta bacteria, presente en una de cada cinco mujeres, puede ser detectada mediante un simple estudio que consiste en que en la última etapa del embarazo se realiza un cultivo recogiendo con un hisopo secreción vaginal y rectal para el análisis. Y permite llevar a cabo el tratamiento con antibióticos intravenosos durante todo el trabajo de parto. De esta forma se minimizan los riesgos de enfermedad en la madre y su recién nacido.
Hepatitis B. Esta infección no presenta síntomas y por ello, es riesgosa durante el embarazo porque puede producir aborto o infección crónica en el bebé. Puede ser transmitida al bebé durante el parto o cesárea e incluso durante la lactancia. A través de un estudio serológico (análisis de sangre), es posible identificar a las mujeres con hepatitis B y prevenir la infección en sus hijos aplicando la vacuna y gammaglobulina específica, en el momento del nacimiento. Si la madre es positiva debe aplicarse la vacuna al recién nacido y de esa manera se previene la transmisión en un 90 a 95% de los casos (SOGIBA- DICIEMBRE 2010). Los recién nacidos de madres que desconocían la presencia de la infección deben recibir una vacuna y medicación específica al nacer- dentro de las primeras 12 horas de vida y completar un esquema de acuerdo al calendario.
HPV. La vacuna contra el HPV no está recomendada para mujeres durante el embarazo. La presencia del virus no contraindica parto vaginal, salvo que la vulva presente gran cantidad de condilomas o verrugas que actúen como tumor previo, o se detecte en el cervix una lesión muy avanzada que debería tratarse.
Chagas Una paciente con enfermedad de Chagas tiene un riesgo menor del 5% de trasmitir esta infección durante el embarazo, pero teniendo en cuenta que la mitad de los niños que se infectan parecen sanos al momento del nacimiento y que hay una tratamiento para los recién nacidos infectados “curativo”, la identificación de madres infectadas es fundamental. Se recomienda realizar, los estudios específicos para detección de Chagas a toda embarazada que viva o haya vivido en una zona endémica.
Tétanos. La vacuna disminuye la incidencia de esta infección en el bebé y protege a la mamá incluso durante el postparto. Esta vacuna debería aplicarse en forma prenatal, preferentemente entre el segundo y tercer trimestre del embarazo. Las personas que hayan recibido por lo menos tres dosis de vacuna antitetánica a lo largo de su vida, pueden decir que han recibido un esquema de vacunación antitetánico completo y en esta caso sólo necesitan un refuerzo cada 10 años en la edad adulta.
Varicela. En caso de que la mujer no la haya padecido, se recomienda la vacunación para evitar el riesgo que significa para el bebé, especialmente durante los primeros meses de su desarrollo porque puede interferir con su formación. Esta vacuna no puede ser aplicada durante el embarazo y debería esperarse un mes entre su aplicación y la búsqueda de embarazo, incluso es recomendable su aplicación postparto. Es recomendable que mantengan distancia de infectados con varicela.
Gripe. La vacunación durante el embarazo transmite la protección al bebé por nacer y protege a la madre que, en esta etapa tiene un riesgo similar de complicaciones al de un paciente con enfermedad respiratoria crónica. La vacuna es entonces un elemento fundamental para prevenir la infección durante el embarazo, es una de las que brindan mayor seguridad y eficacia y está recomendada en toda paciente embarazada que curse el segundo o tercer trimestre de embarazo durante el invierno.
VIH. Según reportes de ONUSIDA, de los 33,4 millones de personas infectadas con VIH en el mundo, casi la mitad son mujeres. En todo el mundo, las dos causas principales de muertes en mujeres en edad reproductiva son el VIH y las complicaciones durante el embarazo y el parto. El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) es una enfermedad causada por el virus de VIH que genera la destrucción del sistema inmunológico de quien la padece. Pero, además, el virus puede pasar de madre a hijo durante el embarazo, el parto e incluso durante la lactancia. El tratamiento de la mamá desde la semana 14 y con la administración de AZT periparto y luego del nacimiento al bebé, la transmisión vertical es de aprox 2%. La prueba de VIH revela si están presentes en el cuerpo los anticuerpos que produce el sistema inmunológico frente a la infección del virus. Estos anticuerpos pueden tardar entre 3 y 6 meses en desarrollarse por ello, se recomienda esperar ese tiempo antes de realizarse el estudio de anticuerpos. Si la prueba es positiva pueden tomarse las medidas necesarias para comenzar el tratamiento y las precauciones para la prevención del contagio. Es indispensable que las mujeres embarazadas reciban información sobre prevención de la transmisión al bebé y asesoramiento sobre la lactancia. Y el examen es de rutina para quienes buscan embarazo. Hoy en día existe medicación indicada durante este período que puede reducir el riesgo de contagio de una madre a su hijo en gran medida. Sin embargo, muchas mujeres desconocen que están infectadas con el virus. “Nosotros recomendamos dentro del examen de rutina realizarse el test de VIH tanto a las mujeres que buscan embarazo como a aquellas que llegan al consultorio ya embarazadas. En el caso de aquellas que buscan embarazo y conocen su estado, hay determinada medicación que puede cambiarse por otra más segura indicada durante el embarazo e, incluso, existe medicación para indicarle al bebé recién nacido. La decisión de la vía de nacimiento- parto vaginal o cesárea- depende fundamentalmente, de la carga viral durante el embarazo.
Así la detección temprana de infecciones sintomáticas o asintomáticas mediante el análisis del cuadro clínico, un urocultivo, análisis de sangre y de orina y a partir de los resultados, el rápido tratamiento de infecciones es prioritario en las embarazadas para lograr un parto a término y el nacimiento de un bebé sano.
Fuente: Sentirypensar.com.ar