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Por: Revista Paratí Mamá | 07/06/07

HOMENAJE DÍA DEL PADRE | “LO ÚNICO QUE DESEO ES ESTAR CON MI BEBÉ”


Alberto Ghio fue papá con la ayuda de un tratamiento de fertilización asistida. A pesar de que podía esperar un tiempo porque tiene sólo 31 años, junto a su mujer Daniela, decidieron que era el momento de concebir a su primer hijo.

Dispuesto a contar todo sobre el recorrido que debió transitar para convertirse en papá, Alberto se acomoda y con una sonrisa anuncia que está listo para comenzar con la entrevista. Mientras habla, mira de reojo a su hijo Juan Cruz, de cuarenta y cinco días, que está en brazos de Daniela, su mujer. Ella acota y suma detalles sobre la historia que los unió y sobre sus cualidades como padre. Pero aunque hoy la felicidad reina en la familia Ghio y Alberto está a punto de festejar con gran emoción su primer día del padre, hace poco más de un años, los planes de esta pareja parecían complicarse. Con sólo 31 años, a Alberto le diagnosticaron baja movilidad en sus espermatozoides.

Un empujoncito
“Todo empezó hace un tiempo. Yo soy un experto buscador de cosas por la web y así empecé a averiguar. Entré a la página de Halitus y pedí un turno con un andrólogo. Mi idea era consultar yo solo, en un principio. Después vino Daniela que también se hizo estudios y se atendió con los ginecólogos del centro”, cuenta Alberto sobre su primera aproximación a la idea de que tener un hijo no iba a ser tan fácil y necesitaba ayuda. En Halitus le explicaron que sus espermatozoides no tenían buena movilidad. “Los especialistas me dijeron que, para entender lo que me pasaba, debía imaginar que algunos de mis espermatozoides son rengos y otros andan en silla de ruedas. Pero lo bueno es que, mientras haya esperma…se les puede dar una ayudita”, comenta quitándole dramatismo a la situación.
Así fue como siguieron: tratamientos a base de vitaminas, porque esta patología no es operable y la indicación de manejar la ansiedad. La propuesta era dejar pasar un tiempo y tal vez en unos años llegaba un bebé. “Podríamos haber esperado que las cosas se dieran por medios naturales, por decirlo de algún modo. Pero Daniela y yo lo conversamos y nos dimos cuenta de que no había nada que esperar”, relata con la seguridad de la decisión tomada.
Alberto asegura que fue más simple de lo que hubiera imaginado. Si bien deseaba con ganas que todo saliera bien, por momentos tuvo ansiedad, aunque no demasiada. Daniela detalla: “En mayo del año pasado empecé con el proceso de estimulación ovárica, con pastillas y aplicaciones subcutáneas, y en junio me hicieron la extracción”. Alberto prosigue: “Hicieron la fecundación y a los cuatro días nos dijeron que tenían tres embriones para introducir en el útero de Dani, de los cuales sólo uno era fuerte. Y acá está, con nosotros”.

Flor de bebote
Juan Cruz tiene apenas un mes y medio pero parece más grande. Se lo escucha llorar con fuerza cuando quiere la teta o que le cambien los pañales. Nació pesando 4 kilos, el 23 de marzo, por cesárea ya que no se encajaba y su mamá había roto bolso. Fue justo en la noche en la que se cumplieron 40 semanas de gestación y llegó de manos del Dr. Agustín Pasqualini.
Cuando les preguntamos cómo comenzó esta historia de amor, por la cual Juan Cruz hoy está acá, Alberto mira a su mujer y le ruega: “esta la contestás vos”. Sin titubear, Daniela arranca: “Nos conocimos en la escuela. Los dos somos de Florencio Varela. Cuando Alberto terminaba 5to año, empezamos a salir, pero después cada uno siguió con su vida por separado. Hasta que siendo más grandes nos encontramos en un boliche de Quilmas y ese día, hace casi ocho años, volvimos a elegirnos. Hace cinco años que vivimos juntos y el 8 de agosto del año pasado, ni bien supimos que íbamos a ser papás, nos casamos”, relata entre risas.

La hora señalada
“Siempre tuve ese instinto de ser papá. A pesar de que, como dice Dani, yo era medio picaflor, quería ser padre. Los chicos a mí particularmente me encantan. Independientemente de que sé que muchos hombres no sienten como yo y todavía no quieren saber nada sobre el tema. Nosotros lo hicimos en el momento justo. Ya estábamos equilibrados en lo laboral y en lo sentimental. Fue premeditado y buscado”, comenta. Luego Daniela agrega: “Durante el embarazo estaba como loco. Me llenaba de regalos, se iba al shopping solo y volvía con juguetes para el gordo. ¡La gente no sabe qué regalarle! Además, ya lo hizo socio de Independiente y le colgó el diploma en su pieza”.
Y según cuentan, a la hora de cuidar a Juan Cruz, la cosa es súper compartida. “Yo fui el primero que lo bañó. Me tomé las vacaciones y los tres días de licencia para cuando nació. Nunca antes había cambiado un pañal. Tengo sobrinas en la familia a las que siempre cuidé pero me daba cosa agarrar bebés chiquitos. A Juan Cruz lo vi fortachón y enseguida lo agarré con ganas”, cuenta Alberto, súper orgulloso y agrega que, si vienen más, “que vengan, ser papá agota un poco pero es un cansancio lindo”.
Recién hace una semana que se reincorporó de manera full time a sus obligaciones y admite que le cuesta bastante combinar trabajo y paternidad.
“Últimamente llega un horario en el que me desespero por verlo. Tengo su foto como fondo de pantalla y lo único que quiero es estar con mi bebé”, asegura y si hablamos de expectativas, Alberto desea que crezca sano y que, en el futuro, le guste jugar a la pelota.