Experimentan en el país con embriones congelados

Podrán variar el lugar de la cita y los medios para propiciarla. Podrá cambiarse la privacidad de la penumbra orgánica por una aséptica plaquita a la luz del microscopio. Pero los protagonistas de la aventura —el espermatozoide y el óvulo— son los mismos de siempre y el encuentro se sigue cumpliendo ritualmente, a perpetuidad. Sólo para que la vida continúe, nada menos. Claro que en muchos casos la travesía de uno hasta el otro configura toda una puesta a prueba: obstáculos, bloqueos, extravíos y demás contratiempos pueden dificultar la concreción de la ceremonia y es necesario recurrir al auxilio de terceros. Entonces, ante la decepción de tantas parejas que mes a mes ven frustrado su deseo de tener hijos, la ciencia hace lo suyo.
En nuestro país, por ejemplo en la fundación Halitus dirigida por el doctor Sergio Pasqualini, donde se aplican técnicas de fertilización asistida, se produjo en marzo el primer embarazo a partir del embrión que desde hacía un año una pareja conservaba congelado. En estado de pronúcleo, con sus procesos vitales suspendidos por una temperatura decididamente polar —196 grados bajo cero— aguardó su oportunidad de vivir y en diciembre próximo se producirá el nacimiento.
Para obtener varios óvulos que, fusionados in vitro con los espermatozoides se convertirán en embriones, es necesaria la previa hiperestimulación de la mujer con hormonas, ya que las posibilidades de embarazo aumentan si se implantan varios embriones. El número ideal para resulte un embarazo es el de cuatro.
En febrero del ’90, a la mujer que espera su bebé para diciembre se le extrajeron varios óvulos con los que se obtuvieron nueve embriones de los cuales se transfirieron sólo cuatro en el primer intento. Los demás embriones fueron congelados a pedido de la pareja. En un segundo intento se le transfirieron dos, también sin éxito, hasta que finalmente en marzo de este año le fueron transferidos los tres embriones restantes. Uno de ellos sobrevivió.

Solución ética y práctica

“La técnica de congelamiento de embriones viene a solucionar un problema real: qué se hace cuando en un programa de fertilidad asistida se obtienen muchos embriones. De acuerdo a los censos, en general no se transfieren más de 3 o 4 embriones para evitar la posibilidad de embarazos múltiples, riesgosos tanto para la madre como para las criaturas —explica el doctor Sergio Pasqualini—. Con el consentimiento de la pareja, los que no se transfieren pueden congelarse. Una opción para no congelarlos es la donación de óvulos obtenidos en gran cantidad. Si una mujer presenta muchos óvulos y prefiere que no se congelen los embriones que sobran, pueden llegar a donar sus óvulos como para ayudar a otra mujer que por motivos de menopausia precoz o de falla ovárica a raíz de tratamientos previos, no los produce. Esto vendría a ser el equivamente a la donación de espermatozoides en el hombre. Los óvulos deben emplearse en el momento, ya que todavía no existe un método eficaz que permita su sobrevida una vez descongelados”.
—¿Qué ventajas tiene el congelamiento de embriones?
—Aumenta el porcentaje de chances de lograr el embarazo por estimulación, es decir que si no se logra una primera vez, puede llegar a conseguirse en un segundo o tercer intento, con un solo esquema de estimulación. Hoy se sabe que las posibilidades de repetición de estas técnicas son las que dan mejores resultados; así como en una pareja fértil no siempre se produce en el primer mes, lo mismo ocurre en este campo. Además, si se piensa que la hiperestimulación con hormonas puede ser contraproducente para la implantación del embrión,en el caso de congelarlo, se lo está transfiriendo descongelado en un ciclo natural, a un útero que ya está libre de la sobrecarga de hormonas. De este modo, si se piensa que hay causas que pueden estar actuando para impedir la implantación y la prosecución del embarazo, se pueden ir modificando pautas —señala el profesional—, quien subraya la importancia de esta técnica que inclusive puede servir de apoyo psicológico a las parejas embarcadas en la búsqueda de un hijo, brindándoles la tranquilidad de saber que si el primer intento es infructuoso, quedan otras chances.