El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) es una enfermedad causada por el virus de VIH que genera la destrucción del sistema inmunológico de quien la padece. El VIH fue descubierto por el equipo del Dr. Luc Montagnier en Francia, en 1983; en 1985 se descubrió el primer test para detectarlo, las primeras terapias de 1987 fueron revolucionadas en 1996 con los llamados antiretrovirales altamente activos generando una fuerte baja en el porcentaje de enfermos y de muertes, y hoy, lo primordial es la prevención. El VIH posee tres vías de transmisión: parenteral, por el uso compartido de jeringas o mediante una transfusión sanguínea, durante la relación sexual sin protección, vertical, es decir, de madres infectadas al feto.
“Más de la mitad de las personas VIH reactivas se encuentran en edad reproductiva y la mayor prevalencia de la infección se encuentra entre jóvenes de todos los niveles socioeconómicos debido a la transmisión heterosexual. Esto llevó a los hombres y a las mujeres a pensar otra vez en la posibilidad de ser padres y a los científicos y a nosotros los médicos en buscar las herramientas necesarias para lograr el nacimiento de un bebé sano. Y se ha avanzado mucho”, dice el Dr. Sergio Pasqualini, Director de Halitus Instituto Médico.
Información básica y test: La prueba de VIH revela si están presentes en el cuerpo los anticuerpos que produce el sistema inmunológico frente a la infección del virus. Estos anticuerpos pueden tardar entre 3 y 6 meses en desarrollarse por ello, se recomienda esperar ese tiempo antes de realizarse el estudio de anticuerpos. Los resultados, en todos los casos, son confidenciales y por ello debe firmarse un consentimiento informado para su realización. Durante el llamado período silente- entre 3 a 12 semanas desde la infección hasta la aparición de anticuerpos- el VIH puede transmitirse aunque la prueba no muestre la infección. Hay dos excelentes razones para realizarse la prueba. La primera, de ser positiva pueden tomarse las medidas necesarias para comenzar el tratamiento. La segunda, pueden tomarse las precauciones para la prevención del contagio. Es indispensable que las mujeres embarazadas reciban información sobre prevención de la transmisión al bebé y asesoramiento sobre la lactancia. En todos los casos, se recomienda repetir los análisis nuevamente y tomar las medidas para evitar transmitir el virus.
Relación sexual sin protección: La cantidad de relaciones sexuales necesarias para lograr un embarazo varía según la fecha y también según la edad. A partir de la creciente demora en la búsqueda de un embarazo, una tendencia mundial que va en aumento, el promedio de relaciones sexuales en una pareja fértil –según distintos estudios- para lograr un embarazo entre los 26 y 35 años de la mujer es de entre 3 y 10 y aumentan al incrementarse la edad materna. La tasa de contagio de HIV en relaciones sexuales sin protección se calcula en un 0.0001 por cada relación, así entonces, el riesgo en estos casos sería de 0.001 por embarazo.
La transmisión del virus de VIH durante la relación sexual sin protección se produce hoy en día mayormente en parejas heterosexuales. Cuando es el hombre quien está infectado la tasa de contagio parece ser- según diversos estudios- 5 a 8 veces más alta que cuando la infectada es la mujer aunque hay quienes sostienen que el porcentaje es igual en ambos casos y que varía según la carga viral de quien está infectado. Y no debe perderse de vista que la seroconversión de la madre puede llevar a mayor riesgo de transmisión vertical, de madre a hijo. La ONUSIDA estima que sólo cerca de un 37% de los hombres jóvenes y un 21% de las mujeres jóvenes que tuvieron más de una pareja sexual a lo largo de un año manifestaron haber utilizado preservativo en su última relación sexual.
“Además, hay estudios que muestran que las infecciones de transmisión sexual son una puerta de entrada para el virus de VIH y por lo tanto, la prevención de estas enfermedades también se vuelve un pilar importante. Siempre es importante recordar que el preservativo, tanto el masculino como el femenino, tiene una importancia extra a la hora de hablar de prevención porque protegen contra enfermedades de transmisión sexual y, por lo tanto, también del contagio de HIV. Pero, si bien el preservativo masculino es utilizado por más del 50% de las parejas que utilizan algún tipo de método anticonceptivo- digo el 50% y esto quiere decir que la mitad está sin esta protección y puede contraer el VIH-, además, el preservativo femenino no está entre los métodos anticonceptivos más elegidos por las mujeres al menos en nuestro país. Aunque estadísticas de ONUSIDA estiman que el acceso al preservativo femenino ha aumentado considerablemente y que en 2009 su distribución alcanzó un récord de 50 millones. El preservativo femenino, existente hace más de una década, se introduce en la vagina y cumple un mecanismo de barrera que evita los embarazos y el contagio de enfermedades de transmisión sexual. Cubre completamente la cavidad vaginal, la parte externa, la vulva, parte del pubis y la zona anal también quedan cubiertas. Pero no es muy conocido ni muy utilizado en nuestro país ya que su uso puede resultar más complejo para la pareja que el uso del profiláctico masculino. Uno y otro tienen alta efectividad pero deben ser colocados correctamente y ser utilizados desde el comienzo de cada relación para que sean efectivos. Es la mejor forma de prevención que conocemos a hoy. Incluso en aquellos casos en que ambos miembros de una pareja están infectados, recomendamos el uso de protección de barrera para evitar el contagio de otras enfermedades de transmisión sexual”, advierte el especialista.
