«La fobia es un temor irracional a un riesgo que no existe. Puede ser pánico a la penetración, a un beso profundo, a tocar los genitales, incluso los propios. Hay varones que para evitar penetrar hacen una eyaculación precoz, impotencia o pierden el deseo. Algunos tienen una obsesión por el tamaño del pene o por la constitución del cuerpo», explica la psiquiatra y sexólogo del Hospital Durand, Adrián Sapetti.
La fobia sexual «si no se trata, puede llegar a extremos: hay quienes nunca pudieron masturbarse y quienes mueren vírgenes», agrega en diálogo con Clarín.
Especialistas aseguran que el porcentaje de mujeres y hombres que consultan por una fobia sexual aumentó, mientras que la edad de las personas que la padecen es cada vez menor. La sexóloga del Instituto Halitus, Beatriz Literat, contó que «antes venían a los 30 ó 40, ahora consultan a los 18 años».
«Son fobias comparables con otras que se manifiestan fuera de la cama. La persona tiene deseo, pero para no exponerse evita la situación de sexo, pone excusas, dice que está menstruando o que tiene dolor. Eso puede afectar mucho a la pareja, como en los matrimonios no consumados», dice Gustavo Rodríguez Baigorri, urólogo, sexólogo y psiquiatra del Hospital Tornú.
La falta de educación sexual es uno de las variables que pueden desembocar en una fobia de tipo sexual. «Estas fobias no necesariamente se originan en un abuso o una violación. Quienes las padecen suelen no tener información sexual adecuada a lo que puede sumarse un trauma, como haber visto a los padres teniendo relaciones en una edad en la que no puede procesarse o haberse asustado con una escena de violación en una película. A esto se suman los tabúes, los mitos y la educación represiva», dice Literat.