Hombres infectados: “Cuando sólo el varón de la pareja está infectado, es posible lograr la concepción con un riesgo mínimo ya que existe un procedimiento con buenos resultados: el lavado de esperma. Esta técnica de baja asegura la reducción del riesgo de contagio. Pero para lograr ese embarazo es fundamental un correcto asesoramiento reproductivo e infectológico. Algunos estudios reportan un descenso en la motilidad y en el porcentaje de espermatozoides normales, algunos incluso ene l volumen del eyaculado pero, en líneas generales, los hombres portadores de VIH y asintomáticos no muestran variaciones en su fertilidad.
Independientemente del estado de fertilidad del hombre, uno de los elementos más importantes es la carga viral del paciente para evaluar, con el equipo de infectólogos, si es necesario un tratamiento previo o no. Y otro elemento relevante es no perder de vista que los niveles de VIH en sangre y semen no se correlacionan. Aquellos pacientes que reciben tratamiento y tienen carga viral en plasma negativa pueden presentar el virus en el líquido seminal con una frecuencia del 2%. En Halitus, nosotros tenemos un 25% de tasa de embarazo por inseminación y cuando recurrimos al ICSI la tasa supera el 60%, son porcentajes superiores a los que tenemos con pacientes con infertilidad, dado que la mayoría de los que consultan con VIH son fértiles, sólo que no pueden expresar su fertilidad por la necesidad de utilizar un método de barrera en las relaciones sexuales para evitar el contagio”, expresa el médico.
Lavado seminal ¿Cómo es la técnica?: El procedimiento consiste en el procesamiento de la muestra de semen con lavado (separar los espermatozoides del líquido seminal y determinar la carga viral) y luego se procede a implantar los espermatozoides «limpios» en el útero de la mujer por medio de diferentes técnicas de fertilización asistida. La técnica de fertilización que se llevará a cabo dependerá de la historia clínica de la pareja. Pasqualini explica: “Si la mujer no presenta alteraciones que desaconsejen el procedimiento, puede realizarse una inseminación intrauterina. En este caso, los espermatozoides con carga viral negativa después del procesamiento y lavado, son colocados en el útero de la mujer en la fecha de ovulación. En aquellos casos de factor masculino moderado o severo, de factor tubario, endometriosis o varios intentos previos fallidos, es preferible realizar FIV-ICSI, y en este caso, luego de procesada la muestra se lleva a cabo la fertilización in Vitro. Y por último, en casos de mujeres con falla ovárica severa puede recurrirse a la ovodonación y entonces, luego de realizar el procedimiento y lavado de los espermatozoides, se realiza la fertilización del óvulo donado y posterior transferencia al útero de la mujer”.
Contagio vertical: de madres a hijos: Teniendo en cuenta que el nivel de infección por HIV es tan alto entre las mujeres, el riesgo potencial para los niños es enorme ya que pueden contagiarse por lo que se denomina transmisión vertical- 90% de los casos de niños infectados en el mundo ha sido por esta vía-(UNAIDS 2007). Según datos presentados en el último Simposio Científico Internacional SIDA 2010, en la Argentina, el 6% de las mujeres que dan a luz estando infectadas con el VIH pasan el virus a sus hijos.
La forma más común en que los niños se contagian de VIH es durante el embarazo y parto y, en mucha menor medida, durante la lactancia. Pero hoy en día existe medicación indicada durante este período que puede reducir el riesgo de contagio de una madre a su hijo en gran medida. Sin embargo, muchas mujeres desconocen que están infectadas con el virus. “Nosotros recomendamos dentro del examen de rutina realizarse el test de VIH tanto a las mujeres que buscan embarazo como a aquellas que llegan al consultorio ya embarazadas. En el caso de aquellas que buscan embarazo y conocen su estado, hay determinada medicación que puede cambiarse por otra más segura indicada durante el embarazo e, incluso, existe medicación para indicarle al bebé recién nacido. La decisión de la vía de nacimiento- parto vaginal o cesárea- depende fundamentalmente, de la carga viral durante el embarazo. Cuando la carga viral es muy baja el riesgo de contagio durante un parto vaginal se reduce significativamente”, sostiene el Dr. Pasqualini, además ginecólogo y obstetra.
Para concluir es necesario comprender que no es posible enfrentar a la epidemia del VIH sólo con los avances y logros de las ciencias médicas. Además, es fundamental generar un cambio de conductas de los sistemas de salud, de los profesionales y de la sociedad toda.
Fuente: masquenoticiasblog.blogspot.com